Barcelona reivindica el valor de la cocina de guerra durante la República
El Museo de Historia de Cataluña estrena este viernes una exposición dedicada a las publicaciones gastronómicas de los años 30 y 40 del siglo XX
La exposición "Menús de guerra" reivindica en el Museu d'Història de Catalunyael valor de la cocina de guerra puesta en práctica durante la contienda civil española e impulsada por el gobierno de la República. El comisario de la exposición, Sergi Freixes, ha explicado que la muestra constata que los grandes nombres de la cocina catalana, "Ferran Adrià, Carme Ruscalleda, Joan Roca, Carles Gaig o Nandu Jubany, no son fruto de la casualidad, sino que arrancan de unas raíces, de una tradición y de unos episodios que, no por ser desconocidos, dejan de tener una importancia fundamental".
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Freixes ha centrado su mirada en el momento de la Segunda República, porque, como en otras áreas de la sociedad y de la cultura, "la primera mitad de los años 30 supuso un instante de gran creatividad y de una fuerte voluntad de ofrecer una mirada nueva y moderna".
Entre los años 20 Y 30, recuerda el comisario, comenzó a emerger la figura del chef y un primer ejemplo es Joan Vila, un cocinero que recibió en 1936 el encargo de la Generalitat de hacer "un recetario de 24 platos para que las amas de casa pudieran hacer menús en tiempos de guerra" y que se publicó en forma de opúsculo en una edición bilingüe catalán-castellano.
El gastrónomo Ferran Agulló (Pol) fue el primero en decir que Cataluña tenía una "cocina propia", que "hacía suyos los ingredientes propios de Francia e Italia".
La exposición, que se inaugura este viernes y podrá verse hasta el 28 de septiembre, dedica especial atención al cocinero Ignasi Domènech, quien con más de 30 obras continúa siendo el autor español de más libros de cocina y que Manuel Vázquez Montalbán definió como "el Menéndez Pelayo de la literatura culinaria española".
Domènech, autor de cuatro títulos en catalán, entre ellos el popular La teca (1924), publicó en 1941 Cocina de recursos, que recogía sus vivencias en la Barcelona de 1938.
En ese libro propone, entre otras recetas, cinco ensaladas crudas de ortigas, productos sustitutivos del pan o una tortilla de patatas en la que sustituye las patatas por la parte blanca de la piel de naranja una vez seca y el huevo por una mezcla de harina, bicarbonato y agua.
En el recorrido expositivo se ilustran los menús de plato único que las colectivizaciones y la Generalitat impusieron en los hoteles y restaurantes durante la guerra o la labor realizada por el Instituto de Cultura de la Mujer, donde los grandes cocineros del momento impartían clases a las mujeres de las clases pudientes y a las cocineras de la burguesía.
En el ecuador de la muestra se pueden ver las primeras fichas coleccionables de recetas que se encartaban en las revistas de la época, creadas por Joan Vila, o la labor del doctor Nicolás Capo y su mujer Ramona Perera de difusión de la cocina naturista y vegetariana, "muy importante en los años 30", remarca Freixes.
La exposición se cierra con la campaña que impulsó la Generalitat en 1936, "La batalla del huevo", que pretendía convertir a los ciudadanos en pequeños fabricantes de huevos criando gallinas en balcones o jardines "en un paralelismo similar al de los actuales huertos urbanos" que buscaban la autosuficiencia, apunta el comisario.
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