Todo lo que sabemos sobre la receta más antigua del mundo

Lo que marcó el fin de la Prehistoria y el inicio de la Historia fue la aparición de textos escritos: algo bastante reciente —sucedió hace 4.000 años, aproximadamente— que ha servido, entre otras cosas, para comprobar que lo que interesaba entonces coincide en gran medida con los contenidos que más éxito tienen a día de hoy en las librerías, el prime time de la televisión o TikTok: las recetas de cocina. Aunque hay bastantes similitudes entre las recetas de entonces y las de ahora, el soporte sí ha cambiado bastante: las tablillas cuneiformes que contienen las 25 primeras recetas de la Historia, datadas alrededor del 1750 antes de Cristo, proceden de Mesopotamia —la región situada entre los ríos Tigris y Éufrates que hoy ocupan Irak, Siria y Turquía, principalmente— y se conservan en la Universidad de Yale (Connecticut, EEUU). «Son recetones complejísimos, con muchos pasos y una presentación cuidada», señala la historiadora Sandra Lozano. «No está claro cuál es la primera porque hay tres tablillas. Lamentablemente, están bastante descontextualizadas. No sabemos dónde se encontraron. Alguien las compró en Mesopotamia y las llevó a la Universidad de Yale. Pero se sabe que son del sur de Babilonia y se asume que es una cocina palaciega porque son muy sofisticadas. En una hay guisos de carne y de verdura; en otra, recetas más elaboradas; y luego una tablilla más deteriorada». Entre esas recetas, de hecho, algunas recuerdan mucho a los callos, al civet o al solomillo Wellington. «En las tablillas se habla de un pichón que se presenta en la mesa con dos cocciones: las pechugas guisadas y los muslos dentro de una masa horneada», explica Lozano en una entrevista concedida a Gastro SER. «Ahí nació la gastronomía tal y como la entendemos ahora». Doctora en Arqueología, especialista en la Edad del Bronce y coordinadora del proyecto Historia en la Bullipedia, Lozano acaba de publicar —junto a Gabriel Bartra— Civilizaciones antiguas. La génesis de la gastronomía, un exhaustivo estudio que es ya el segundo volumen de la colección dedicada a la Historia de la Restauración Gastronómica Occidental y en el que aparecen datos tan relevantes como el nombre de tres mujeres encargadas de la contabilidad de las cocinas de un palacio paleobabilónico. «En esta parte de la Historia nos faltan nombres propios», señala. «Y para conseguirlos he tenido que bucear en textos muy áridos». De Mesopotamia, un cúmulo de pueblos con distintas lenguas, de todas formas, no solo hemos heredado las primeras recetas. Apenas existen referentes cinematográficos que nos ayuden a imaginarla y eso la convierte en «la gran desconocida» de la Antigüedad. Pero Sandra Lozano recuerda que es ahí, en realidad, donde surgen el patriarcado («uno de los pilares de la gastronomía, junto a la desigualdad socioeconómica») o las primeras tabernas («un refugio para las clases populares en el que se vende el excedente de cerveza o cereal»). El libro, de todas formas, también presta atención a la importancia de Egipto, Grecia y Roma. Del imperio de los faraones, por ejemplo, no hay recetas escritas, pero sí las primeras imágenes de muchos procesos culinarios, lo cual lo convierte en «una fuente maravillosa para la alimentación». Los griegos, en cambio, fueron los primeros gourmets de la Historia. «Reflexionan sobre cocina y son los primeros que dejan escrito que la cocina es un arte», explica Lozano. De hecho, ahí aparecen los primeros cocineros famosos —como Miteco de Siracusa— y también «las primeras bromas sobre sus extravagancias y su egocentrismo». La historiadora de la Bullipedia detalla que en las comedias griegas aparecen algunos cocineros que —como sucede en Madrid Fusión— «hablan todo el rato de sus platos e interrumpen a los demás», lo cual significa que ya llevamos 2.000 años riéndonos del ego de los chefs. De Roma, por su parte, destaca la aportación del primer recetario, De Recoquinaria, en el que ya aparecen conceptos que podemos asemejar a los flanes, las salchichas o las albóndigas. Pero, sobre todo, las sobremesas, con sus conversaciones eruditas y sus bromas soeces. «La gastronomía de la Antigüedad era muchísimo más hedonista que la nuestra», sentencia la historiadora madrileña. «Ahora es un placer más estanco. Si sales a comer, esperas beber buen vino, pero no mezclarlo con la broma, los espectáculos y el sexo».

Todo lo que sabemos sobre la receta más antigua del mundo

La historiadora Sandra Lozano también confirma que llevamos más de 2.000 años riéndonos del ego de los chefs

Carlos G. Cano

Webs de PRISA