Entrevista exclusiva a Rafael Gómez Menor, jefe de la Unidad Central Exterior de la Policía durante el 11-M
"Quise detener varias veces a Zougam antes del 11-M, pero me frenaron porque decían que no tenía pruebas suficientes"
"Nos estaban pegando tiros y nosotros aplaudíamos porque habíamos encontrado el piso de los terroristas"
"Abu Dahdah provocó e incitó el 11-M. Desde ese punto de vista, es el autor intelectual"
Madrid
Rafael Gómez Menor fue comisario de la Brigada de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) de la Policía Nacional. Es uno de los policías más expertos en terrorismo de corte yihadista, desempeño profesional al que dedicó casi 30 años de su carrera profesional.
Entrevista exclusiva a Rafael Gómez Menor, jefe de la Unidad Central Exterior de la Policía durante el 11-M
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Estaba en Noruega cuando estallaron los trenes de Madrid, en comisión de servicio de la UCIE. Preparaba el juicio contra la célula yihadista desarticulada en el año 2001 y contra su líder, Abu Dahdah, vinculado a Mohamed Atta, el terrorista que estrelló un avión contra una de las torres gemelas de Nueva York en 2011.
Gómez Menor fue la persona que localizó el piso refugio de los autores del 11-M en Leganés, donde se suicidaron siete autores materiales de los atentados de los trenes. "Yo solo haría una puntualización", explica en esta larga entrevista con la Cadena SER: "Hice todo eso junto con mi equipo".
Cuando supo usted que tenía localizados a los terroristas, ¿fue consciente de que iba a evitar más muertes a España?
Por supuesto que lo era. Lo éramos todos y, me vas a perdonar, me emociono. Fue increíble, una línea de investigación increíble en la que pusimos toda nuestra fe y acertamos. Y gracias a la experiencia, gracias a los conocimientos adquiridos durante muchos años, pudimos armar esa investigación y llegar al piso de Leganés.
Más allá de los conocimientos, de la experiencia de ese equipo que logró localizar ese piso y que logró evitar más muertes en España, ¿el factor suerte también existe?
El factor suerte siempre existe, pero yo diría que un 90% es el conocimiento, el factor esfuerzo y el factor trabajo, trabajo y trabajo. Trabajo a todas horas.
¿Dónde estaba usted cuando estallaron los trenes de Madrid?
Recuerdo que íbamos para Noruega y recuerdo ver las imágenes de los trenes en Noruega.
¿Y qué pensó? ¿Qué le vino a la cabeza? ¿En quien pensó como autor material?
Yo iba a cumplimentar una comisión rogatoria junto con un fiscal, el fiscal Rubira de la Audiencia Nacional, que iba a cumplimentar la acusación contra Abu Dahdah [el líder de la célula española de Al Qaeda, desarticulada en 2001]. Entonces, se había solicitado una comisión rogatoria a Noruega para tratar de obtener [información] sobre un terrorista kurdo que estaba allí detenido y con el que había tenido relaciones Abu Dahdah, detenido en España. Queríamos saber cuáles eran esas relaciones. Y el fiscal me preguntó: '¿Quién cree usted que puede ser el autor?' Y yo le dije: 'ETA, quien va a ser'.
'De los siete que explotaron en el piso de Leganés, cinco eran seguidores de Abu Dahdah'
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Era lo que pensábamos todos, no solo la Policía. Yo recuerdo a muchos policías aquel día dando a entender que podía haber sido ETA. El único grupo terrorista que se nos venía a la cabeza era ETA. ETA había aparecido unos días antes, una semana antes, por la zona de Alcalá de Henares con una furgoneta y además querían cometer un atentado en Atocha. Coincidía todo. La primera impresión, y en base a la información que teníamos, pues ETA.
¿Y cuándo cambia todo? ¿Cuándo comienza la investigación a hacerse cargo de que no estamos hablando de ETA? ¿Cuándo empieza la UCIE a sacar la cabeza y a llevar ellos la investigación porque hay muchos indicios que apuntan a una teoría que no tiene nada que ver con ETA?
Eso me cogió a mí un poco de forma colateral porque yo estaba destinado en Burgos, pero había venido a Madrid porque estaba preparando el juicio de Abu Dahdah. Y eso necesitaba mucha preparación. Piense usted que yo estuve declarando 80 horas en el juicio. No sé si hay algún español que haya declarado 80 horas en un juicio. Dos semanas, quince días en sesiones de mañana y tarde. Eso requería mucha preparación y me habían dejado a toda mi antigua sección para ayudarme a preparar todo el juicio: sacar material, hacer Power Point...
Los que llevaban la investigación eran los del piso de arriba, que eran los expertos de ETA, porque en aquel momento no se pensaba en otra cosa que no fuese ETA. Todo apuntaba a ETA. Pero en aquel momento apareció la furgoneta de Alcalá en la que apareció una cinta con versículos del Corán y entonces el comisario general dijo: 'Cuidado, que puede haber árabes por medio". Entonces dieron entrada a los agentes de Información Exterior.
Y poco a poco, en una investigación conjunta entre los expertos en ETA y los expertos en información exterior, la balanza se fue inclinando para el lado de los árabes y abandonando la idea de ETA porque todos los indicios iban hacía los árabes, hacía el terrorismo árabe.
Si hay algo que reconocen todos los servicios de información extranjeros —por ejemplo los franceses, los ingleses y los alemanes— es la rapidez, la habilidad que tuvo la policía española a la hora de practicar las primeras detenciones. ¿Cómo se realizan esas primeras detenciones?
Yo estaba preparando mi juicio, no estaba en la investigación en ese momento, pero por lo que yo recuerdo el primer indicio serio que podía llevar a los terroristas era la bomba que no explotó. Había un teléfono móvil, y a través de ese teléfono móvil se pudo saber dónde se habían vendido esas tarjetas. Eran unos hindús que estaban por la zona de Lavapiés. Era una empresa dedicada a la venta de móviles, de tarjetas, y a través de ellos se pudo saber que se lo habían vendido a Jamal Zougam. Y, ¡ay, amigo!.
Aquí ya entrabamos en terreno conocido. Jamal Zougam es un viejo conocido mío desde hace mucho tiempo. Viejo conocido en sentido figurado porque yo nunca tuve el placer de conocerle, pero sí he sabido mucho de sus andanzas. He estado detrás de él y, si no le he detenido es porque me han frenado, en el sentido de que mis superiores decían que no tenía las pruebas suficientes, aunque yo siempre he pensado que si las tenía. Un juez francés solicitó la detención prácticamente con las mismas pruebas que teníamos y el juez español se la denegó, entonces tuve que dar la razón a mis superiores desde un punto de vista judicial. He querido detenerle varias veces. Le conocía perfectamente y aquí entrabamos en un terreno muy conocido.
Ya eran una serie de islamistas los que estaban alrededor, y entre ellos, toda la célula de Abu Dahdah, que era muy conocida en esos momentos porque llevábamos ocho años investigando a esa célula. Me acuerdo de que la juez Brugier pidió una comisión rogatoria en la que pedía la detención de Jamal Zougam. Entonces, se nos abrieron los ojos y pensamos que no había mas remedio. Sin embargo las autoridades judiciales españolas decidieron que no. Sí interrogarle, pero no detenerle. Le tomamos declaración en su momento, esto es mucho antes que el 11-M y le pusimos en libertad.
Usted fue la persona que localizó ese piso refugio donde los terroristas del 11-M se escondieron durante días a la espera, probablemente, de planear más atentados porque así lo indican las investigaciones policiales. ¿Cómo se llega al piso de Leganés?
Le puedo decir exactamente cómo se llega al piso de Leganés, con pelos y señales. Incluso nos tenemos que retrotaer un poco para comprender la situación. Estaba preparando el juicio de Abu Dahdah: la Operación Dátil, que no se nos olvide, [en la] que les acusamos de las Torres Gemelas; no solo les acusamos, sino que se les condenó por las Torres Gemelas en primera instancia. Fueron condenados por pertenecer a Al Qaeda y por haber participado de alguna forma en los atentados de las Torres Gemelas en el 11-S.
Cuando un policía de barrio lleva 25 años investigando la delincuencia común, cuando hay un atraco en el barrio y le describen a la persona que lo ha hecho, inmediatamente te dice: 'Este es el veneno, este es el fulano'. Porque es su estilo, porque es el arma que lleva, porque le conozco, porque su descripción física encaja. Pues con el terrorismo ocurre lo mismo. Hay un momento que tienes tanto conocimiento de lo que pasa que, cuando ocurre algo, tienes tu propia teoría.
Y mi teoría fue que Said Berraj debía estar en el 11-M. Yo tenía mis razones: había estado en Afganistán, había entrenado con armas y explosivos, pertenece a la célula de Abu Dahdah y a la célula que tenía conexiones con Jamal Zougam. Y por eso se deducía que era la persona que les había enseñado a fabricar explosivos.
En Internet hay muchas páginas que te explican cómo hacer explosivos, cómo colocarlos, pero si no tienes a alguien que te explique cómo se hace es imposible; es muy arriesgado ponerte a colocar cables sin tener conocimiento. Yo decía a mis jefes: 'Ahí tiene que haber alguien que ha estado en Afganistán, que ha entrenado y que lo tenemos aquí'. Y en aquel momento la única persona que pertenecía a esa célula y que había estado en el extranjero era Said Berraj. El mensajero, como se le conocía.
Y, por cierto, resulta muy curioso porque la información nos llegó el día anterior al 11-M. El 10-M nos llegó la confirmación. Nosotros estábamos detrás de Said Berraj por intuición y habíamos acertado. Habíamos emitido una comisión rogatoria a Turquía en la que pedíamos que nos identificasen a una serie de personas que habían pasado por Turquía camino de Afganistán y nos la contestaron. Nos habían mandado las identidades, pero no nos habían mandado ni las huellas ni las fotografías de las personas que habían estado en un piso en Estambul. La verdad es que es para alucinar en colores, vaya cuatro. Vaya cuatro estaban viviendo, ahora si lo miramos con la vista atrás. Amer Azizi, llegó a ser posteriormente el número cuatro de Al Qaeda. Said Berraj, por quien llegamos al piso de Leganés. Laser Alkarim, de la Operación Gala, fue una persona que estuvo en Afganistán, estuvo detenido en Guantánamo, regresó a Madrid, lo acogimos, nos puso verdes a todos y le volvieron a detener en la Operación Gala porque estaba reclutando muyaidines y combatientes con destino a Siria, ahora hace año y medio. El último era Salaheddine Benyaich, conocido por el apodo de Abu Muhgen y que actualmente está cumpliendo condena en Marruecos por su implicación en los atentados de Casablanca contra intereses españoles. Inmediatamente, intentamos localizar a Said Berraj, pero claro, estábamos ya en marzo del año 2004.
Hubo un momento en el que se había detenido a Jamal Zougam pero no se avanzaba más. Se estaba rastreando una serie de tarjetas de teléfono que en aquel momento estaban operativas y alguien las estaba utilizando. Y ese alguien estaba por la zona de Leganés. Pero claro, eso era localizar una aguja en un pajar. Leganés estaba tomado por mil policías, tratando de ver si sonaba ese teléfono. Lo cogía un árabe y se llegaba a la conclusión de que ese árabe era. Eso en una ciudad de 150.000 habitantes donde hay árabes por miles. Es poco menos que imposible. Entonces, en un momento determinado ,el jefe de la unidad me dijo: 'Oye, Rafa, tú que sabes de árabes, mira a ver si ves alguna línea de investigación que no hayamos visto, mira a ver si encuentras algo'.
Cuando yo entré a la habitación donde se estaba instruyendo todo, salí desmoralizado. Era una habitación de 30 o 40 metros cuadrados, bastante grande. Lo instruido hasta ese momento en papel era increíble. Las cuatro paredes estaban llenas de montones de papeles hasta una altura de un metro, pero todo ello rodeaba las cuatro paredes de la habitación. Yo lo primero que pensé fue: 'Para leer esto necesito dos años. Pero si a estos hay que cogerlos ya... Es que van a matar a más españoles, es que estos nos van a achicharrar y yo para sacar una línea de investigación necesito dos años para leerme todo'.
'Comencé a mirar los teléfonos y, de repente, me paré en uno y dije: 'Este teléfono''
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Yo pensé: 'Aquí no pinto nada'. Estaban trabajando mil personas, mañana y tarde, y yo no sabía que hacer ahí. Y sin saber qué hacer, encima de la mesa del instructor había papeles y los cogí. Y los primeros papeles que cogí eran seis hojas rellenas de teléfonos. Como la guía telefónica: no había nombres, solo números de teléfono. Había cientos de teléfonos, seis hojas por ambas caras. Eran todos los números telefónicos que hasta ese momento habían salido en la investigación de todos los investigados. Pues comencé a mirar los teléfonos y, de repente, me paré en uno y dije: 'Este teléfono'. Y entonces me fui a ver al instructor y le dije: '¿Y qué habéis hecho con este teléfono?' Y me dijo: 'De momento, ese teléfono esta descartado; estamos mirando otros que están usando los árabes relacionados con los detenidos'. Y le dije: 'Pues yo voy a mirar este teléfono'. Y comencé a investigar ese teléfono. A la semana, estaba el piso de Leganés.
Me voy a anticipar a esa pregunta: ¿por qué ese teléfono?
Sí, esa era la pregunta.
Tantos años dedicados a árabes, al final te aprendes sus nombres, donde viven, sus calles, sus hijos, qué tienen, lo que han estudiado. De las investigaciones que llevaba yo me sabía todos los teléfonos. Sé que es increíble, pero es así.
¿Se acordaba usted de ese teléfono porque lo había visto en alguna investigación?
Sí, por supuesto. Era muy parecido al de Said Berraj. Tan parecido que variaba en seis o siete números secuenciales. Yo me sabía el numero de Said Berraj. Ya se me ha olvidado, pero me lo sabía. Lo tengo enmarcado. Lo tengo en un cuadro en mi casa, enmarcado. Y me sabía el teléfono de Abu Dahdah. Y te lo decía de memoria. Me sabia sus calles de memoria, era un archivo viviente respecto a los árabes. Y me di cuenta enseguida de que ese numero variaba seis o siete números secuenciales respecto al de Said Berraj. Y yo desde el primer momento suponía que Said Berraj les tenia que haber ayudado a fabricar los explosivos. Y, razonamiento de niño de baba: 'Si Said Berraj está, la persona que está utilizando este teléfono está con Said Berraj. Han ido a comprarlo juntos; por lo tanto, pertenece al comando'.
Empezamos a investigar el teléfono, al titular de este teléfono. Por cierto, era una tarjeta, no había titular. Entonces pedimos el tráfico de llamadas: llamadas salientes, llamadas entrantes... Y empezamos a investigar a todas las personas que habían llamado a ese teléfono y a todas a las que ese teléfono había llamado. Esta fue una investigación contrarreloj porque mi equipo y yo estábamos plenamente concienciados de que teníamos que salvar vidas. Sabíamos que España estaba pendiente de nosotros y que eramos la punta de lanza contra contra el terrorismo árabe. Y que si no llegábamos nosotros no iba a llegar nadie, nos iba a costar miles de vidas. Recuerde que estaban preparando el atentado del AVE. Miles de vidas.
Cuando llegamos al piso era justo el momento en el que estaba saliendo el segundo vídeo en el que los terroristas, en esa escenificación abominable, estaban diciendo en palabras castizas: 'Os vamos a dar hasta en el carnet de identidad'. Eran lo que estaban diciendo, en pocas palabras. Que iban a cometer atentados por toda España. Que iba a haber miles de muertos por toda España. Y entonces la investigación tuvo que ser a toda pastilla.
Usted llama a su jefe y le dice: 'Jefe, los tenemos'.
Sí, eso es cierto. Me gustaría ir por partes. Empezamos a investigar ese teléfono: llamadas entrantes, llamadas salientes... Y la última llamada era una llamada entrante. Es decir, alguien había llamado a ese teléfono, que podría ser de alguien que acompañaba a Said Berraj. Todo eran llamadas de cabina. Llamaban desde una cabina, llamaban a la cabina... Cabinas en Morata de Tajuña. Ahora nos dice mucho, pero en aquel momento no sabíamos nada de Morata de Tajuña. Y la última llamada era de alguien que estaba llamando al que estaba utilizando ese teléfono.
Y, ¿qué ocurre? Que era un teléfono de un español, curiosamente. Hicimos una investigación rapidísima para ver quién podía ser esa persona, que podría ser bueno o malo. Vimos que era una persona normal y corriente y se nos abrieron los ojos. Lo primero que pensé es que esa persona nos podría decir quién era el titular de ese teléfono. Nos lo va a identificar. Le ha llamado, sabe quien es. La verdad es que fuimos ilusionadísimos porque 'tiene que saber quién es'. Cuando llegamos, nos dijo que tenía una especie de inmobiliaria, que se dedicaba a alquilar pisos y ese teléfono era 'de unos árabes a quien hemos alquilado un piso el ocho de marzo'. Lo primero que pensamos fue: '¡Bingo! Ya está, hemos llegado'.
Los primeros que llegaron fueron dos compañeros, a los que les dije que se retirasen 100 metros por lo menos. 'Que no os detecte nadie'. Era una zona muy complicada, era una zona muy residencial. No había tiendas, no había cafeterías y la presencia de unos jóvenes como estos daba muchas sospechas. Les dije que tuviesen el piso a la vista por si salía alguien, algún árabe, y les dije que les mandaba refuerzos.
Recuerdo que se habían ido a comer el jefe de la unidad y el comisario general, y que me llamaron para comer. Y yo les dije que no podía ir porque estaba esperando una llamada muy importante. Y le dije: 'Lo mismo te sorprendo'. Todavía no sabía que el piso lo habían alquilado el 8 de marzo. Y, efectivamente, cuando me dijeron la fecha inmediatamente cogí el teléfono. Estábamos unos ocho o diez en la habitación y le dije a mi jefe: 'Mariano, tengo el piso de seguridad de los terroristas'. Mi jefe me dijo: '¿Pero que dices, Rafa?' Y le repetí: 'Tengo el piso de los terroristas'.
Date cuenta de que yo no llevaba la investigación. La investigación la llevaban mil personas de la Comisaría General de Información y yo, por orden de mi jefe, había intentado sacar alguna pista de información para poder llegar a ellos.
¿Y cómo fue la prueba para saber que esas personas estaban allí dentro?
Pues esa es otra historia. Y una historia muy bonita, además. Eran las tres de la tarde, no se me olvidará jamás. Y yo decía que era el piso de seguridad de los terroristas. Yo sabía que eran ellos, sabía que habíamos llegado. Mi jefe me preguntó si sabíamos si había alguien dentro del piso y le dije que no lo sabía, pero que iba a hacer gestiones. El inspector que estaba junto al piso llamó al telefonillo y alguien con acento árabe le contestó. El inspector le dijo en un tono muy castizo y juvenil: 'Colega, me he olvidado de la llave inglesa, ábreme porque la necesito, estoy abajo arreglando la moto'. Su interlocutor, con un marcado acento árabe, le contestó que se había equivocado de piso. Por eso pudimos saber que alguien estaba en el interior del piso. Pero la sorpresa fue que todo el núcleo duro de la célula terrorista eran los que estaban en el interior.
Inmediatamente mandaron gente allí. Mandaron entre 18 y 20 y llegaron rápidamente porque estaban en Leganés. En esos momentos, nuestro objetivo era saber como íbamos a preparar la operación. Era algo inmediato y en esos momentos es cuando bajó uno a tirar la basura. Salieron inmediatamente detrás de él. Él vio mucha gente, mucha gente joven, y se dio cuenta de que era la Policía la que había llegado allí y que les teníamos rodeados. Dobló una esquina y echó a correr. Salieron corriendo detrás de él, con la mala fortuna de que él era corredor y la verdad es que era muy bueno corriendo. Estaba muy bien preparado físicamente.
Después vimos que esa persona llamó. Cuando consiguió quitarse el susto, llamó a los del piso y les dijo que estaban rodeados. Sobre las cinco de la tarde, aproximadamente, comenzaron a pegar tiros desde la ventana. Los terroristas comenzaron a disparar contra los policías que estaban fuera. Y eso no lo podré nunca olvidar porque fue la confirmación de que habíamos llegado al piso de los terroristas.
'Los terroristas comenzaron a disparar a los policías... ese momento fue la confirmación de que habíamos llegado al piso de los terroristas'
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Se me está alegrando la cara porque recuerdo perfectamente cómo comenzamos a chillar, cómo comenzamos a gritar, cómo comenzamos a chillar '¡Viva España!'. Fue algo increíble. Nos estaban pegando tiros y nosotros estábamos aplaudiendo porque nos estaban pegando tiros. Aplaudíamos. Aplaudíamos por haber dado bingo y haber encontrado el piso de los terroristas y evitar lo que estaba saliendo en ese momento por televisión, que nos iban a machacar estaban diciendo.
¿Quién decide la intervención? ¿Cómo se decide eso? ¿En qué momento se decide subir al piso?
Fue la primera vez que mi equipo no me obedeció. Todo mi equipo salió corriendo desde Canillas hacía Leganés para apoyar a los dos compañeros que tenían allí desde el principio. Todos se fueron corriendo al piso y me dejaron solo. Me tuve que quedar en la unidad de enlace porque no quedaba nadie. Yo fui al piso, pero ya serían las tres de la madrugada, aproximadamente.
Antes de inmolarse, los terroristas llaman a sus familias a Marruecos para despedirse. ¿Las autoridades marroquíes avisan a las autoridades españolas de esas llamadas?
No recuerdo que llamasen a Marruecos. Llamaron a Túnez, porque alguno de ellos tenía parientes en Túnez y creo que llamaron los tunecinos. Posiblemente, los marroquíes avisaron también al jefe de mi unidad.
Y el momento de la explosión...
Pues mire, yo estaba hablando con los dos míos en ese momento y escuché la explosión casi por el móvil.
¿Lo que nos pasó en Madrid tiene que ver con el 11-S? ¿Existe algún tipo de relación entre ambos atentados? ¿Existen elementos comunes?
Conseguimos que la justicia condenase a Abu Dahdah por el 11-S. Voy a dejar que, bien la periodista que me está entrevistando o el público, saquen sus propias conclusiones. Cuando detuvimos a Abu Dahdah hubo una persona que ayudó a la familia, que empezó a recaudar dinero para ayudar a la familia. Comenzó a visitarle en la cárcel. Él tenía muchas visitas en la cárcel. Él recaudaba dinero en las mezquitas y después se lo daba a la familia. Esa persona se llamaba Serhane Ben Abdelmajid, El tunecino, el líder del comando que explotó en el piso de Leganés. Saque usted las consecuencias.
¿Por qué mantiene usted que Abu Dahdah fue el autor intelectual del 11-M?
Sí. Vamos a ver, yo maticé mucho lo del autor intelectual cuando fui a la comisión de investigación del Congreso. De los siete que explotaron en el piso, cinco eran seguidores de Abu Dahdah. A esos hay que sumar a Jamal Zougam, que era otro seguidor; Said Berraj, que era otro seguidor... La persona que utilizaba la tarjeta que investigamos, por ciertol se llamaba Mohamed Belhadj, persona que alquiló el piso de Leganés. Elegimos para investigar a la persona que había alquilado el piso de Leganés, el que había dado su nombre para alquilar el piso de Leganés.
Qué quiere que le diga. ¿Son todo seguidores de el? Le han estado ayudando. Yo no digo que Abu Dahdah, porque le conozco muy bien y no es su estilo, planease. Él, como todos los yihadistas, solo incita. Como todos los líderes religiosos, él dice qué hay que hacer. Ellos lo que dicen es: 'Tenemos que dar un golpe, tenemos que actuar'. Pero él no planea, él solo provoca e incita, pero son todos sus seguidores los que han participado en el 11-M. Por tanto, desde el punto de vista de la persona que ha conformado un grupo, que lo ha adoctrinado ideológicamente, que lo ha preparado —recuerdo que había reuniones en el río, en el Jarama, y él las preparaba, les adoctrinaba— y desde el punto de vista de las incitaciones que hacía, sí, era el autor intelectual.
¿Hoy en día hay algún elemento de unión, algún dato que nos pueda llevar a decir que existió algún tipo de relación entre el 11-M y ETA?
Que yo sepa, no. Y en la parte en la que yo intervine, nada. Y eso que fui yo el primero que dije que era ETA. En base a hechos reales, desconozco que haya ninguna relación.
¿Hubo algún fallo en esta investigación?
Hombre, en todas las investigaciones hay fallos. En todas. Hacer una cosa perfecta es casi imposible. Siempre te vas a preguntar '¿Y por qué no hice esto? ¿Por qué no hice lo otro?'... La parte que yo conozco fue una investigación con suerte, con tacto, utilizando la experiencia que teníamos. Y para mi fue fenomenal.
Era el año 2004. Ahora estamos en 2017. Antes era Al Qaeda, ahora la amenaza es el Estado Islámico, pero lo cierto es que desde el 11-M no nos han golpeado, no hemos tenido que lamentar ningún atentado terrorista.
Toquemos madera. Estamos teniendo mucha suerte y nuestros servicios de inteligencia, nuestros servicios policiales, están actuando muy bien. Creo que hemos acertado en una cosa: en facilitarles su trabajo. Ahora están muy de moda los combatientes extranjeros, pero este fenómeno no es nada nuevo.
Cuando estaba investigando a Abu Dahdah, recuerdo con desesperación que en los años 90 ya se hablaba en Europa de los combatientes extranjeros. Ahora es Siria, pero en aquel entonces eran Bosnia, Afganistán, Chechenia. Yo poco menos que despedía en el aeropuerto de Barajas a los que se iban a Bosnia o a Afganistán. Yo he identificado a todos. Los tenía identificados, los tenía grabados y no podía hacer nada.
Cuando volvían, sabíamos perfectamente que el peligro era ese. El peligro era que iban a zonas en conflicto, donde entrenaban en forma terrorista y luego regresaban a tu país. Eran bombas de relojería. Por eso estábamos detrás de Said Berraj. Said había ido a Afganistán, había entrenado y había vuelto. Estuvimos completamente centrados en él, como habíamos estado centrados en otros muchos que habían ido. Por ejemplo, el propietario de la finca de Morata de Tajuña, Mohamed Needl Acaid, que ya había sido detenido en la Operación Dátil y de quien sabíamos que anteriormente fue a luchar como muyaidin a Bosnia. Y en aquel entonces no había cobertura legal, esa conducta no era delictiva. Sabíamos que era una actividad peligrosísima y que si había algún terrorista saldría de ahí.
Lo único que podíamos hacer entonces era controlarles. Lo que hacían aquí, lo que hacían allí... Ahora, no. Me siento en cierto modo responsable de las detenciones que ahora se están haciendo respecto a los que regresan de Siria porque participé en las reuniones que se estaban celebrando entre el Ministerio del Interior y el Ministerio de Justicia para modificar el Código Penal y establecer como figuras delictivas determinadas formas de actuación que hasta ese momento no eran delito.
Estuvimos asesorando a los jueces del Ministerio de Justicia para que supiesen los tipos que queríamos que fuesen delictivos. Y así se ha modificado. El adiestramiento militar y el viajar a una zona de conflicto son delito, y lo que está pasando es que se está deteniendo a todos los que vienen de zonas de conflicto. Y me alegro de ello porque son terroristas en potencia.
El atentado del 11-M marcó un antes y un después no solo en la lucha antiterrorista, sino también en la sociedad española, que nos dimos cuenta de que teníamos que luchar contra una amenaza muy grande. Provocó también un cambio de gobierno, un enfrentamiento entre todas las formaciones políticas... ¿Cómo vio la Policía todos estos enfrentamientos entre las distintas formaciones políticas? ¿Cómo vio que el PP siguiese defendiendo la teoría de ETA?
Me pide una cosa que nunca me he planteado. Nosotros realmente lo que hicimos fue trabajar y trabajar. Le puedo decir que el día que llegamos al piso de Leganés yo llevaba 70 horas sin dormir. Me faltaban dos horas para los tres días. Llegue a casa y no se cuántas horas dormí. Mi equipo, igual. Era todo a la carrera, no leíamos la prensa. Todo era detener, detener; no se podía escapar ninguno. Y eso era una carrera contrarreloj porque cualquier terrorista que se escapase nos la podía armar, podía continuar en plan venganza con lo que en principio tenían planificado. No tuvimos tiempo para las peleas políticas.
¿Se siente usted satisfecho y recompensado por la sociedad española? ¿Cree que ha tenido el suficiente reconocimiento tanto de su gente como de la sociedad por todo lo que evitó?
Me siento muy orgulloso de lo que hicimos. Cualquiera al que usted pregunte de mi sección le podrá decir que es una enorme satisfacción poder decir a nuestras familias, a nuestros hijos, que fuimos las personas que llegamos al piso de Leganés. Me siento muy orgulloso.
Ana Terradillos
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra (1991-1996) y en Ciencias Políticas por la UNED...