San Fernando no os olvida

Cádiz

Tras el alzamiento del 36, los golpistas tomaron los archivos del Ayuntamiento de San Fernando y fueron marcando con una cruz a aquellos que aparecían en las actas de las últimas sesiones plenarias. Pusieron una cruz junto al nombre del alcalde, Cayetano Roldán Moreno. Y junto al de otros 16 nombres más, 16 concejales de la izquierda de la ciudad. Tener una cruz significaba estar muerto. Desde agosto a noviembre de 1936 fueron asesinados 17 miembros de la corporación municipal isleña. Una brutal represión que, 85 años después, vuelve a la memoria gracias al homenaje que San Fernando brindará a estos hombres.

Esa cruz estaba junto a los nombres de Cayetano Roldán Moreno, Emilio Armengod, Eladio Barbacil, Manuel Belizón, Eduardo Díaz, Antonio Ferrer, Marciano González, Francisco Hierro, José Lucas, Juan Mantero, Juan Moreno, Eduardo Naranjo, Antonio Pérez, Luis Ramos, Marcial Ruiz, Esteban Salamero y Carlos Uturbuy. Todos ellos ediles de San Fernando. Pagaron con su vida haber sido elegidos por su pueblo

El historiador Miguel Ángel López Moreno ha estudiado profundamente cómo fue aquel 18 de julio del 36 en San Fernando. Narra como, una vez los golpistas aseguraron el mando, las tropas recorrieron la ciudad y el Ayuntamiento fue uno de los primeros objetivos. Según explica, López Moreno la mayoría de los 16 concejales fueron capturados ese mismo día y llevados al penal de Cuatro Torres en La Carraca.

El alcalde no fue detenido hasta dos días después. Los dos hijos mayores del alcalde ya habían sido apresados. Sin intuir lo que sucedería, Cayetano Roldán se presentó dos días más tarde para entregarse con su hijo menor. "En aquel momento era inconcebible lo que después pasaría", explica López Moreno.

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La detención duró poco para algunos de los concejales. En agosto comenzaron los fusilamientos. Al alcalde lo mataron el 29 de octubre al amanecer. El último en ser asesinado fue Juan Mantero Valero. El 4 de noviembre.

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Su nieto, Juan Mantero, tiene 77 años, vive en Valverde del Camino, en Huelva. A su familia en Valverde los llamaban los San Fernando porque allí desarrollaron su infancia y su juventud, aunque pocos supieron lo que ocurrió allí de verdad.

Y como de eso no se hablaba, la verdad de lo ocurrido no le empezó a llegar a Juan hasta tener más de 20 años, cuando un conocido suyo le dijo un día que su abuelo había sido fusilado. Y, preguntando a los suyos, fue conociendo todos los detalles de lo que sucedió aquellos horribles días del 36.

"Ya no tienes que venir más" fue la manera en que mujeres y niños supieron que sus padres habían sido asesinados. Empezó después otra tragedia, la de las represalias, la del silencio, la del olvido forzoso. En casa de los Mantero Valero no se hablaba de lo que había pasado. En otras casas, como en las de Eduardo Díaz Delgado, sí.

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Pilar Díaz su nieta supo de la historia de su abuelo desde pequeña, pero no fue hasta hace poco que descubrió que Eduardo Díaz había sido concejal en San Fernando. Supo muchas cosas de él gracias a su abuela Antonia. Mientras estaba detenido en el 36, Eduardo se acostumbró a enviar cartas a Antonia desde la cárcel. En la última le pidió a su mujer que la trajera ropa nueva porque había escuchado que lo soltaban. Sí, lo sacaron del penal, pero para matarlo. Tras la muerte de su abuelo, todos se marcharon a Riotinto, en Huelva, donde la persecución continuó también para su abuela.

Finalmente, el padre de Pilar se marchó a Alemania y luego volvió a España para instalarse en Cataluña. Alli, a los 16 años, se afilió al PSC y empezó una carrera política que le ha llevado a ser desde hace 15 años alcaldesa del municipio barcelonés de Esplugues de Llobregat. "Creo que si levantara la cabeza, mi abuelo estaría muy orgulloso de mí".

Ninguno de los familiares de los concejales fusilados ni del alcalde saben a ciencia cierta donde están los restos de esos hombres. Lo tiene algo más avanzado Juan Mantero porque, gracias a que viven dos de los hijos del concejal asesinado, se han tomado pruebas de ADN directas que se van a contrastar con las halladas en el cementerio de la ciudad. "Ya se ha obtenido el ADN de la mitad de los restos de 108 personas enviados al laboratorio de Granada", explica Javier Pérez Guirao, el presidente de AMEDE, la Asociación por la Recuperación de la Memoria, Democrática, Social y Política de San Fernando.

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Es una de las cuentas pendientes con el alcalde y sus 16 concejales que fueron asesinados en apenas tres meses: poderles enterrar tantos años después junto a sus viudas y sus hijos. Otra era que sus historias, sus nombres y sus apellidos, sus vidas y sus muertes, no se olvidaran. Por eso, el Ayuntamiento de San Fernando ha decidido hacerles un homenaje, al que acudirán sus familias. "Me he emocionado mucho leyendo las actas de esos plenos", ha reconocido la alcaldesa actual, la socialista Patricia Cavada.

En el mismo ayuntamiento en el que fueron detenidos la mayoría de concejales hace 85 años, volverán a sonar sus nombres y apellidos. La familia de los 17 servidores públicos que fueron asesinados entre agosto y noviembre del 36 en San Fernando siempre han llevado una cruz a cuestas. El homenaje de este viernes les alivia el peso. Porque, al menos, saben que su ciudad no les olvida.