Del pujolismo al giro independentista: cómo ha cambiado el voto en Cataluña en cuatro décadas de elecciones
Pese a la predominante hegemonía histórica del nacionalismo catalán, la Generalitat no siempre estuvo en sus manos: estos son resultados electorales en 40 años de democracia en Cataluña
Madrid
¿Cómo se pasa de una hegemonía de dos décadas a uno de los parlamentos autonómicos más fragmentados? ¿O de tres mayorías absolutas consecutivas a una coalición forjada casi de milagro? La reciente historia electoral de Cataluña es la del ascenso y la hegemonía de un nacionalismo que el pujolismo logró unificar y que, tras la experiencia de dos tripartitos de izquierdas, derivó en la aventura del 1-O, la "declaración unilateral de independencia", el 155 y la sentencia del Procés.
Los catalanes se enfrentan ahora a la cita electoral más incierta de los últimos años. Sin embargo, los resultados de las 12 elecciones al Parlament que se han celebrado en Cataluña desde 1980 arrojan algunas claves y varias curiosidades.
Ascenso y hegemonía de Pujol
El 20 de marzo de 1980 se celebraron las primeras elecciones al Parlament desde la Segunda República. Tras su elección como diputado de Convergència i Unió (CiU) en el Congreso de Madrid en 1979, Jordi Pujol, que entonces tenía casi 50 años, recibió el apoyo de la patronal catalana y el guiño del presidente Adolfo Suárez, para dar por superado el tiempo de Josep Tarradellas y liderar el proyecto nacionalista en Cataluña.
Fue todo un éxito: debutó con 43 escaños y consiguió una primera mayoría simple con un mensaje: la "reconstrucción nacional" de Cataluña sería el eje principal de su gobierno. Ese primer paso de Pujol le permitiría mantenerse en el poder durante 23 años, con tres mayorías absolutas (1984, 1988 y 1992) y otras dos simples (1995 y 1999).
Al mismo tiempo, se convirtió en una figura clave para la gobernabilidad de España con sus apoyos a Adolfo Suárez, Felipe González (1993) y José María Aznar (1996).
Tres años después del famoso Pacto del Majestic que acabó con 14 años de felipismo y entregó el Gobierno de España al Partido Popular (PP), el propio Pujol necesitó los votos del PP catalán para ser investido president: primeros síntomas de pistas del inicio del declive del pujolismo.
Del tripartito de Maragall a la Entesa de Montilla
Ya en 1999 el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) de Pasqual Maragall logró superar en votos, aunque no en escaños, a la CiU de Jordi Pujol, pero el relevo en la Generalitat no culminó hasta el Pacto del Tinell de 2003. La suma de 74 escaños entre los socialistas catalanes, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) permitió el acuerdo para constituir una polémica coalición con Maragall de president y Josep Lluís Carod-Rovira como conseller en cap.
Fue una legislatura agitada con la elaboración del Estatut y, sobre todo, por la reunión que Carod-Rovira mantuvo con dirigentes de ETA, a espaldas de Maragall, y que le llevó a presentar su dimisión.
En 2006, Pasqual Maragall anunció que no se presentaba a las siguientes elecciones. Como en este 2021, el PSC eligió entonces a un ministro del Gobierno de España para liderar su proyecto. En aquella ocasión, fue el titular de Industria, José Montilla, con peores resultados tanto en votos como en escaños que su predecesor.
Montilla se convirtió en el primer president de la Generalitat no nacido en Cataluña tras reeditar el tripartito con el llamado Govern d'Entesa. Sin embargo, en 2010 dio por agotada la experiencia con ERC e ICV y anunció que no habría un tercer tripartito.
Retorno del nacionalismo, la corrupción y el 15-M
El heredero de Jordi Pujol, que había ganado las elecciones de 2006, aguardaba su turno pacientemente. Artur Mas se impuso en 2010 con 62 escaños, un resultado parecido a los de la época de su antecesor al frente de CiU. Pero el contexto era completamente distinto.
Mas tuvo que enfrentarse a los coletazos de la gran recesión. La gran confrontación social del 15-M de 2011 le obligó a acudir al Parlament en helicóptero en pleno asedio de los manifestantes. También tuvo que lidiar con el estallido de los casos Palau y del 3%, el cobro de comisiones ilegales del presupuesto de obra pública adjudicada por la Generalitat de CiU.
Con la sombra de la corrupción y en plena protestas ciudadanas, comenzó la huida hacia delante y el giro independentista que desembocaría en el Procés.
La escalada independentista
En 2012, Artur Mas decidió un adelanto electoral en busca de una salida. Los resultados no fueron los esperados: CiU perdió 12 escaños y necesitó el apoyo de ERC para salir reelegido.
Fue una legislatura de recortes, pero sobre todo la de la consulta soberanista ilegal del 9-N de 2014, que acabó con una condena de la justicia a Artur Mas y tres de sus consellers.
En las elecciones de 2015, Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), la parte de CiU a la que pertenecía Mas, da el paso de presentarse en coalición con ERC bajo la marca Junts pel Sí (JxSí), haciendo la transición definitiva hacia el independentismo.
Junto con la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), tras unas largas negociaciones que descabalgaron a Artur Mas y auparon a Carles Puigdemont, logran la mayoría absoluta necesaria para iniciar lo que llamaron una legislatura "constituyente".
El referéndum del 1-O de 2017 y la consiguiente "Declaración Unilateral de Independencia" pusieron la guinda al pastel del giro independentista.
La respuesta del Gobierno de Mariano Rajoy al desafío fue la aprobación del artículo 155 de la Constitución y la destitución de Puigdemont y todo su Govern.
Tras la huida de Puigdemont a Bruselas, se convocaron unas nuevas elecciones en 2017. Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, ganó las elecciones con 36 escaños, pero un nuevo pacto independentista (JxCAT+ERC+CUP) llevó a Quim Torra a la Generalitat.
En 2019, fueron condenados y enviados a prisión los líderes del referéndum independentista del 1-O. En septiembre de 2020, Quim Torra fue destituido como president por la justicia por desobediencia y al final de ese mismo año, en medio de las tensiones entre los socios independentistas, fueron convocadas las elecciones del 14-F.
Con las encuestas apuntando a un hemiciclo más fragmentado que nunca y bajo la anormalidad de una jornada electoral en pandemia, los catalanes eligen un nuevo tablero político que puede sumir a Cataluña en la ingobernabilidad.
Aitor Ordax
Redactor y portadista en la mesa digital de los informativos de la SER desde 2009. Antes trabajé en...