La primera expedición vasca que conquistó el Everest
Recordamos la primera ascensión vasca a la montaña más alta del planeta con uno de sus integrantes, Kike de Pablos
La primera expedición vasca que conquistó el Everest
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Bilbao
El 14 de mayo de 1980 es una fecha grabada a fuego en el alpinismo vasco. Aquel día, Martín Zabaleta y el sherpa Pasang Temba plantaron por primera vez una ikurriña junto a la bandera nepalí en lo más alto del planeta. Era el tercer intento de hacer cumbre. Y fue el bueno. El grupo ascendió por el Collado Sur del Everest hasta que solo una pequeña representación consiguió llegar a la cumbre: Martín Zabaleta y Pasang Temba.
La expedición la dirigía Juan Ignacio Lorente y la formaban doce alpinistas: Ramón Arrue, José Urbieta, Felipe Uriarte, Xabier Erro, Ricardo Gallardo, Javier Garaoia, Emilio Hernando, Kike de Pablos, Luis Mari Sáenz de Olazagoitia, Ángel Rosen y Martín Zabaleta. El grueso del grupo vivió desde el campo base la cima de Zabaleta y Pasang Temba: “Nos comunicábamos por radio, pero no podíamos utilizarla durante mucho tiempo. En la cumbre consiguieron comunicación y nos lo dijeron”, comenta Kike de Pablos.
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Lo más complicado, sin embargo, estaba por llegar. Una vez iniciaron el descenso, los montañeros se quedaron sin oxígeno y se vieron obligados a pasar una noche en una grieta y en mitad de una enorme ventisca. Al día siguiente, camino del campo base, sufrieron, además, varias caídas que a punto estuvieron de costarles la vida.
Pero consiguieron llegar. Y la fotografía de la ikurriña en la cima del Everest pasó a la historia. En la expedición viajaban otros once montañeros vascos. Entre ellos, un bizkaino, Kike de Pablos, que se encargó de la intendencia junto al navarro Xabier Erro. De Pablos era uno de los benjamines del grupo. Solo tenía 28 años. Ahora, transcurridas más de cuatro décadas, recordamos con él cómo fue lograr aquel hito.
De Pablos nos relata cómo fue su labor. Nada tenía que ver con lo que es hoy en día escalar un ochomil: “Entonces había menos medios materiales, solo había permiso para una expedición a cada montaña y todo el trabajo lo hacíamos nosotros: transportar el material técnico, abrir las cascadas de hielo, poner las cuerdas, escalar…”, cuenta.
Es más, ahonda de Pablos en cómo ha evolucionado el material de altura: “La ropa de altura era de plumas y nailon. Esto último era una gran innovación, unos años antes iban a la cumbre con prendas de algodón. La misma tienda de campaña era también de algodón, con un recubrimiento de plástico. Todo era muy pesado. Nuestras botas, por ejemplo, que eran de cuero y neopreno, pesaban dos kilos cada una”, relata.
