La sombra de Ruth Beitia sobrevuela Tokio
Los próximos Juegos serán los primeros tras la retirada de la única española que se ha colgado el oro en salto de altura
La exatleta ya ha elegido a su relevo predilecto
El atletismo español despidió en 2017 a la mejor saltadora de su historia. Ruth Beitia firmó un retiro dorado después de coronarse campeona olímpica en Río de Janeiro 2016 en contra incluso de sus primeros planes de despedida. De camino a la próxima edición en Tokio, el combinado nacional sondea a sus nuevas promesas para asumir una herencia que ha hecho historia.
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Desde los 1'97m de altura que le valieron el oro en los Juegos Olímpicos, Beitia presencia el crecimiento de las nuevas generaciones que ansían seguir su estela. Coleccionista de récords en España y de decenas de campeonatos nacionales tanto en pista cubierta como al aire libre desde el año 2003, se erigió como una dominadora absoluta de su disciplina sin apenas excepción. Es por ello que su testigo esconde una responsabilidad nunca vista hasta la fecha.
Tuvieron que llegar las competiciones internacionales para que Ruth Beitia pudiera medir sus cualidades contra las grandes especialistas del planeta. Fue allí donde la cántabra que sobresalía en su país comenzó a erigirse un nombre en la élite mundial, aficionándose a subirse a los podios y hasta a mejorar su récord personal hasta los 2'02m que persisten como la plusmarca femenina española. Su retirada soñada quiso que tuviera lugar en lo más alto y es por ello que en 2012 anunció que se despediría de las pistas tras los Juegos de Londres, en los que partía como una de las favoritas a medalla.
Un referente en la cima
Bendita rectificación, puede decirse a toro pasado. De primeras, Beitia no palpó el ansiado metal al realizar el cuarto mejor salto de la final. Aunque más tarde se confirmaría su bronce tras el positivo por dopaje de una de sus rivales, el reto pendiente de vivir su momento ante un estadio abarrotado impulsó a la saltadora a prorrogar su leyenda hasta unos Juegos Olímpicos más.
Con 33 años, la atleta más laureada del deporte español se marcó el objetivo de mantener sus condiciones óptimas para la competición hasta los 37. Como malacostumbró a su público, estos cuatro años continuaron siendo una sucesión de éxitos a nivel nacional, continental e incluso mundial. Su gran prueba, sin embargo, se hizo esperar hasta agosto de 2016.
Era al fin su momento. No había lugar para la duda ni el fallo. Así, Ruth Beitia dio pasos de gigante en Río de Janeiro para alcanzar el 1'97 de altura mediante un trayecto impoluto, sin nulo alguno. Este fue el instante para la historia de España, que en aquel momento solo servía para asegurar una nueva presea para el medallero sin conocer su color.
Su cita con la gloria no hizo más que posponerse unos minutos. A la espera de que el listón frenara las pretensiones de sus rivales, Ruth Beitia y todo su equipo pudieron estallar de alegría para celebrar la conquista más rotunda de su carrera. El fallo de la norteamericana Chaunté Lowe no ratificó una medalla cualquiera, sino un oro pionero para el país y un colofón por todo lo alto para una mujer que dio un paso atrás en sus convicciones para dar el salto definitivo hacia el Olimpo.
Señaladas para el relevo
El adiós definitivo de la saltadora ha dejado un vacío por llenar en su disciplina. Desde aquel 2017, el dominio en los campeonatos de España en el salto de altura femenino se ha ido alternando. La primera en subirse a lo más alto del podio en esta nueva etapa fue Raquel Álvarez, viendo premiada así una carrera a la sombra de Ruth. Más tarde, los saltos hacia la gloria se han convertido en un pulso entre Cristina Ferrando y Saleta Fernández, últimas campeonas.
Destaca entre estos nombres la elegida predilecta de Ruth Beitia para seguir sus pasos. Tras ella, solo ha habido una española capaz de alcanzar el 1'90 y es la gallega Saleta Fernández.
No es casualidad, de hecho, el nexo de unión que une a ambas. Fue la de Santander quien se fijó en el talento por pulir de la atleta de Monforte de Lemos, hasta el punto de convencerla para profesionalizarse incorporándose a su misma rutina de entrenamientos e incluso acogerla en su domicilio durante estos años. Los resultados, aún lejos del legado de la mejor saltadora de la historia del país, comienzan a dar sus frutos. Tokio puede que llegue demasiado pronto para alcanzar una mínima, pero la altura española prepara ya el listón en un nuevo resurgir.