Ni zumo, ni mosto: el vino sin alcohol reivindica su lugar
Sigue estando "a años luz de la cerveza", pero su consumo crece en todo el mundo
Barcelona
La cerveza sin alcohol se ha convertido en un producto habitual en España. Si no puedes (o no quieres) tomar alcohol por motivos de salud, porque vas a conducir o por cualquier otro motivo, la oferta es muy amplia y, en general, bastante lograda. Es decir, que la diferencia en el sabor es poco perceptible. En los últimos meses, además, varias marcas de destilados —especialmente de ginebra— han empezado a promocionar la versión "0,0" de sus productos. Pero, en el país con el mayor viñedo del mundo, ¿qué pasa con el vino? La Barcelona Wine Week, cuya cuarta edición ha vuelto a batir récord de participación, ha organizado una mesa redonda sobre el tema.
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María Sevillano, directora de la Bodega WIN (Valbuena de Duero, Valladolid), vinculada a Carlos Moro (Matarromera), empezó a desarrollar los vinos desalcoholizados en 2003 y sacó su primera referencia al mercado en 2008. Ahora, 20 años después, ya cuenta con una gama completa de productos elaborados a partir de variedades verdejo y tempranillo: blanco, tinto, rosado, espumoso, con barrica...
"Hemos tenido que invertir mucho, pero a día de hoy la empresa es rentable", explica Sevillano a Gastro SER. Eso sí, aunque en España "la demanda está creciendo mucho", sus principales mercados siguen siendo EEUU, Reino Unido, Canadá, Bélgica y Holanda.
A pesar de que la PAC de 2021 ya recoge el término "vino desalcoholizado", muchos expertos del ni siquiera consideran que sea "vino". Pero lo cierto es que, en un contexto de descenso global del consumo, es uno de los pocos segmentos que sí crecen. "Se espera una subida del 7% en los próximos 3 años, pero nosotros hemos desalcoholizado un 17% más que el año anterior", apunta Sevillano.
"A años luz de la cerveza"
Daniel Mettyear, de la consultora International Wines & Spirit Research (IWSR), añade que "el vino sin alcohol está en sus comienzos" y aún representa "un nicho muy pequeño, a años luz de las cervezas". Pero, aunque su cuota de mercado global ronda el 0,35%, "en países como EEUU, Reino Unido o Australia ya es del 1,5%".
En España, según datos de IWSR, es solo del 0,1% (apenas una de cada 1.000 botellas), pero el precedente de la cerveza sin alcohol —un 7% de la cuota, que llega al 12% si se incluyen las de baja graduación— demuestra que se trata de un producto con potencial.
Sana Khouja, responsable de la empresa de vino en lata Zeena, ha acudido a Barcelona Wine Week con el vino sin alcohol —blanco, con burbujas y "con antioxidantes"— como gran novedad. "Queremos usarlo en mercados a los que es difícil llegar con bebidas alcohólicas, pero también le vemos potencial en nuevos momentos de consumo, como un retiro espiritual healthy, por ejemplo", señala.
La productora catalana detalla que el producto parte de un vino blanco elaborado con uva de la variedad airén y que también cuenta con la certificación de producto halal, por lo que les abre puertas en países musulmanes: "Está teniendo una acogida buenísima. El año pasado ya vimos que muchos compradores vienen preguntando por el vino sin alcohol, así que hemos decidido lanzar un piloto".
Grandes campañas de publicidad
"Hay consumidores que no quieren tomarse una cerveza y que buscan una alternativa al agua o a la kombucha", explica. "¡Ya hay una compañía de cruceros que nos ha encargado un palé!".
Zeena apuesta por la lata como formato, pero WIN comercializa sus productos con el mismo envase que un vino convencional: botella, corcho, etiqueta... Los precios también son similares. En su caso, las referencias oscilan entre los 8 y los 13 euros. La gran diferencia, claro, llega en la cata.
Los aficionados al vino sostienen que el éxito de la cerveza sin alcohol se debe, básicamente, a dos motivos: que se trata de un producto con poco que perder en lo que se refiere a aromas y sabor; y que la estructura del sector —copada por un pequeño grupo de empresas multinacionales, como sucede con los destilados— permite la promoción a gran escala, con grandes campañas de publicidad.
El caso del vino, en ese sentido, es muy distinto. Aunque la tecnología de desalcoholización ha mejorado mucho y permite conservar sus características aromáticas, la pérdida del alcohol condiciona mucho el resultado final. "El gran reto del vino sin alcohol es ver hasta qué punto consigue replicar fielmente a su versión convencional. ¿Llegaremos a tomarnos un vino sin alcohol sin darnos cuenta? "Esa va ser la clave de su éxito", señala Daniel Mettyear.
El reto de las guías
"Nuestra tecnología permite extraer el alcohol del líquido a baja temperatura, siendo muy respetuoso con el producto en general", señala Sevillano. "Pero la cultura del vino es muy tradicional y, más allá de momentos en los que no pueden beber alcohol, cuesta que se acerquen. Pero sí hay una nueva tendencia de nuevos consumidores con más aceptación".
Todo apunta, por lo tanto, a que el crecimiento del vino sin alcohol puede sustentarse, sobre todo, en el público ajeno al vino tradicional. Pero María Sevillano lamenta que siga siendo un producto desconocido por el gran público y defiende sus bondades. "No es un zumo, ni tampoco un mosto", señala. "Se ha sometido al proceso de vinificación y luego al de desalcoholización".
Los vinos desalcoholizados ya están en la Barcelona Wine Week, pero aún tienen varios techos que romper: "Aún no aparecemos en las guías. Es una lucha más que tenemos que dar, pero llegará un momento en el que también se nos incluya y la gente sabrá que existimos".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...