Diez pueblos españoles desconocidos donde pasar una Semana Santa diferente
Comienza marzo y nuestra mente ya está pensando en vacaciones
Madrid
Tras la pandemia, España vuelve a registrar cifras récord de turismo. En Semana Santa del año pasado, las reservas en agencias de viajes se incrementaron casi un 40% respecto al año anterior. "Este 2024 posiblemente el crecimiento sea de menor envergadura que hasta ahora, primero porque esa subida fue muy grande y segundo, por las fechas tan tempranas en las que cae este año", explica José Manuel Lastra, vicepresidente ejecutivo de Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), que apunta que eso podría beneficiar a las estaciones de esquí, pero está por ver.
En Semana Santa se opta principalmente por turismo nacional. Desde CEAV detectan un aumento de reservas para las islas, especialmente Canarias, y no observan un incremento de los precios, "como sí hubo en 2023". Según el último informe del Observatorio de Turismo Rural, que presentó en Fitur Escapadarural.com, el 59% de los españoles practica turismo rural tres o más veces al año, una cifra que ha aumentado cinco puntos en 2023 con respecto al año anterior. Para todos los que ya estén pensando en una escapada rural para este año en esas fechas, proponemos diez destinos que no son muy conocidos y que no van a defraudar:
1. Enciso (La Rioja) - Huellas de dinosaurios
Cuando pensamos en huellas de dinosaurios nuestra mente se traslada automáticamente a Teruel, donde a lo largo de 50 kilómetros por las carreteras de la provincia se pueden contemplar multitud de yacimientos. Pero la riqueza paleontológica de La Rioja no se queda atrás. Enciso es un pequeño pueblo que no llega a 200 habitantes declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera. De allí parte una ruta de unos 7 kilómetros en la que se pueden ir contemplando icnitas, dinosaurios a tamaño real y miradores en plena naturaleza.
Para las familias con niños, la experiencia puede ser todavía más completa si se pasa por El Barranco Perdido, un parque con multitud de actividades relacionadas con los dinosaurios. En invierno cierra pero precisamente abrirá del 28 al 31 de marzo. Para disfrutar de la piscina de sus instalaciones hay que esperar un poco más, hasta el 8 de junio, pero los pequeños podrán jugar a ser paleontólogos en Semana Santa y divertirse mientras aprenden sobre la vida hace millones de años. Grandes y pequeños no pueden irse de Enciso sin pasar por Momo, un anticuario repleto de objetos antiguos donde también se puede disfrutar de quesos, patés y cervezas artesanas.
2. Las Navas del Marqués (Ávila) - Un pinar para perderse
Cuando uno se va acercado a Las Navas del Marqués por la CL-505 ya le va llegando el olor a pino. A ambos lados de la carretera se divisan los miles de árboles que rodean esta localidad abulense que en verano ve quintuplicada su población. Se encuentra a una hora de Madrid y desde mitad del siglo XX se convirtió en lugar de vacaciones y de turismo de salud gracias a su aire puro. En el pueblo se conserva a la perfección el castillo del marqués, D. Pedro Dávila, construido en el siglo XVI, aunque alguna de sus torres se remonta siglo XIII. Su carne y su leche tienen fama pero también hay que probar las patatas revolconas —o pote navero— que ponen gratis como tapa con cualquier consumición en los bares de la Calle Principal. Para bajarlas, además del pinar, también se puede ir a pasear entre robles y llegar hasta el fuente del Saúco.
3. Loma Somera (Cantabria) - El roble milenario
Valderredible es una de las zonas de Cantabria más desconocidas y también de las más despobladas. En Loma Somera viven actualmente cuatro personas y además, lo hacen de forma intermitente. Sin embargo, el pueblo se conserva a la perfección: sus calles han sido restauradas sin perder su esencia medieval. Si uno busca desconexión, este es el sitio. La gran estrella del lugar es La Piruta, un roble milenario con más de seis metros de perímetro en la parte baja del tronco. No hay bares pero hace poco ha abierto una casa rural en el pueblo. Desde allí se puede hacer la ruta del románico de la zona, conocer iglesias rupestres y visitar el observatorio astronómico que está a una media hora. Por supuesto, también hay que comprobar que la patata de Valderredible hace honor a su fama.
4. Benabarre (Huesca) - Del chocolate al torteta
Los amantes de la nieve saben que Huesca es una joya pero más allá del esquí, la provincia tiene mucho que ofrecer. Benabarre es un buen ejemplo de ello. Su castillo gótico corona el pueblo y se puede visitar durante todo el año. Tiene un callejón especialmente bonito, sobre todo cuando se ilumina por la noche, y un parque, el de San Medrano, que es perfecto para pasar el día con algo de comida. Y comer allí se come muy bien. Es especialmente famoso su queso y su chocolate artesano y un producto de charcutería llamado coqueta o torteta al que dedican una fiesta anual. En los alrededores, muchas opciones de senderismo y bicicleta y a poco más de media hora están las impresionantes pasarelas del Montsec y la Muralla de Finestras, que recuerda mucho a la china. También a media hora está Barbastro (con su museo de Arte Sacro y sus múltiples bodegas) y más cerca todavía, Graus, aunque hay que tener en cuenta que su famoso mercado de la trufa cierra temporada antes de Semana Santa, el 9 de marzo.
5. Roda de Bará (Tarragona) - Un arco romano y una playa
La localidad tarraconense de Roda de Bará se encontraba cerca de la antigua Vía Augusta, construida por los romanos en el siglo I a. C. y todavía se conserva un arco del triunfo de aquella época dedicado al emperador Augusto. Su cercanía a Barcelona hace que sea un destino de playa frecuentado pero cuenta con cuatro zonas de arena fina que hace que no haya sensación de masificación. Es especialmente bonita el barrio de los pescadores y cuenta con miradores donde contemplar las puestas de sol. Pese a ser un pueblo costero, cualquier época del año merece una visita.
6. Vegas del Genil (Granada) - Secaderos de tabaco
Granada es tan bonita que puede eclipsar sus alrededores pero la zona de la Vega también tiene mucho que ver. A unos 20 minutos en coche está Vegas del Genil, donde se encuentra el Centro de Interpretación de la Vega de Granada que está ubicado en un antiguo secadero de tabaco construido en 1953. Un edificio que es un buen punto de partida para conocer la que fuera una de las fuentes de financiación de la zona duranta mucho tiempo. A lo largo de la Vega de Granada, por donde pasan los ríos Genil, Darro, Monachil, Beiro y Dílar, se encuentran multitud de secaderos, unos mejor conservados que otros. Desde la casería de San Agustín, en Peligros, a la Casería de Nuestra Señora de la Concepción, en Pulianas, se puede hacer una ruta por toda la zona muy interesante y desconocida.
7. Santa Cruz de los Cuérragos (Zamora) - Arquitectura del frío
En la frontera con Portugal está Santa Cruz de los Cuérragos, un pueblo declarado de interés turístico en la categoría de Conjunto Etnológico por la Junta de Castilla y León. Si esperas algún tipo de lujos, este no es tu sitio, pero si quieres conocer cómo se vivía hace no tanto y disfrutar de la naturaleza de la Sierra de la Culebra, este puede ser tu destino en Semana Santa. Conserva la arquitectura típica de la zona con arquitectónica piedra, pizarra y madera, y un puente del siglo XVII conocido como Puente de los Infiernos. Aunque no está al lado, desde allí se puede subir a la zona de Sanabria, donde la primavera comenzará a despuntar a finales de marzo.
8. Valverde de la Vera (Cáceres) - Naturaleza y empalaos
Carlos V sabía lo que hacía cuando eligió La Vera para instalar su residencia. Cualquier pueblo de la zona merece siempre una visita, especialmente en primavera. Pese a ser una de las zonas más bonitas de España —al lado de Gredos, con multitud de ríos, con prados verdes— no es una de las más turísticas. Hay localidades más famosas que otras y, entre todas, Valverde de la Vera pasa más desapercibida pero pasear por sus calles, con el agua corriendo por el media, es igualmente una experiencia especial. Sus balcones de madera suelen estar muy adornados y en Semana Santa se celebra una tradición que se remonta al siglo XVII: la de los empalaos, personas que, a modo de penitencia, recorren las calles del municipio atados completamente a unos palos.
9. Parauta (Málaga) - Un bosque encantado
De pequeños todos los niños sueñan con pasear por un bosque encantado y el que ha creado un artista en la localidad malagueña de Parauta está especialmente conseguido. A lo largo de 3,5 kilómetros se transita un camino lleno de duendes, nomos y hadas, muchos de ellos tallados en los propios árboles, castaños enfermos, afectados por plaga de avispillas. Una iniciativa que ha dado un impulso al pueblo que, como muchos otros de la zona, tiene sus características casas blancas. El bosque es especialmente bonito en otoño y en julio se celebra una fiesta en la que llenan las calles de velas pero los más pequeños disfrutan de la magia de sus personajes todo el año.
10. Uña (Cuenca) - Un puente de vértigo
Otra zona muy desconocida por muchos es la Serranía de Cuenca. Grandes piedras con formas abruptas, rodeadas de pinos y bordeando ríos. Basta asomarse al mirador de Uña para hacerse una idea de todo lo que ofrece ese entorno. A unos 20 minutos de la famosa Ciudad Encantada, Uña ofrece por momentos un paisaje parecido. Además, el arroyo de la Madera baja en marzo con mucho caudal y es un espectáculo contemplar sus cascadas. Otra ruta cómoda y sencilla lleva hasta el arroyo del Rincón y para todos aquellos que no tengan vértigo, es de obligado cumplimiento atravesar el puente de hierro de Royo Frío.
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero...