Lo que Arguiñano no soporta de las tortillas de patata (y no tiene nada que ver con la cebolla)

La tortilla de patata es una de las preparaciones más populares de la cocina en España y, aunque técnicamente no resulta complicado hacerla, algunos de los mejores cocineros de España se han pronunciado con vehemencia sobre el tema. David de Jorge, por ejemplo, ha publicado un libro (con ilustraciones de Javirroyo) dedicado íntegramente a este asunto. Una obra en la que repasa ingredientes y variantes, pero en el que, sobre todo, defiende su lema «una, grande y con cebolla» con mucho sentido del humor. También hay cocineros ilustres que abogan por la tortilla sin cebolla. Dos de los más reconocidos, Dani García y Dabiz Muñoz. El andaluz sostiene que la tortilla española no lleva cebolla y que, si se la ponemos, seguirá estando buena, igual que si echamos chistorra o pimiento verde, pero que eso no será tortilla española. El chef de Diverxo, por su parte, aseguró en Madrid Fusión que «el problema de la cebolla pochada en la tortilla es que aporta un excesivo e innecesario dulzor» y que, desde su punto de vista, «el dulzor no casa con el huevo». La opinión más salomónica de todas, de todas formas, quizá la ha dado Alberto Chicote: «Si es para mí, ponle cebolla.», ha respondido. «Pero esto de cocinar es para pasarlo bien. ¿Quién soy yo para decirle a alguien cómo le gustan las cosas? Yo sé que siempre estamos con la coña de la tortilla con o sin cebolla, pero si mañana te recibo en casa y me dices que te gusta sin cebolla, ¿quién soy yo para fastidiarte la noche?». «Si te gusta con cebolla, como a mí, la compartimos y abriremos una botella de vino y nos lo pasaremos como Dios», aseguró Chicote. «En el caso de que no te guste, pues hago dos. Porque lo importante es que si yo quiero cocinar para ti, lo que quiero es que lo pases bien y no imponerte algo porque yo digo que la tortilla tiene que ser asá». Otro cocinero televisivo, Karlos Arguiñano, propone también una reflexión que trasciende el manido debate de la tortilla con o sin cebolla. «Hay que ir al gimnasio dos veces a la semana, pero cocinar dos veces a la semana también porque por la boca entran la salud y la enfermedad. Todo lo que hagas en casa sale la mitad de barato y el doble de rico», asegura. Arguiñano defiende a ultranza la cocina sencilla y de temporada. Una de las cosas que más le irritan, de hecho, es que la gente compre tortillas precocinadas: «La tortilla sin cebolla es campeona de Europa, pero con cebolla es campeona del mundo. Me gustan todas... menos las que venden envueltas en plástico. ¡Anda! No me digas que después de 6 años en la universidad y dos máster, te compras una tortilla envuelta en plástico. ¡Si tardas 25 minutos! El movimiento se demuestra andando y el cariño cocinando. La gente que no tiene cariño difícilmente va a hacer feliz a nadie». Después de 34 años explicándole a media España cómo sacarle partido a lo que encuentra de oferta en el mercado, Arguiñano acumula ya 7.000 programas, 11.000 recetas y varios millones de libros vendidos. Pero incluso alguien tan dado a ir variando los menús tiene sus límites: «Hay gente que detesta la coliflor o el ajo, pero si a mí me quitan el ajo, la cebolla y el aceite de oliva, me retiro de la cocina. Digo »agur« y me voy. ¿Cómo vas a quitar el ajo de la cocina? ¿Estás todo el día besando o qué?».

Lo que Arguiñano no soporta de las tortillas de patata (y no tiene nada que ver con la cebolla)

Algunos de los mejores cocineros de España ya se han pronunciado con vehemencia sobre el tema

Carlos G. Cano

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