Gastro

Cuando el teatro se come

¿Hemos desaprovechado el potencial de la interacción entre la gastronomía y las artes escénicas?

El Amante. / TEATRO KAMIKAZE

Madrid

La gastronomía se basa en la mezcla: ingredientes, historias... Quizá por eso también es fácil combinarla con otras disciplinas. Lo hicieron, por ejemplo, los hermanos Roca con las proyecciones de El Somni: alta cocina mezclada con ópera para acabar emplatando un documental. Y en el cartel del Portamérica aparecen grupos y cantantes, como Triángulo de Amor Bizarro o Kase.O, pero también cocineros como los gallegos Pepe Solla, Iván Domínguez o Lucía Freitas.

A esta tendencia acaba de sumarse el reciente estreno de El amante de Harold Pinter en el Teatro El Pavón Kamikaze de Madrid. La representación arranca con una fiesta de la que el mismo público forma parte y en la que los anfitriones ofrecen cerveza, un cóctel diseñado por Adriana Chía —mejor bartender de España en 2016— y hasta un mochi creado por Diego Guerrero, chef del restaurante DSTAgE.

Álex García, el productor de la obra, cuenta que buscaba generar estímulos poco frecuentes en el teatro: aromas, sabores... "No es un texto que dé pie a la gastronomía, pero es una pareja que come y bebe como cualquier otra", explica.

Su objetivo era que el teatro no solo entrase por el oído y por la vista, sino que también lo hiciera por la boca y, para conseguirlo, supo de inmediato a quién debía recurrir: "En Catarsis del tomatazo ya dábamos comida, estuve en un espectáuclo del Circo del Sol que venía con cena y también fui a un cine de EE UU en el que ofrecían comida muy elaborada, pero la experiencia gastroteatral más grande que yo he tenido fue en el restaurante Club Allard, cuando estaba allí Diego Guerrero. Iba con varios amigos y les dije: ¿no os parece que esto es una obra de teatro? Y todos coincidimos en que sí. ¡Te cambiaba la energía!".

No es casualidad que el actual restaurante del cocinero alavés se llame DSTAgE, un nombre que, además de contener sus iniciales, en inglés suena como la traducción de el escenario. Toda una declaración de principios. "Nos sentimos como un cuerpo teatral, una banda de rock o un ballet", explica el chef. "Tenemos dos funciones darias y con público diferente, pero en vez de tocar canciones, preparamos platos. El menú es nuestro guion o nuestro texto, pero la esencia es la misma".

Esa misma actitud teatral está presente en restaurantes modernos como A Barra o Heart Ibiza, pero también en establecimientos profundamente clásicos, donde el personal de sala nunca se ha limitado a transportar platos sino que, para trinchar un carne o limpiar un pescado, montaban una auténtica performance.

Para El amante, un texto que aborda el deseo, la infidelidad y la hipocresía, entre otros grandes temas, Diego Guerrero buscaba un bocado "que sumara, que acompañara y que estuviera sin notarse". Atributos que encontró en un mochi elaborado con hoja de pandan, coco, lima kaffir, citronela, polvo de chile y pasta de frambuesa deshidratada. Un aperitivo "de textura aterciopelada y muy sensual" que, como advierten los propios actores durante la obra, no tiene ni lguten ni lactosa.

"Me parece que esta combinación es el futuro porque a la gente le encanta la gastronomía", sentencia Álex García. "Dentro de poco será factible entrar en un teatro y comer y beber durante la representación. Hay obras que lo permiten y otras que no. En este caso, la hemos adaptado. Pero yo aspiro a hacer un espectáculo total en el que la gastronomía esté totalmente integrada".

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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