"Me la metí en la boca y, por vergüenza, estuve 20 minutos sufriendo como un campeón": Dani García explica el origen de su trauma con el coco

MADRID

Los cocineros profesionales están acostumbrados a adaptar sus platos a las necesidades de su clientela: sin gluten, sin lactosa, sin frutos secos... Las alergias y las intolerancias han llenado las cartas de los restaurantes de simbolitos que informan acerca de los alérgenos y, en muchos casos, limitan las posibilidades gastronómicas de quien sale a comer fuera de casa. Pero en el proceso de elección de un menú también influyen mucho las preferencias, los ascos y las manías personales. Una cuestión de la que, en realidad, tampoco se libran ni los chefs ni los críticos gastronómicos.

David Muñoz, por ejemplo, confesó en una entrevista concedida a la Cadena SER que hay dos cosas que están por encima de sus fuerzas: "No soporto los pimientos verdes fritos. ¡No sé por qué! Me gustan los de Padrón... Pero no puedo con el pimiento verde italiano. No me gustan, no sé. Y lo que no soporto, por encima del pimiento verde, son las pasas. ¡De verdad! No puedo... Con el típico cocktail de frutos secos que te ponen en cualquier sitio, voy apartando las pasas en una servilleta".

Dani García también tiene sus manías. En el programa La sartén por el mango ha explicado, por ejemplo, que podría comer fuet todos los días, pero no le gusta el gazpacho con pepino, ni mojar los churros en chocolate ("¡eso debería desaparecer!") ni que la tortilla de patata lleve cebolla. Algo en lo que, por cierto, coincide con el chef de Diverxo (no piensan igual, sin embargo, cocineros tan reputados como David de Jorge o Alberto Chicote).

"Pienso que no debe llevar cebolla. El que le mete cebolla es como el que le mete chistorra. Está buena, ¡claro! Pero no es la tortilla-tortilla. Tienes que ser capaz de hacer una buena tortilla con aceite, patata, huevo y sal. Lo que pasa es que en España estamos todo el día peleados. Y no es que no me guste, es que acaba siendo casi un postre. Quiero una tortilla de verdad, pero que cada uno sea feliz. ¡Esa es mi decisión!".

Pero más allá de su opinión sobre la tortilla, el chef marbellí ha arrastrado durante años una pequeña fobia gastronómica: "Hoy en día soporto la mayoría de las cosas, pero de pequeño odiaba el coco. Cocinaba con coco, pero lo odiaba tremendamente".

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Y el origen de su falta de feeling con el coco, como suele suceder, tiene que ver con un pequeño trauma infantil: "Soy muy tímido y recuerdo un año que fui a casa de una tía nuestra de Estepona en Navidad. En la mesa tenía lo típico: mantecados y tal... Entonces mi hermana me dio una bola, yo la abrí, me la metí en la boca... y era de coco. ¡Yo odiaba el coco! Pero claro, por vergüenza, estuve como 20 minutos con la bola ahí, sufriendo como un campeón. ¡Me daba vergüenza quitármelo de la boca!".

"A partir de ahí lo odié", asegura el chef. "Pero luego he hecho ajoblancos de coco o torrijas de leche de coco con chocolate blanco porque una cosa importante que he aprendido en esta vida es que hay cocinar lo que quiere la gente, no lo que te gusta a ti. ¿Porque a mí no me gusta el coco voy a dejar de cocinárselo a la gente que lo adora? En eso soy bastante frío".