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La socialdemocracia que vuelve... (o no)

Llevan 16 años alejados del poder. Los mismos que Angela Merkel ha estado al frente de la Cancillería. Hasta mediados de verano las probabilidades de cambiar esa situación eran prácticamente nulas. Pero en cuestión de semanas el escenario ha cambiado por completo. ¿El mérito es del SPD o hay otras razones?

Carteles electorales del SPD y la CDU-CSU en la ciudad de Bremen / David Hecker Getty Images

Madrid

Al último canciller socialdemócrata le acusan de dejar como principal legado una política social más propia de cualquier partido conservador europeo. La famosa Agenda 2010 de Gerhard Schröder, lanzada en 2003, se basó en recortes de gasto y derechos sociales, y abrió la puerta a todo un repertorio de minijobs y subcontratas. El plan se ganó entonces fuertes críticas dentro de su propio partido pero también el agradecimiento público de la que se convirtió dos años después en su sucesora: Angela Merkel.

Quizá esa sea la principal razón de que en sólo quince años el SPD (Partido Social Demócrata) perdiera prácticamente la mitad de sus votos, pero hay más motivos: una errática política de comunicación, la ausencia de un liderazgo claro más allá del momentum protagonizado por Martin Schulz en la campaña electoral de 2017 y sobre todo esa gran coalición con los conservadores de la CDU (Unión Demócrata Cristiana) en la que terminaron aquellas elecciones.

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Habían obtenido el peor resultado de su historia y el planteamiento inicial les empujaba a no renovar la alianza. Pero ante el bloqueo de otras opciones, tras una inédita petición del presidente de la República, y haciendo gala de una encomiable responsabilidad de Estado muy a la alemana, cambiaron de estrategia. Pese a las dudas y el intenso debate interno, la decisión fue sometida al criterio de los militantes y salió aprobada con un apoyo del 66%.

Hasta mediados del pasado mes de agosto lo estaban lamentando. Debe ser complicado ser el hermano pequeño de una familia en la que el mayor se lleva todas las alabanzas y tiene tanto tirón como Merkel. Durante la última legislatura, cualquier logro del gobierno federal llevaba la firma de la canciller, que además tuvo la habilidad de implementar propuestas asociadas históricamente a los socialdemócratas: salario mínimo, cierre de las nucleares, acogida a refugiados, matrimonio homosexual... Merkel recorrió el camino inverso al de Schroeder y creó la sensación de que la socialdemocracia ya no era necesaria. Ni estaba, ni se la esperaba.

Hoy las encuestas, prácticamente invariables desde final de verano, sitúan al SPD como el partido más votado con un margen de tres puntos porcentuales sobre la CDU. ¿Qué ha cambiado en el SPD? Es difícil identificar cambios profundos en las propuestas electorales de los socialdemócratas. Quizá no las hay y la razón para esta resurrección haya que buscarla en su candidato; o en el candidato del partido rival.

Martin Schulz saluda a Angela Merkel en la sede del SPD en Berlín en 2017. / Carsten Koall/Getty Images

Es cierto que Scholz no empezó con buen pie. La ejecutiva del partido apostó por él en contra de la opinión de las bases, que le veían como demasiado moderado y pedían un giro a la izquierda. Pese a su supuesta falta de carisma, el SPD vio una buena baza en su experiencia de gobierno (alcalde de Hamburgo y Ministro de Finanzas en la gran coalición) y en la estabilidad que podría aportar en un momento de posibles turbulencias tras 15 años con una misma canciller. Cuando se anunció su candidatura en verano de 2020 las encuestas sólo daban a su partido un 15% de intención de voto, frente al 37% que tenía la CDU. Los socialdemócratas iban incluso por detrás de Los Verdes. Hoy el escenario ha cambiado; pero el mérito no es sólo suyo.

En la filas de la CDU aún duele la nominación de Armin Laschet. El que fue su rival en la elección como candidato, el líder de la CSU Markus Söder, habla abiertamente de la mala situación del partido y parece estar pensando ya en sus opciones de cara a la próxima cita electoral, dentro de cuatro años. Tras una campaña caótica, que arrancó con la famosa escena en la que se reía en segundo plano mientras el presidente daba el pésame a los afectados por las peores inundaciones en la historia de Alemania, su popularidad no ha hecho más que caer. En los últimos días la propia Merkel, que en principio había optado por mantenerse en un segundo plano, ha intentado salir al rescate y ha aparecido a su lado en diversos actos. Quizá sea ya tarde. Está por ver que el gesto haga cambiar de idea a los votantes que hoy por hoy ven en el moderado Scholz al candidato más parecido a Merkel. A pesar de que sea el candidato de la socialdemocracia.

Rafa Panadero

Rafa Panadero

Ha desarrollado casi toda su carrera profesional en la Cadena SER, a la que se incorporó en 2002 tras...

 
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