Elecciones 23 de julio

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ADELANTO ELECTORAL

Los bandazos de un sueño frustrado: Sánchez vuelve a la casilla de salida

El PSOE y el Gobierno no descartan que por primera vez en la historia de España se celebre un súper domingo electoral en el que coincidan las comicios locales, autonómicos y generales

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / JUAN MEDINA Reuters

Madrid

Los hechos demuestran que jugar a los futuribles en la actual legislatura puede resultar una tarea altamente arriesgada, pero este lunes el Gobierno ha alimentado una posibilidad que descartaba hace menos de una semana. La posibilidad de un adelanto de las elecciones generales. Una opción que cobra fuerza, incluso dentro del círculo más próximo al presidente, después de reconocer en público que quizás no puedan presentar sus propios presupuestos por falta de apoyos.

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El proceso ha sido largo y líquido. Tras declarar que su intención era agotar la legislatura en junio, inició el curso político en la Cadena SER. El 3 de septiembre Sánchez asumió por primera vez que su Gobierno dependía de la aprobación de las cuentas públicas. "Estos no son mis Presupuestos y a finales de noviembre presentaremos otros", decía por aquel entonces firme en que no seguiría con las cuentas de Rajoy prorrogadas.

En estos dos meses y medio, el Gobierno se conjuró para sacar adelante el proyecto económico sobre el que pivotaría su agenda social en contraste con las políticas conservadoras. Pese a su debilidad parlamentaria, solo 84 diputados, los socialistas cerraron un acuerdo con Podemos confiados en que sumarían los apoyos necesarios con los partidos de la moción de censura. El Salario Mínimo Interprofesional, un cambio en la política de vivienda, avances en conciliación, pensiones... Sánchez e Iglesias escenificaron su sintonía con una foto el 11 de octubre. Eran los presupuestos que "cuidaban a las familias y el Estado del bienestar", en boca del líder de Podemos.

Para ese día, el Gobierno ya había aceptado que tendría que presentar las cuentas con o sin el nuevo margen del déficit. El bloqueo parlamentario de PP y Ciudadanos le impedía aprobar la nueva senda en el Senado. Las negociaciones discretas con el PNV no eran un obstáculo pero el respaldo de los independentistas catalanes acumulaba exigencias. ERC y PdeCat querían un gesto con los presos del procés con la mirada puesta en la fiscalía. Iglesias se fajó en las conversaciones. Visitó a Junqueras en prisión y charló con Carles Puigdemont pero los soberanistas no se movían.

El Gobierno entendió que tenía que hacer algo. La Abogacía del Estado acusó a los políticos encarcelados de sedición en lugar de rebelión, pero la Fiscalía mantuvo la acusación pidiendo hasta 25 años de cárcel para Oriol Junqueras. Los escritos de acusación del 2 de noviembre enterraron las vías para un hipotético pacto pese a que, desde el Gobierno, se insistía en que no había que mezclar la situación procesal con la mejora de las condiciones de vida para los catalanes que contemplaban las nuevas cuentas. Tanto ERC como Quim Torra zanjaron esa misma noche el debate: "Sánchez, desde el pueblo de Cataluña le retiramos el apoyo. Le decimos que no votaremos los Presupuestos".

En estos últimos 15 días se abrió un escenario incierto. El 5 de noviembre, José Luis Ábalos, secretario de organización de los socialistas, introdujo la primera variable. El propósito del Gobierno era agotar la legislatura y desarrollar la agenda social de su Gobierno "con o sin presupuestos". Desde Bruselas, Nadia Calviño ahondaba en ese mensaje, en el plan B. "Nosotros seguimos trabajando para tratar de armar esos consensos y lograr ese apoyo. Y si al final no se hiciese, el sistema que tenemos prevé, no es la primera vez que sucede, la prórroga presupuestaria, y podemos hacer los ajustes necesarios", señaló la titular de Economía.

El Gobierno preparaba el terreno para la prórroga presupuestaria, para gobernar con las cuentas de Rajoy pese a la negativa de Sánchez dos meses antes. Sánchez no ponía fecha a la llegada de su proyecto estrella al Congreso mientras se multiplican los mensajes en público y privado. El pasado miércoles, el presidente fue tajante en su respuesta al líder de la oposición, Pablo Casado, en la sesión de control. "Antes de final de año este Gobierno cumplirá y trabaja en plazos para presentar en la cámara los presupuestos que necesita este país". El anuncio se evaporó pronto. Horas más tarde, desde Moncloa se deslizó la idea de que no presentarían siquiera las cuentas sin los apoyos asegurados. Dos días más tarde, Sánchez le ponía voz desde Guatemala. "Si hay respaldo parlamentario para poder presentar los presupuestos en diciembre, perfecto. Si no, nos iremos a modificaciones con Real Decreto de los presupuestos que heredamos de Rajoy".

El Ejecutivo golpeaba otra puerta. Su acción de gobierno, su agenda social, pasaba por gobernar a través de decretos para 'corregir' las cuentas de Rajoy y presumir de políticas progresistas. Sacar adelante estas medidas, con el posible apoyo de los independentistas, sería más fácil en el Congreso que el proyecto económico global. Sánchez no quiere cosechar una derrota política con el ciclo electoral ya abierto. El presidente no hizo alusión a un adelanto electoral mientras su portavoz defendía que el Gobierno se mantenía firme en su trabajo pese al aviso de Pablo Iglesias. "¿Tiene sentido que un gobierno que tiene 84 diputados en el Congreso gobierne a través de derechos con una mesa del Congreso controlada por PP y Ciudadanos? Creo que es muy difícil, sería sensato hacer elecciones. No hay que descartar que haya elecciones generales antes que municipales", había espetado el líder morado en una entrevista radiofónica.

Y ahora, dos meses y medio después de aquella declaración en 'Hoy por hoy', el presidente y su círculo más cercano vuelven a poner sobre la mesa el adelanto electoral que deslizó Sánchez si los presupuestos fracasaban. En este tiempo, se han afanado en sacarlos adelante, han ahuyentado cualquier idea de ir a las urnas, han abierto y cerrado la puerta a una prórroga, han rebatido sus propios mensajes... El Gobierno ha ido acomodando el mensaje hasta hoy, donde Sánchez ha vuelto a la casilla de salida, a ese 3 de septiembre. Tras asumir que es más que probable que no haya presupuestos, ahora reconoce que es posible que no se agote la legislatura. El presidente se ha encargado de recordar que él tiene el control, es el único con la potestad de convocar a los españoles a votar. Ayer se preparaban para gobernar al menos un año más, hasta otoño de 2019 –la fecha que más gusta a algunos barones para el adelanto electoral–, hoy han alimentado la propuesta de un 'súper domingo' electoral. El tiempo dirá, solo Sánchez puede manejarlo.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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