"Subidón para una pandemia entera": la emoción de Patxi al encontrar 30 euros y una nota en la puerta del bar
Una clienta anónima ha hecho "la cuenta de lo que consumiría" en La Viña de San Francisco "si estuviera abierto"
Madrid
Como tantos otros hosteleros, Patxi Trujillo lo está pasando mal. La Viña de San Francisco es un bar de barrio en el que uno puede desayunar, tomarse un pincho, pedir un menú del día o incluso optar por la especialidad de la casa: los huevos rotos. Pero, como tantos otros bares de Bilbao, La Viña ha bajado su persiana —con todos sus trabajadores en ERTE— no sé sabe muy bien hasta cuándo.
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Pero ayer Patxi se acercó al local para apagar una cafetera que había olvidado desenchufar y, al subir la persiana, se topó con una sorpresa muy agradable: un sobre con el mensaje "hasta enseguida" en cuyo interior encontró 30 euros y una nota anónima: "No puedo evitar que os obliguen a cerrar. Yo sí voy a poder trabajar este mes, así que he sacado la cuenta de lo que consumiría aquí en noviembre si estuviera abierto. Ya sé que esto no resuelve vuestra situación... Me hubiera gustado poder hacer esto el viernes 6, pero no podía pasar. Un abrazo muy fuerte".
La reacción de Patxi fue instantánea: "¡Juah! Estaba flipando en colores... Hasta se me cayó la lagrimilla, que soy muy ñoño. Pero luego me quedé un rato pensando y hasta que me dio un subidón para una pandemia entera".
La nota era totalmente anónima, pero el hostelero bilbaíno da por hecho que se trata de una clienta "porque tiene una letra muy chuli". Y más allá del dinero, por supuesto, valora el gesto: "Es un orgullo que un cliente te haga algo así. A mí me gusta mi trabajo, me lo paso bien, y supongo que eso se nota". No es el primer caso: a principios de junio un cliente decidió entregar en el bar Can Juli de Granollers todo el dinero de las cañas que no se había podido tomar durante el confinamiento.
Siguiendo el decreto del Gobierno Vasco, Patxi ha optado por cerrar el bar sin siquiera ofrecer comida para llevar. Su alegría se transforma en desdicha al preguntarle por la pandemia, de hecho: "Supuestamente hace falta cita previa hasta para un café para llevar", lamenta. "La policía lo está revisando todo y ni siquiera te dejan vender bebida si no va acompañada de comida".
Pero la nota anónima no ha sido la única buena noticia que ha recibido últimamente porque, además de estar bien de salud, los arrendatarios del local han decidido no cobrarle el alquiler mientras el bar tenga que estar cerrado. "He acumulado una deuda de 10.000 euros, pero ahora mismo me siento superbién porque siento mucha seguridad para cuando pueda volver a abrir", explica por teléfono.
El Gobierno Vasco ya ha aprobado un nuevo programa de ayudas a la hostelería, con cuantías que oscilarán entre los 3.000 y los 4.000 euros por negocio. Pero Patxi confía, sobre todo, en quienes más le han ayudado hasta ahora: la clientela y su proveedor de cerveza: "Me casaré otra vez con Heineken, a ver si me dan un adelanto en producto y se lo puedo ir pagando poco a poco".
No pierde la esperanza, eso sí, de que algún día se le acerque una clienta y le diga "por lo bajini" que fue ella quien, un lunes de principios de noviembre, dejó un sobre junto a la puerta con 30 euros y una nota de valor incalculable.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...