El encuentro con Carlos y "Pantani" en chanclas
Hemos jugado a ser aprendiz de alpinista y la conclusión es que no es un oficio en absoluto sencillo. Y menos para unos novatos de ciudad sin experiencia que vienen por primera vez a la zona donde se juntan las montañas más altas del mundo.
A las 8 de la mañana partimos desde la aldea fantasma de Marpha con dirección al campo base del Dhaulagiri. Las primeras rampas, por un camino escarpado y pedregoso ya nos avisan de que vamos a tener que sudar mucho. El fuerte desnivel hace que la ascensión sea realmente dura. Mientras subíamos se oía perfectamente la respiración jadeante del compañero que iba detrás y pasados 25 minutos tuvimos que pedir al guía que abría camino que parase un poco antes de que alguno echase el corazón por la boca. El guía es un nepalí con cara de bonachón que podía subir tan rápido como una cabra montesa los durísimos y empinados riscos de la zona ¡y en chanclas! Con un par... Le hemos rebautizado como Pantani
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Después de 3 horas rompepiernas, en las que subimos unos 1100 metros, poco después de pasar un refugio de montaña vimos bajar a Carlos Soria y el resto de su equipo. Venían con buen ánimo después de 5 horas caminando desde más allá de Yak Karka. Nos dimos un abrazo y nos sentamos un rato a charlar. Son tan buena gente que después de 40 días ahí arriba habían guardado dos paquetes de jamón para compartirlos con nosotros el último día. Charlamos sobre su experiencia, hicimos varias fotos, comimos algo y empezamos a bajar desde una altitud de 3800 metros. El descenso fue rápido y a veces algo peligroso por la cantidad de enormes piedras, la pendiente y los obstáculos en el camino. Si en la subida dolían los talones en la bajada sufrieron mucho las rodillas y los dedos de los pies. El resultado después de más de 4 horas de paliza han sido tres hermosas ampollas. Un precio justo a cambio de un día tan agotador como inolvidable
Durante el tiempo de duro trekking nos hemos topado con varios sherpas y porteadores por el camino. De ambos hablaremos mañana pero resulta admirable el trabajo de ambos. Por su dureza y por su recompensa6. Por ejemplo, un porteador, que camina durante varios kilómetros cuesta arriba con 45 kilos de peso a la espalda recibe un sueldo de ¡6 euros al día! Da pena pero así está montado este negocio y así están establecidas las tarifas
Carlos ha prometido llevarnos mañana a dar un paseo pero baja como una moto, con el hematocrito por las nubes y con ganas de guerra así que supongo que un paseo no será. Venir hasta aquí ha servido, entre otras cosas, para comprobar la veneración que profesan a Carlos sherpas y alpinistas de todo el mundo que vienen al Himalaya. Y lo cierto es que se lo ha ganado a pulso. Noble, leal, gran deportista y caso único en el deporte mundial porque salvo él, no hay, ni de lejos, un deportista que siga en la élite a 4 meses de cumplir 73 años.