Los trucos definitivos para que los niños devoren la fruta y la verdura
Una buena planificación e involucrarlos en la cocina son algunos de los consejos que mejor funcionan
Madrid
Noche. Interior. Comedor de una casa.
- “No me gusta la ensalada”.
- “Cométela que es sana”.
- “Quiero una salchicha”.
- “Vale, venga”, responde su padre o madre (o quien esté a cargo del niño) de forma poco convincente, tras la conversación que se ha repetido en bucle y con mala conciencia, apremiado por la prisa de cada cena antes de que se haga más tarde para irse a la cama.
Es lo que triunfa. No falla. ¿Por qué gusta más la comida menos sana? ¿Tan difícil es que los niños disfruten y devoren frutas y verduras? La cesta de compra de los españoles ha cambiado en los últimos años. En 2017 aumentó el consumo de platos preparados, aceite de girasol y bajó el de fruta. Los alimentos que suponen un mayor volumen son las verduras y hortalizas, con una media de 101,2 kilogramos por persona. Son datos del ministerio de Agricultura y Pesca.
Los especialistas y el sentido común dicen que es una cuestión de costumbre, de educación, de pedagogía. Y en cuestión de hábitos saludable, la educación es clave. “Es recomendable comenzar cuanto antes a ofrecer la verdura en trozos. Si a partir de los seis meses comenzamos a darle triturado no podrá apreciar los distintos sabores de lo que tiene el mejunje. El bebé no tiene la oportunidad de identificar tampoco la textura. Lo niños que no han introducido los sólidos antes de los nueve meses, a la edad de los 7 años tienen un abanico menor de gusto de frutas y verduras. Por eso es importante ofrecer sólidos”, afirma Natalia Moragues, farmacéutica y diestista-nutricionista.
Siempre es bueno escuchar a los que saben. Nos ahorrará mucho tiempo y podremos aplicar trucos para conseguir instaurar unas costumbres saludables en el presente que serán las bases de su vida adulta y de los que le rodeen. Ahí van algunos.
Trucos que funcionan:
Tener frutero a mano. “Te sorprendería comprobar las veces que los niños pasan por la cocina, ven el frutero tan bonito y cogen alguna pieza si tienen hambre”, explica Natalia.
Dar ejemplo. Si los padres no comen fruta y verdura, difícilmente lo harán sus hijos, coinciden ambas nutricionistas.
Que la verdura sea el alimento principal. El plato de Harvard lo dice claramente: la mitad debe de contener verdura y el resto estar compuesto a partes iguales de hidratos y proteínas.
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Dejad que los niños entren en la cocina. Y cocinen. “Sé que los padres se agobian a veces con este consejo, pero es importante. Mientras ellos preparan las verduras, a los niños les encanta, por ejemplo, jugar a los restaurantes”, recomienda Rebeca Pastor, nutrionista de ‘My personal food’.
Un cajón propio de utensilios diversos. Si entran en la cocina, necesitan herramientas. Hay que elegir las adecuadas según la edad. Entre ellas, son muy divertidos los sacapuntas de verduras como zanahorias. El vídeo de Rebeca lo muestra arriba.
Seguir ofreciendo. “A veces hay que probar varias veces el alimento para que te guste. Hay que insistir, pero cambiando la fórmula. Es decir, lo primero es detectar si lo que no gusta es el sabor o la textura. Y a partir de ahí, cambiar la técnica en la cocina, cortarlo de otra forma, aliñarlo con otros ingredientes para que tengan un sabor más potente”, cuenta Natalia. No hay que desfallecer. Existe una inmensa variedad de verduras y hortalizas así que como maneras de prepararlas. Solo recordar que las acelgas y espinacas no son recomendables en menores de un año por su contenido en nitratos. Luego se puede introducir de forma paulatina.
Se pueden acompañar por quesos, vinagretas diferentes, otros alimentos como pasta o arroz que puedan gustar más ‘a priori’ y qué le den la opción de decir: “¡Qué rico!”
Tomar la fruta antes. Natalia lo recomienda sobre todo en los casos en los que los niños coman en casa a mediodía. Al recogerlos y de camino a casa se le puede ofrecer un plátano, zanahorias o pepino. Es sano y llegarán más saciados a la comida.
Planificación. Da igual hacer la compra ‘in situ’ o por Internet. Hay que organizarse y dedicar un tiempo mínimo. “Si no, acabamos tirando de lo de siempre y comemos fatal”, dice Natalia que confiesa tener un amplio fondo de armario. Alimentos saludables que pueden sacarte de un apuro: conservas de verdura en cristal, congeladas, etc.
Hacerles ver que la fruta está en todos sitios. También en los estampados de la ropa. “Este año hay muchas camisetas con piezas de fruta. Les puedes decir: ‘¡Anda!, si tu camiseta lleva un trozo de sandía como la que te estás comiendo’. Los padres no se dan cuenta, pero garantizo que se consigue mucho con ese tipo de comentarios”, sostiene Rebeca.
Desde el desayuno. No hay que desaprovechar ninguna oportunidad. “Fresas y sandía son una buena opción, un vasito de gazpacho en la comida con una tira de pepino o una aceituna”, apunta Rebeca.
Texturas crujientes. No solo se pueden hacer patatas fritas al horno, también berenjenas. Se cortan finitas, se embadurnan de aceite y quedan crujientes. Rebeca recomienda comenzar por el calabacín como verdura, ya que se sabor es más neutro y puede provocar menos rechazo.
Otra receta infalible: cortar tiras de calabacín, ponerles un poco de aceite, empanar en sémola de maíz y al horno. También se quedan crujientes.
Comer con ellos. Al menos alguno de los padres y al menos una comida al día, recomienda Rebeca. “Tienen que saber que los padres también comemos, muchos padres sobre todos de grandes ciudades comen en el cole. Si a mediodía no puedes, haz el desayuno o la cena. Busca la oportunidad”.
Que les pongan nombre a una receta. ¡La imaginación y la motivación al poder! Si acabas de hacer un plato, hay que ponerle nombre. Que lo hagan los niños. Se sentirán más motivados para comerse su propia creación.
¿Qué fruta o verdura me recomiendas? Es la pregunta que Rebeca propone hacerles a los niños. “Siempre somos nosotros los que proponemos. ¡Démosle la vuelta! Pidámosles opinión a ellos. Yo de pequeña comía pocas patatas porque a mi madre no le gustaban, ella creía que eso era lo mejor, claro”, recuerda.
No obligarles a comer. Es uno de los errores más habituales que cometen los padres, según los nutricionistas. Prueba de ello fueron las palabras del cocinero de un colegio Juan Llorca que explicaba su preferencia porque el niño se saltara el desayuno a comer insano.
Llevarlos al mercado. Que estén en contacto con la variedad de frutas y verduras. Que aprendan a diferenciarlas. Mejor hacerlo en vivo y en directo. Así también pueden elegir libremente.
La técnica de las tres P. Cansada de repetirlo en su consulta, Rebeca ha hecho hasta folletos para repartir a las familias. La primera P es presente, es decir, que haya fruta y verdura que los niños puedan comer. Pequeña es la segunda. “No me interesa la cantidad de verdura sino que coma. Si toma solo una rodaja de pepino, genial, porque antes no tomaba ninguna. Para los niños es muy frustrante ver que no se pueden acabar todo lo que pone el plato”, explica.
La tercera es preciosas, esto es, que estén bien presentadas, colocadas, el plato limpio. Últimamente ha añadido una cuarta: personalizada. No vale una fuente de ensalada al centro. Mejor ponerlo en el plato del niño.
Paladar modificado
“La fruta es un alimento dulce, pero a veces a los niños no les parece así. La razón es que su paladar está modificado por la cantidad de productos procesados azucarados que pueden tomar como natillas o galletas. Eso hace que prefieren un dulce en lugar de fruta”, explica la nutricionista Rebeca. Con la verdura ocurre algo parecido. Si les damos alimentos salados como patatas o gusanitos es probable que rechace las verduras por sosas.
La lista de trucos dados por las nutricionistas es amplia y completa. No significa que haya que seguirla al pie de la letra. Son ideas y consejos. Unas puedes funcionar mejor que otras. El éxito dependerá en buena parte de las características de niño y de los hábitos de las familias. Pero si al abrir la nevera, la vemos llena de verduras y hortalizas, la batalla por la salud estará bastante ganada. La guerra se ganará cuando esos niños, con una buena educación alimentaria, sean adultos.
Maika Ávila
Periodista y autora de 'Conciliaqué. Del engaño de la conciliación al cambio real'. Ha formado parte...