Trabajar en verano para pasar el invierno
Muchos jóvenes se sacan un dinero extra durante la época estival para pagar la universidad o poder hacer un viaje
Este verano muchos estudiantes están trabajando en diferentes sectores con el objetivo de ganar un dinero extra para ellos mismos o para ayudar a su familia. Se dedican a dar clases particulares, a ser monitores de campamento, son socorristas y camareros... todo esto antes de volver a su vida normal de estudiantes o de continuar buscando trabajo en su sector.
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Un gran número de jóvenes españoles aprovecha el verano para trabajar. Los puestos laborales que suelen ocupar están relacionados con el sector de la hostelería, el socorrismo, la venta o las clases particulares. Estos jóvenes necesitan sacar un dinero extra para echar una mano en casa, para poder costearse parte de la matrícula de la universidad, ya que muchas familias no van a poder costear la subida de las tasas universitarias o, simplemente, para poder hacer un viaje con los amigos.
El dinero que consiguen durante el verano lo utilizan para viajar en invierno o para no tener que pedir 'pagas extras' a sus padres. "Para mí trabajar en verano significa tener una independencia económica que no he podido conseguir de otra forma", asegura Noemí, que es profesora de inglés. Este verano ha estado 15 días dando clases en un campamento bilingüe para niños. Ha trabajado casi ocho horas diarias y le han pagado alrededor de 600 euros. "Creo que no está mal pagado, ya que 600 euros en algunos sitios es un sueldo normal", apunta. "Este dinero lo voy a utilizar para poder irme fuera de España sin tener que tirar de mis padres", dice esperanzada.
Las condiciones laborales no suelen ser muy buenas, tampoco los sueldos y menos aún los horarios, sin embargo, muchos jóvenes españoles aprovechan el tiempo libre que tienen en verano para trabajar "de lo que sea". Estefanía es ingeniera industrial, sin embargo, muchos veranos ha trabajado vendiendo fruta en mercadillos con la empresa familiar.
"Mis padres se dedican a la venta de fruta y como en verano hay más trabajo siempre que puedo les ayudo", explica Estefanía. "Es un trabajo muy duro, te levantas a las cuatro de la mañana y a veces no regresas a casa hasta las cinco de la tarde. Pero es algo que me agrada. Tratar con la gente, escuchar historias de las mujeres mayores que hacen la compra... Algo que me gusta mucho de este trabajo es que no tienes jefes, bueno, mis padres", comenta sonriente.
"Quiero sentirme útil"
Otros jóvenes han optado por realizar trabajos algo más veraniegos. Beatriz es enfermera, pero durante muchos veranos ha trabajado como socorrista y monitora de natación en piscinas municipales. "Me encantan los niños, el sol y el deporte, por lo que ser socorrista es una actividad que siempre he disfrutado. A veces los horarios han sido malos (de hasta diez horas al día todos los días de la semana), pero para mí siempre ha sido importante tener dinero disponible durante el curso", cuenta Beatriz. "Se trata de sentirte útil, aunque solo sea en verano", dice finalmente.
Debido a la subida de tasas de las universidades muchos alumnos se han visto casi obligados a trabajar este verano. Ellos saben que con los sueldos de estos trabajos veraniegos no van a poder costear la matrícula completa de la universidad, pero tratan de ayudar en casa. Pablo ha sido camarero durante todo el verano. "Me hacía falta para poder continuar con mis estudios. Voy a pagarme parte de la matrícula porque mi familia no puede con todo". En este caso le pagaban nueve euros la hora, cantidad que "no estaba mal" según este joven. "Lo que tengo claro es que los horarios que yo he llevado este verano (de hasta 16 horas diarias) no los podría haber llevado una persona mayor. El esfuerzo físico ha sido tremendo", asegura Pablo.
Durante el próximo curso un estudiante universitario va a tener que costearse hasta el 25% del precio real que cuesta una carrera. El curso pasado los estudiantes no abonaban más del 15%. En el País Vasco, por ejemplo, cada crédito va a costar casi 40 euros cuando antes se pagaba a 23 euros. De media, los créditos se van a encarecer entre 5 y 6 euros en las universidades de toda España.
Fernando acaba de salir de un entrevista de trabajo para ser teleoperador. Pronto será ingeniero aeronáutico, pero hasta que ese momento llegue trabaja dando clases particulares a chicos que están cursando bachillerato. "Doy clases de apoyo por el dinero, eso está claro. Pero siento una gran satisfacción cuando consigo que los chicos aprendan y comprendan lo que les explico", comenta ilusionado. "Si me cogen de teleoperador seguiré dando clases siempre que pueda y estudiando", a Fernando le gusta estar activo y ganar algo de dinero para pagarse sus gastos. "Lo que es seguro es que con lo que he ganado este verano no me pago la matrícula de la universidad ni de broma", concluye entre risas.