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Confinamiento

"Estoy más preparada, pero no descarto otro cuadro de ansiedad": cómo afrontaríamos un nuevo encierro

¿Cómo afrontaría la población española un segundo confinamiento? Los psicólogos ven fundamental un cambio de conductas y garantizar la asistencia psicológica pública

Vecinos en los balcones durante el confinamiento. / DAVID RAMOS (Getty Images)

Madrid

"Lo pasé muy mal, no quiero imaginar cómo sería otro encierro solo. Sin familia, con miedo a todas horas, como si viviera otra vez la guerra", así recuerda Paco González los duros meses de confinamiento. A pesar de sus 88 años y una bronquitis crónica que le condiciona la vida, Paco se vale por sí mismo y no necesita asistencia para vivir, aunque su familia está muy pendiente de él y van a visitarlo todos los días. Pero no durante la cuarentena. "Mis hijas tenían miedo de venir a verme porque son enfermeras y había riesgo de contagio", cuenta el octogenario, que recuerda cómo le dejaban las bolsas de la compra en el rellano y acto seguido se iban sin tener siquiera ningún tipo de contacto visual que no fuera a través de la mirilla.

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Paco estaba acostumbrado a ir todas las mañanas a hacer la compra, tomar el vermú con sus amigos por los bares de siempre y por las tardes solía ir al centro día. Durante los meses de primavera eso se lo arrebataron y ahora es impensable recuperar la rutina. "Me han quitado la única vida social que podía tener y estoy bastante triste, pero al menos que sirva para que esto se acabe cuanto antes", relata el anciano insistiendo en el miedo al contagio que asegura: "me llevaría al otro barrio".

A pesar de que la OMS aseguró hace unos días que la situación epidemiológica está controlada y que es probable que España pueda evitar un nuevo confinamiento de cara a la temporada de otoño, el número de contagios por coronavirus no deja de ascender en todo el territorio y ya han sido varias localidades que han decretado el aislamiento social o el retroceso a la fase 1 de desescalada.

Depresión, ansiedad y estrés

Para familias como la de Sara Ardanaz volver a experimentar un confinamiento durante meses sería como recibir un jarro de agua fría, pues como muchas madres con hijos pequeños, a Sara la situación le desbordó. "Llegué a un punto que colapsé y cuando acabó el encierro fui al médico y me diagnosticó depresión y ansiedad. Para mí fue muy duro", cuenta la logroñesa, que pasó los meses de invierno al cuidado de sus hijas, de 7 años y 11 meses respectivamente, todas las horas del día y ayudando a su pareja con el trabajo.

"Tenía que encargarme de los deberes de Nahia al estar todo digitalizado, porque ella no sabía manejarse, además de ayudar a mi pareja con el trabajo de oficina porque él tenía que hacer repartos a domicilio, y pendiente de la bebé", narra. "A veces no me daba la vida", admite.

Los profesionales de la salud mental afirman que entre los trastornos psicológicos más comunes que ha vivido la población española durante el confinamiento encabezan la lista: la depresión, el estrés y la ansiedad anticipatoria. La psicóloga del Centro de Investigación y Terapia del Comportamiento (ITEC) Carla Morales, explica que depende de muchos factores internos y externos, aunque "las personas que se encuentren en entornos menos favorables pueden sufrir desajustes de expectativas, situaciones estresantes o conflictivas, ansiedad ante el encierro, miedo al contagio y las dificultades a nivel social para relacionarse cuando salgan de sus casas".

"Lo más probable que ocurra es un bajo estado de ánimo muy grave, depresión por falta de acceso a actividades agradables, ansiedad anticipatoria por miedos del futuro, como gente que trabaje en hostelería o comercios que pueden tener ansiedad al pensar que les va a deparar el futuro", cuenta el profesional del Centro de Psicología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, que destaca los trastornos de obsesión con la limpieza y el miedo exacerbado al contagio como consecuencias del confinamiento.

¿Qué factores influyen para afrontar un confinamiento satisfactorio?

La experta de ITEC señala que un segundo confinamiento afectaría de forma muy diferente a cada persona. "No es lo mismo afrontar un confinamiento en un lugar agradable y tranquilo, que hacerlo en otro que no lo sea, con problemas laborales o económicos, hacerlo con hijos o sin hijos, con compañía o solos", explica.

Desde el punto de vista de los expertos, las personas más vulnerables para afrontar un segundo confinamiento son los niños, las personas que viven solas o las que tienen incertidumbre con el trabajo. "Personas de mediana edad que ven sus trabajos en peligro y que, si los despiden puede ser una hecatombe para su vida, son las personas más vulnerables, a la vez que la población joven que acaba de terminar la carrera y ve que el mundo laboral es un lugar sin oportunidades", explica Manuel García, que indica que estas personas podrían estar sujetos a problemas obsesivos o ansiedad.

“Notaba como el ánimo disminuía”

La joven Rebeca Vega ha pasado los meses de encierro en compañía de su gata y su perro, pero, al fin y al cabo, sola. "A medida que pasaban los días notaba como el ánimo disminuía. Pasar las 24 horas sola y solo poder conversar por teléfono con amigos y familia, ya ni eso me animaba", relata Rebeca, que considera que para la gente que vive sola y está acostumbrada a tener una vida social amplia, "es muy duro".

Sin embargo, se ve más preparada moralmente para afrontar otro hipotético confinamiento. "Al haber vivido ya una situación así, creo que sabría cómo gestionarlo y ya no sería algo desconocido y lleno de incertidumbre. Ahora mismo me costaría algo menos afrontarlo porque lo asimilaría antes", comenta la joven, aunque considera que "sería más duro", pues podría afectarle psicológicamente en mayor medida que el anterior encierro, debido a que un segundo confinamiento "agudizaría los problemas del primero".

La universitaria Paola Huertas describe el periodo de encierro como "caótico", pues vio como la carga lectiva del máster durante el confinamiento se incrementó y no daba abasto. Además, la joven de 22 años vive con sus padres y se le hizo cuesta arriba el tener que estar todo el día con ellos. "Afrontar un segundo confinamiento sería muy difícil porque ya lo he vivido y necesitaba salir y socializar. Sobre todo, cuando eres joven y vives con tus padres", asegura Paola, que subraya la necesidad de que haya más ayuda psicológica de cara a un posible confinamiento en otoño.

Además, Paola vive con incertidumbre la situación, pues, de haber un segundo confinamiento, lo afrontaría desde otro país, que tampoco está mucho mejor que el nuestro: Inglaterra. "Lo asumiría con resignación, pero no lo llevaría bien y más viviendo sola en otro país. Haría por relacionarme con mis compañeros de piso", explica la estudiante, que cree que el confinamiento ahí no sería tan duro como en España.

¿Y los adolescentes y niños?

Las tecnologías han salvado el confinamiento de muchos adolescentes como el del Luis Sáenz, que admite que no lo ha pasado mal encerrado durante meses e incluso no le molestaría afrontar un nuevo confinamiento. "Para mí la cuarentena no fue muy dura porque tenía formas de entretenerme y no pasarme todo el día aburrido, como hablar con mis amigos por videollamada o jugar a los videojuegos", reconoce Luis, que, con quince años, lo único que le molestaba era "la cantidad excesiva de deberes que mandaban los profesores".

Luis fue uno de los que notaron dificultades en el ámbito académico, pues comenta que casi nadie de su clase se ha enterado del temario del tercer trimestre. "Nos dedicábamos a copiar tareas entre todos y los profesores solo corregían y daban una media hora de clase a la semana, algo insuficiente". Ha visto su rendimiento escolar afectado, porque "no se puede comparar una clase por vídeo conferencia de media hora en la que no haces caso porque solo corrigen los deberes de la semana con 5 días a la semana yendo 6 horas a clase, y cada una de una hora".

Luis empezará cuarto curso de la ESO en septiembre cuando arranque la vuelta al cole, aunque con incógnitas por resolver y gran incertidumbre por cómo se desarrollarán las clases este año marcado por el Covid. Pero reconoce que no le importaría pasar otros meses encerrados: "No me importa pasar mucho tiempo en casa y si un segundo confinamiento coincidiera en horario de instituto, mi rutina sería similar a la del anterior. Al fin y al cabo, estoy en la misma casa con mis padres y voy a tener las mismas opciones", relata. De hecho, considera que un segundo confinamiento puede ser más duro para adolescentes que tengan problemas en casa y para ellos "sea insufrible".

“Pasó a no querer hacer deberes y estar rebelde”

Para los niños un segundo encierro en un mismo año traería consecuencias poco deseables, como dificultades para relacionarse con otros niños o personas que no sean del núcleo familiar. "Los niños son un sector que hay que mirar más de alguna manera, porque la forma de comunicar que les pasa y entender que el entorno ha cambiado drásticamente, es más complicado", explica la psicóloga Carla Morales, que incide en que un factor a tener en cuenta es cómo afecta la falta de contacto con otros niños y no ir al colegio.

"A Nahia le encanta el cole y estar con sus amigas y durante el confinamiento lo pasó fatal. Le afectó mucho la situación, que pasó a no querer hacer deberes y estar rebelde", cuenta Sara, que a medida que iban pasando los días notaba los efectos de la cuarentena en su hija de 7 años, que no podía ir al colegio. También los hábitos de la pequeña de apenas un año cambiaron: "Haley empezaba a socializar y no era consciente de lo que pasaba. Se le cambió el horario de comer, de dormir y todo", cuenta.

Además, tal y como explica la experta en psicología clínica, un periodo anormal de encierro puede producir alteraciones de comportamientos en la población más pequeña, y Sara lo está percibiendo con su hija menor. "Antes del confinamiento Haley no socializaba nada y justo cuando empezaba a relacionarse nos encierran. Para ella solo existíamos nosotros al final y ahora le está costando asociar el resto del entorno. No se abre, no le gusta la gente y por cada cosa que ve se sorprende mucho", explica su madre.

¿Y si nos vuelven a confinar?

Para el padre de familia, Juan Carlos Royal, un segundo confinamiento "sería un paso atrás y una gran decepción". Así lo define, sobre todo "por ver que no hay personas concienciadas de la gravedad de la enfermedad". Aunque es optimista y confía en que no se producirá ese segundo encierro. Pero en el caso de producirse, admite que lo llevaría mal y le afectaría a su situación laboral. "Volver a un confinamiento sería el cierre y hundimiento de nuestra economía", afirma.

Juan Carlos es personal de riesgo al ser diabético y trabaja en una empresa de transporte de paquetería. Durante el confinamiento tuvo que estar en primea línea exponiéndose en cada entrega para sacar a su familia adelante, y aun así, lo tiene claro: "Si llegase de nuevo un confinamiento, primero iría a trabajar sin duda, a volver a estar ahí al pie del cañón".

"Si nos vuelven a confinar ya estamos más preparados y lo afrontas de otra forma porque ya lo has vivido, pero no descarto otro cuadro de ansiedad", cuenta Sara, que ha sido previsora y ha comprado hasta una piscina hinchable para ponerla en la terraza. "Por si acaso nos vuelven a confinar, para que se entretengan las niñas", comenta más animada.

Los psicólogos coinciden en que, teniendo la experiencia del confinamiento previo, se pueden analizar las variables individuales y mejorar aspectos o diagnosticar cuáles han sido los factores que han hecho de ese encierro un infierno. Aunque matiza Manuel García, que "no siempre se puede elegir el entorno o la gente con la que se convive" y es una cuestión a tener en cuenta.

“Es fundamental cambiar de conductas”

"Lo relevante es saber qué hemos hecho en el pasado confinamiento y tratar de cambiar las conductas pasadas para lograr estar bien. Es fundamental analizar las conductas que no nos han funcionado o que sí para pasar un encierro satisfactorio", cuenta Carla Morales, que insiste en que las personas tienen que buscar unas estrategias para pasar un hipotético confinamiento de mejor manera. "Al final tenemos gran capacidad de adaptación", sostiene.

Sin embargo, Manuel García cree que aquellos que lo pasaron mal en el primer confinamiento, "es normal que interioricen que lo van a pasar igual de mal o peor y tengan pensamientos negativos sobre un nuevo encierro". Y asegura que las mejores herramientas para hacer frente a una situación así sería garantizar una asistencia psicológica pública y facilitar el acceso a internet a todas las personas. Aunque, sin ser alarmista, cree que la población española no está preparada para soportar un segundo encierro en un mismo año.

Todos esperamos que no se produzca este nuevo confinamiento, pero eso depende de nuestro comportamiento y el cumplimiento de las medidas de seguridad. "Tenemos que concienciarnos, no bajar los brazos porque estamos en una guerra con un enemigo invisible y debemos luchar", manifiesta Juan Carlos, que asume que el coronavirus nos ha cambiado la vida. "De un plumazo hemos pasado de tener esa libertad de movimiento y relacionarte con quien quisieras, a mirar a cada con desconfianza, precaución y miedo. A mi me cuesta asimilarlo, pero no salgo a tomar nada por ahí", cuenta concienciado Juan Carlos.

"Si nos vuelven a confinar, pues habrá que cumplir, pero sobre todo a los de mi edad ya nos han arrebatado muchos años de calidad y para unos pocos que nos quedan, yo les pido a los jóvenes que se apiaden de nosotros", dice Paco, haciendo un llamamiento a la responsabilidad sobre todo de la población juvenil, para que personas mayores como él puedan disfrutar unos cuantos años más de la vida.

Sandra Fernández Pérez

Sandra Fernández Pérez

Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y en Ciencia Política y Gestión de la...

 
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