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Gastro | Ocio y cultura

Cada vez más gente elige comer sola

Según datos de Eltenedor.es, las reservas para una sola persona siguen siendo minoritarias, pero en solo dos años han experimentado un crecimiento del 133 %

Las reservas de mesas para uno se han triplicado en solo dos años. / GETTY

A Coruña

España es el país de las tapas y las tapas, más allá de la salsa de las bravas o del relleno de las croquetas, son pequeñas delicias concebidas para el disfrute en grupo (o al menos en pareja). Ir de tapas, en definitiva, implica comer pero también reír, llorar o conversar. ¡Es algo social!

Ni siquiera el país de las tapas, sin embargo, es impermeable a las tendencias del mundo globalizado. Tendencias como la de comer (voluntariamente) solos. Algo que, a primera vista, va en contra de lo que el hombre lleva años cultivando alrededor del fuego, pegado a la teta de su madre, en familia o en comedores escolares y laborales.

Según datos facilitados por la web Eltenedor.es, las reservas de mesa para uno siguen siendo minoritarias en España, pero han aumentado un 133 % en solo dos años. Si en 2014 representaron solo un 0,6 % del total, la cifra subió al 0,9 % en 2015 y, de momento, va por el 1,4 % en 2016.

La tendencia, de hecho, se confirma en los 12 países en los que opera el grupo (Francia, Italia, Suiza y Bélgica, entre otros), con una media del 1,1 % en 2014 y del 2,2 % en 2016. ¡El doble! Eso no quita, de todas formas, que muchas más reservas sigan siendo para dos (53-56 %), tres (12-14 %) o cuatro o más personas (28-34 %). Pero algo está cambiando tanto en la demanda como en la percepción del hecho de comer en soledad.

El filósofo Daniel Innerarity, coautor del ensayo Cocinar, comer, convivir, asegura que "nunca se está del todo solo ni del todo acompañado" y que, de hecho, las redes sociales nos dejan en esa situación intermedia.

Innerarity reconoce que hay una verdadera persecución contra la soledad y opina que deberíamos ser más capaces de aguantarla y cultivarla. Él mismo, de hecho, reconoce comer solo con frecuencia durante sus viajes, y explica que suele aprovechar para pensar o leer: “He comprobado que te miran peor si lees que si piensas”.

Pero el filósofo vasco cree a pies juntillas que “no hay nada mejor que una comida bien acompañado” porque, por el camino, se transmiten valores, se fomentan buenos hábitos y se genera más placer. Ideas que, de hecho, desarrolla ampliamente en el libro escrito a cuatro manos junto a Andoni Luis Aduriz, el chef del restaurante Mugaritz.

"Del hecho de que los humanos, cuando nacemos, no podamos calmar nuestra hambre y sed sin la ayuda de otros, Freud dedujo que no hay un instinto natural que nos ahorre la ayuda ajena. En este sentido somos seres especialmente precarios y necesitados de la vida social, y esa dependencia no se supera nunca plenamente sino que sobrevive, por ejemplo, en la comida como acontecimiento colectivo", se lee en el libro.

"Quien nos resulta envidiable no es quien está devorando algo, por muy apetitoso que sea, sino quien come acompañado, pues los otros, su compañía, su conversación e incluso sus derechos como sujetos del reparto son un amplificador de nuestro placer", explican también.

La obra vincula la comida en soledad "el modelo fast food" y también con "la era de la tecnología globalizada" y su "individualismo contradictorio con el acto pedagógico, festivo y recreativo de la comida colectiva tradicional". Incluso cita a la madre de un etíope que deseaba dejar de compartir recipiente con sus vecinos: "¡El que come solo muere solo!".

Pero lo cierto es que lo de comer en soledad tampoco es nada nuevo. ¡Y mucho antes de que se inventara Twitter! Algunos por necesidad (laboral), otros porque se bastan con la tele o algo que leer y algunos porque prefieren enfrentarse a la comida sin distracciones.

"Siempre ha habido gente que ha comido sola, en muy distintas épocas", explica Diego Rodríguez, jefe de sala del restaurante El Bohío (Illescas, Toledo). "Siempre se ha dicho que el buen gourmet come solo porque así no distorsiona la realidad. Si comes con alguien, estás más pendiente de los detalles que de la comida".

El hermano del popular jurado de MasterChef asegura además que "a Pepe siempre le ha gustado ir a restaurantes a comer solo y no lo considera nada triste". En El Bohío, de hecho, es habitual recibir al menos a una persona sola cada semana. "Es un tipo de cliente que levanta sospechas, siempre piensas que pueden ser los de la Michelin, pero en realidad hay de todo", dice Rodríguez. Comerciales, singles...

Sea como sea, muchos restaurantes, sobre todo en las grandes ciudades, están incorporando espacios especialmente diseñados para personas que comen solas. El arquitecto Rubén Picado, del estudio Picado De Blas, opina que se trata de una costumbre importada de Japón, donde muchas personas trabajan intensamente y prefieren comer en soledad cerca de la oficina a tener que perder tiempo desplazándose.

Para el restaurante Yakitoro, uno de sus últimos encargos del sector de la restauración, diseñaron una barra con este fin. “Las mesas no están diseñadas para que una persona coma sola. Es mejor contra un cristal o contra una pared. Pero más allá de ofrecer un buen servicio, al hostelero lo que le interesa es poder incrementar un 25 % su caja".

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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