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DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA

“Mi madre me mandó a comprar las cuchillas para mi ablación”

Así comienza el relato de Asha Ismail, que sufrió mutilación genital cuando tenía 5 años. Su historia y la ONG que ha fundado, 'Save a girl, save a generation', visibilizan una práctica que todavía sufren millones de mujeres en todo el mundo

Asha Ismail fundó la ONG 'Save a girl, save a generation' en 2007 / JUAN OLUIS

Madrid

Asha Ismail nació en Somalia hace 47 años. Allí no había otra opción: si nacías niña, tarde o temprano serías sometida a la ablación. “Cuando las niñas jugaban entre ellas, la que no estaba mutilada era como que estaba sucia”, recuerda. Aunque las cosas han cambiado algo desde entonces, las cifras siguen siendo demoledoras. UNICEF publica este viernes un informe en el que alerta de que al menos 200 millones de niñas y mujeres que viven actualmente en una treintena de países han sufrido la mutilación genital y, de ellas, 44 millones son menores de 14 años.

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Todavía queda mucho camino por recorrer. Por eso Asha lucha cada día para combatir esta práctica, para que ninguna niña pase por lo mismo que ella. Su mejor arma es su propio testimonio: “La noche anterior a mi ablación me dijeron que me iban a purificar y recuerdo que yo estaba muy contenta. Viajamos a casa de mi abuela, en la frontera de Kenia y Somalia, y yo apenas pude dormir la noche anterior, era como si vinieran los Reyes. Al día siguiente, muy temprano, mi madre me bañó y me mandó a comprar dos cuchillas. Cuando volví a casa, ya estaba mi abuela preparada y habían hecho un agujero en el suelo para la sangre. Mi madre me quitó la ropa interior y ahí me puse un poco nerviosa pero todavía no sabía lo que me esperaba. Entonces mi abuela me sujetó y puso sus piernas para abrir las mías completamente. También sujetó mis manos, estaba completamente inmovilizada. Me entró el pánico y empecé a gritar. Ahí es cuando cogieron un trapo y me taparon la boca. Ya no podía gritar, una mujer somalí no puede llorar”, relata con detalle como si estuviera contando algo que ocurrió ayer.

“Allí no había ninguna medida sanitaria, ni siquiera utilizaron guantes… absolutamente nada” -prosigue- “la señora sacó las cuchillas y empezó a cortar. En ese momento sólo sientes el dolor, pero te marca ya para toda la vida. La herida se cura pero tú no te curas. Permanentemente tienes problemas psicológicos”. Su infancia terminó ese día, la cicatrización fue larga y dolorosa pero las secuelas le persiguen toda la vida. A Asha todavía le avergüenza ir al ginecólogo y nunca podrá tener relaciones sexuales plenas. Le robaron esa posibilidad. Le dijeron que así alcanzaría la pureza. Ella sabe que el objetivo no es otro que “anular a la mujer”.

Su testimonio ahora es una campana al mundo contra esta tradición que está tan arraigada que se practica independientemente de la religión que se profese: “El islam lo ha hecho suyo por llamarlo “purificación” pero en Kenia lo practica todo el mundo: los musulmanes, los católicos, los ateos…”, aclara. Combatir tradiciones no es tarea fácil. A través de Save a girl, save a generation, Asha lleva años intentándolo: “Aquí, en España, profesionales de distintos sectores trabajan con la población en riesgo (personas que provienen de países donde se practica). Imparten talleres, se convocan reuniones de intercambio de ideas… todo enfocado a sensibilizar. En la frontera de Kenia con Somalia, varias mujeres voluntarias dan charlas casa a casa. Intentamos entender la situación de la persona y, a partir de ahí, trabajar con ella. Es importante no ofender a la otra parte. No les decimos tú eres ignorante y yo te voy a enseñar lo que tienes que hacer”, explica.

Afortunadamente, gracias a iniciativas como la de Asha, la situación está cambiando. Lentamente, pero está cambiando: “Cada día hay más mujeres que protegen a sus hijas y se echan a la calle para decir basta. Pero todavía se sigue haciendo lo que me hicieron a mí hace más de 40 años y no sólo en África, también en Europa. Hay mucha gente que vive aquí que lleva a sus hijos a sus países en vacaciones para hacerlo”, advierte. En la prensa encontramos ejemplos que confirman lo que dice pero no hay cifras oficiales concretas, ni siquiera aproximadas. “Las instituciones deberían estar alerta y hacer un seguimiento de estos casos porque, aunque no haya cifras, sí existen”, reclama Asha. La antropóloga Adriana Kaplan, que dirige la Fundación Wassu, ha intentado aproximar esa cifra y estima que unas 24.000 niñas están en riesgo de sufrir una mutilación genital en España.

El gran logro personal de Asha es que su hija no pasara por lo mismo. Nació en Somalia hace 26 años y vivió allí hasta los seis. Para su familia era “inaceptable” que la niña no fuera mutilada pero pensaban que era algo que se le pasaría, que acabaría sometiendo a su hija por lo mismo que el resto de niñas. Nunca ocurrió. Asha consiguió salvar a una niña, a su niña. Consiguió salvar a una generación.

  • 6 DE FEBRERO, Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina
Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
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