La huerta de las delicias
El congreso Murcia Gastronómica despliega los placeres de la tierra
De la olla gitana cocinada a fuego lento en cazuela de barro, a las nuevas tendencias de shushi oriental aromatizado con trufa. Del vistoso tomate rojo y meloso al Quijote comestible. Del brut más selecto a una deliciosa infusión de granada... Murcia ha sido durante los últimos días el centro neurálgico de los sentidos. A iniciativa iniciativa del diario regional La Verdad de Murcia, y con Radio Murcia como testigo de lujo, los salones del Auditorio y Palacio de Congresos Víctor Villegas, han acogido los olores y colores de los mejores productos de la tierra.
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Descostruyéndose, mezclándose, compartiendo texturas, fundiéndose unos con otros. La naranja de los huertos del Segura con el chocolate, las sardinas de las costas levantinas con el foie francés... Los carabineros han jugado en los platos con bolas de cristal rellenas de humo y los frutos secos se han aliado con el bizcocho, el merengue y la canela, para recordarnos a qué sabe un día de boda en Murcia. Ypor si fuera poco, el café le hace un guiño a la leche condensada y se zambullen en unas gotas de coñac para crear el asiático cartagenero.
Podría parecernos que estamos describiendo El jardín de las delicias de El Bosco y, en cierto modo, esto es lo que ha ocurrido en Murcia en los últimos días.
Si deshumanizamos el cuadro y añadimos a esta pintura los productos más exquisitos de la huerta, el mar y los amplios campos, obtendremos como resultado estos cuatro días (del 23 al 26) que se aglutinan bajo el titulo Murcia gastronómica y en el que se han dado cita los nombres de todas esas personas para los que la cocina es un arte, una ciencia. Y también los productores para quienes los alimentos son el fruto de toda una vida dedicada a la tierra. A nuestra tierra.
En la última jornada del congreso, el pincel de esta obra de arte ha estado en las manos de varios magos de los fogones: cinco cocineros y un sumiller que suman un total de nueve estrellas Michelin: Nacho Manzano (Casa Marcial), Fran Martínez (Maralba), y Kiko Moya (L'Escaleta), Susi Díaz (La Finca), Fernando del Cerro (Casa José) y el sumiller Manuel Angosto, del restaurante con tres estrellas Michelin El Celler de Can Roca. Todos han ido descubriendo algunos de sus secretos, su amor por la cocina y el respeto por los alimentos y sus productores.
La escena, como si de un gran espectáculo se tratase, se ha dividido en diferentes cuadros. Por un lado se ha podido pasear por la Calle de las Tapas, un gran boulevard en el que más de 14 restaurantes y 20 bodegas han expuesto sus productos con degustaciones exquisitas (y a precios también exquisitos: no más de dos euros). Además cinco artistas han expuesto obras relacionadas con el placer gastronómico. Entre otros, Patricia Gómez con sus Besos envasados o Nicolás de Maya con Neocultura culinaria.
El soporte de esta obra maestra han las materias primas: alimentos de la tierra murciana que son fruto de las riberas, los campos y las cálidas aguas donde generaciones de hombres y mujeres han trabajado, primero para su propia supervivencia, luego para comercializarlos y ahora para convertir a la Región en un lugar de referencia para el placer del gusto.
¿Cómo no recordar el cultivo y producción del pimentón? Ese oro rojo en el que han trabajado centenares delLorquinos y totaneros, y que ahora es Denominación de Origen; o la serrana almendra marcona, de Moratalla y Alhama; o el aceite verde y aromatizado de la comarca del Noroeste murciano; o el vino bermellón de Jumilla...
Cada producto nos lleva hasta un lugar, cada lugar hasta sus gentes y, con ellos, con sus gentes y sus manjares, se abre un futuro luminoso como el membrillo o el limón, vigoroso y sabio, que nace desde nuestra huerta. Y de aquí (ahora me asaltan los versos de Miguel Hernández ) "frutalmente propagados" al mundo.