La comparecencia del ministro de Interior, que ha reconocido que la Guardia Civil sí disparó pelotas de goma al agua, contradice la que venía defendiendo hasta ahora el director general del instituto armado y se suma a una serie de versiones diferentes desde que sucedieron los hechos. La polémica se inició en la madrugada del pasado día 6 de febrero, cuando un grupo de inmigrantes intentaron entrar a nado en la ciudad de Ceuta. El amplio grupo, formado por unos 400 subsaharianos, lo intentaron previamente por tierra y finalmente optaron por hacerlo por mar. Sin embargo, su intento fue truncado y en el intento murieron al menos nueve personas. A partir este momento, las causas del fallecimiento de los inmigrantes y los hechos que ocurrieron durante esa noche no están claros. La primeras denuncias, de parte de los inmigrantes, aseguraban que la Guardia Civil que los interceptó utilizó pelotas de goma y balas de fogueo para «pinchar los flotadores» con los que nadaban. Así narraba en «Hora 25» uno de los inmigrantes su versión de la secuencia de los hechos. Poco después, en el mismo programa de la Cadena SER, el delegado del Gobierno en Ceuta, Francisco Antonio González Pérez, desmentía la versión de los afectados y aseguraba que «no se pueden haber realizado disparos contra y hacia los inmigrantes porque hay barreras físicas que lo impiden». El delegado rechazó la versión que habían dado algunos testigos, negó que los inmigrantes llevaran flotadores y desmintió tajantemente que los agentes hubieran disparado contra las personas, defendiendo que sólo efectuaron disparos al aire como elemento disuasorio. La Guardia Civil, por su parte, justificaba las primeras contradicciones asegurando que el primer informe policial no hacía referencia a disparos con pelotas de goma. Un día más tarde, de la mano del director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, llegó una nueva versión de los hechos, que afirmaba que no se usó en ningún caso fuego real al enfrentarse a los inmigrantes que llegaban a la costa y defendió con tesón la actuación de la Guardia Civil, considerando «injusto» que se pusiera en cuestión. Ese mismo día se hizo público un vídeo en el que podían verse a un grupo de inmigrantes grabado desde un lugar cercano a la playa en la que ocurrieron los hechos. En él, se observa que el grupo de agentes que esperaban en la arena no socorrieron a los hombres y se percibe al menos un disparo desde la lancha de la guardia civil y otro desde un saliente hacia el grupo de inmigranets que impacta en el agua. También hay testigos que aseguran el uso de gases lacrimógenos. Las imágenes contrastan con otro vídeo difundido por la Guardia Civil días más tarde para acallar las críticas contra su gestión. Este documento muestra a varios inmigrantes recogiendo piedras del espigón para arrojárselas a los agentes, pero ha sido muy criticado, pues no se emiten en ningún momento imágenes de los subsaharianos que trataron de llegar a nado y que han sido el centro de las contradicciones. Finalmente, tras casi una semana de diferentes versiones sobre lo ocurrido aquella madrugada, el ministro de Interior ha comparecido a petición propia para explicar los hechos. Jorge Fernández Díaz, lejos de arrojar luz, ha contradicho la versión ofrecida por el delegado del Gobierno en la ciudad. Ha reconocido que se dispararon pelotas de goma desde tierra al agua, «pero nunca desde la valla ni tampoco desde el mar» y también «cartuchos de proyección, que son de fogueo, que solo hacen ruido, que pretendían disuadir a los inmigrantes para que no pasaran a las aguas españolas». Además de unos fumígenos «que no funcionan en el mar» pero que intentaban, con el humo, delimitar la imaginaria línea fronteriza entre las aguas marroquíes y españolas, para que los inmigrantes no pasaran a aguas españolas.