El niño eterno cumple 75 años
El libro se ha traducido a más de 200 lenguas y se considera, junto con 'Historia de dos ciudades', de Dickens, la obra literaria más vendida
Un aviador que acaba de caer con su avioneta en el desierto y un principito llegado de otro planeta constituyen el eje de uno de los relatos más famosos de la literatura mundial. Se publicó el 6 de abril de 1943 en Estados Unidos. Su autor, Antoine de Saint-Exupéry, aprovechó para escribirlo durante una estancia prolongada en Nueva York, donde se exilió tras la invasión nazi de Francia.
Más información
'El Principito' siempre se ha considerado una obra infantil, pero sus páginas recopilan una historia plagada de metáforas que profundizan en los temas sobre los que el hombre siempre ha reflexionado: la vida, la amistad, el amor... Y todo ello, bajo la cándida e irrefutable visión de un niño que no entiende nada del mundo, y que quiere aprenderlo todo. Esa inocencia reveladora, que pone incesantemente en evidencia el comportamiento cuadriculado e inexplicable de los adultos, es, probablemente, uno de los secretos de su éxito. Pero no el único. El libro se ha traducido a más de 200 lenguas y se considera, junto con 'Historia de dos ciudades', de Dickens, la obra literaria más vendida.
El aviador Saint-Exupéry
Perteneciente a una familia noble de Lyon (Francia), Antoine de Saint-Exupéry descubre su pasión por los aviones con apenas 12 años, en un aeródromo próximo a su lugar de vacaciones, donde se prueban los distintos modelos de avionetas. Elige la aviación para realizar el servicio militar y formarse como piloto, y después consigue trabajar para la compañía aeropostal francesa. Destinado en Argentina, es allí donde inicia su otra gran pasión, la literatura, precisamente con la obra titulada 'El Aviador'.
Su vida, sus aventuras, su pasión por el vuelo, se dejan ver en muchos de sus relatos. También en 'El Principito'. En 1935, tras inscribirse en una competición de vuelo para realizar la ruta París - Saigón, la avioneta en la que volaba se estrella en Libia, en pleno desierto del Sáhara. Sin apenas agua ni provisiones, Saint-Exupéry y su acompañante fueron rescatados cuando ya se encontraban prácticamente deshidratados y padeciendo alucinaciones. Es fácil identificar el personaje del narrador de 'El Principito', que sufre un accidente similar en el Sáhara, con el propio autor.
Preguntas de niño
Si hay algo que caracteriza a este libro es su capacidad de sugerir pensamientos distintos, dependiendo de quién sea el lector. No hay una interpretación cerrada de la obra, sino que todo queda abierto a la reflexión individual. No obstante, hay aspectos en los que casi todo el mundo coincide.
El principito vive en un planeta muy pequeño, tan pequeño como él, donde hay tres volcanes y ramas de baobab, que él se encarga de vigilar para que no crezcan y acaben por destruirlo todo, como ocurre cuando se deja crecer los problemas. En el planeta, también vive una rosa, su amor, cuyos reproches y exigencias hacen que el niño emprenda un viaje por el espacio en busca de respuestas a todas sus dudas. Hay quienes ven en esta metáfora el amor de Saint-Exupéry por Consuelo Suncín, la mujer con la que se casó en 1931 y con la que vivió una tormentosa relación, plagada de separaciones y reencuentros a lo largo de los años.
En 'El Principito' todos los personajes que van apareciendo a lo largo del relato son importantes, y todos aportan varias reflexiones. En uno de los planetas que visita, se encuentra con un rey que lo único que pretende es tener súbditos a los que mandar cosas constantemente, aunque sea una y la contraria. Cuando se encuentra con el niño, su único súbdito en ese momento, le ofrece embajadas o ministerios con tal de que no se marche del reino. En otro planeta, se tropieza con un hombre de negocios con una ocupación exclusiva: contar estrellas para tener muchas y ser rico. Tras las preguntas comprometedoras del principito, el hombre se queda sin palabras para responder a la cuestión de para qué le sirve tanto trabajo. Y así, una tras otra, se van sucediendo las dudas del niño, a través de las cuales se introducen las críticas al mundo de los mayores, sus preocupaciones y lo que éstos consideran importante o correcto.
Frases antológicas
'El Principito', la obra más conocida de Saint-Exupéry, está repleta de sentencias que se han hecho célebres, y que se refieren a todos los ámbitos de la vida sobre los que se reflexiona en sus páginas: la propia vida, la muerte, el amor, la amistad, la vanidad... Tal vez la frase más conocida es el secreto que le transmite el zorro, su amigo, cuando le dice que "no se ve bien más que con el corazón: lo esencial es invisible a los ojos". Sin embargo, hay otras que los numerosos fans de la novela han ido repitiendo a lo largo de los años. Por ejemplo, aquella en la que se apela a mantener siempre la inocencia infantil: "todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan", o la que anima a buscar el lado bueno de las cosas negativas: "lo que hace bello al desierto es que en algún lugar esconde un pozo", o también la que pone en valor la autocrítica: "es mucho más difícil juzgarse a uno mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte correctamente serás un verdadero sabio".
Un trágico final
'El Principito' sería la penúltima obra de Antoine de Saint-Exupéry publicada en vida de su autor (tras ella vería la luz 'Carta a un rehén' y otras siete obras póstumas). En 1943, tras abandonar Estados Unidos, regresaría a Francia para unirse a las fuerzas aliadas contra la Alemania nazi. Afectado por los numerosos accidentes de vuelo sufridos con anterioridad, Saint-Exupéry fue ubicado en un escuadrón encargado de preparar el desembarco de Provenza.
El 31 de julio de 1944 despegó de la isla de Córcega a bordo de un caza bimotor con destino al sur de Francia para una misión de reconocimiento sobre Grenoble y Annecy. No llegaría con vida.
Algunos días más tarde aparecía en el mar, al sur de Marsella, el cuerpo de un hombre con el uniforme de la Fuerza Aérea Francesa. Se pensó que podía tratarse de Saint-Exupéry y como tal fue enterrado, aunque nunca llegó a comprobarse con total certeza que fuese realmente su cuerpo.
Más de medio siglo después, en 1998, un pescador encontraba en el mar, también al sur de Marsella, un brazalete con varios nombres grabados, entre ellos el del aviador y el de su esposa Consuelo. En 2000, un buzo localizaba en ese mismo lugar los restos del avión que pilotaba Saint-Exupéry en el momento del accidente. Son elementos que vinculan el accidente de Antoine de Saint-Exupéry con el cuerpo arrastrado hasta la costa por las corrientes marinas 50 años antes. Sin embargo, hoy en día sigue sin saberse a ciencia cierta si es su cuerpo el que descansa en el cementerio de Carqueiranne, un pequeño pueblo de la Costa Azul francesa.
Carlos Cala
Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...