'Y el tiempo se detuvo. Natalio Cayuela: Osasuna y Justicia'
Un libro "rescata del olvido" la figura de Natalio Cayuela, presidente de Osasuna asesinado en el 1936
'Y el tiempo se detuvo. Natalio Cayuela: Osasuna y Justicia' (06/1072021)
15:33
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1633521110479/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Pamplona
El reloj de la estación de autobuses de Pamplona fue en 1936 la salvación para Enrique Cayuela, que tras esconderse dentro logró salvarse de ser fusilado. Historia que se ha dado a conocer a través del trabajo en auzolan del colectivo Osasuna Memoria, cuya investigación se inició con la historia de su hermano Natalio, dirigente de Izquierda Republicana y presidente "olvidado" de Osasuna y fusilado en 1936.
El Parlamento de Navarra ha acogido este miércoles la presentación del libro 'Y el tiempo se detuvo. Natalio Cayuela: Osasuna y Justicia', un ensayo coral de la mano del historiador Eduardo Martínez Lacabe y de Osasunaren Memoria en el que se "rescata del olvido" la figura del que fuera presidente del club rojillo asesinado en 1936.
La presentación de la publicación ha contado con la presencia del presidente de la Cámara foral, Unai Hualde, y el presidente de Osasuna, Luis Sabalza, además de la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, y parlamentarios de distintos grupos del Parlamento foral.
"Sin Cayuela es imposible entender el devenir del deporte navarro. No en vano, fue presidente de Osasuna en sus inicios durante casi 10 años. Futbolista y futbolero, con él el club rojillo tocó el cielo y ascendió a Primera División".
"Este libro nos sumerge, a momentos como un trepidante thriller, tanto en el ambiente republicano como en el golpista, haciéndonos revivir los anhelos y los miedos de toda una generación que pagó con su vida o con el destierro haber soñado un mundo mejor".
Historia, la de Natalio, recogida en el libro y vivida junto a sus hermanos Santiago, asesinado junto a él, y Enrique, que tuvo que esconderse en el reloj de la vieja estación de autobuses de Pamplona para evitar ser fusilado y posteriormente exilió a Chile.
