"Busca a las personas que producen tu comida": la curiosa propuesta de un campesino andaluz sobre la crisis del campo
Fundaron Extiércol para no tener que dejar el pueblo y se reivindican como modelo
Madrid
A principios de la pasada década, el estallido de la burbuja inmobiliaria había dejado sin trabajo a muchos jóvenes de Cuevas del Becerro (Málaga) y, a menudo, no quedaba otra que hacer las maletas y probar fortuna en otro sitio. ¿Cómo frenar ese exilio económico? Cristóbal González, que pertenecía a la asociación juvenil del pueblo, llegó a la conclusión de que, si sus padres y sus abuelos habían sido campesinos, quizá la solución pasaba por ahí. "La reflexión nos llevó al campo", asegura en una entrevista concedida a Gastro SER.
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Al fin, después de darle algunas vueltas, crearon Extiércol (acrónimo de Experiencias en Tierras Colectivas): un proyecto con el que, eso sí, querían desmarcarse por completo del modelo agroindustrial que ya llevaba años expulsando a gente del sector.
Para conseguirlo apostaron por convertirse en proveedores de las pequeñas tiendas del pueblo y, sobre todo, por vender cestas con seis o siete productos de temporada: "Esta semana son acelgas, espinacas, rabanillas, pak choi (acelga china), lechuga y naranjas de un productor vecino".
¿Semillas mejoradas?
"Antes la gente diversificaba, producía distintas cosas a lo largo del año y vivía de la venta directa: cereales, algo de huerta, olivos, cabras, ovejas, alguna vaquería... Pero un buen día le dijeron a la gente que sus antiguos saberes no valían, que ahora eran profesionales del campo —así les denomina la PAC— y que tenían que producir tanto", señala González.
Según el campesino malagueño, la llamada "revolución verde" supuso un punto de inflexión en el modelo productivo, pero también en "la visión que se tiene del campo". Para entenderlo, de hecho, basta con fijarse en las semillas.
"Antes, si un melón te había salido bueno, guardabas las semillas. Rara era la casa en la que no tenían. Pero hoy sucede todo lo contrario. La agroindustria te vende unas semillas supuestamente mejoradas que, en realidad, quizá no están tan aclimatadas a nuestro territorio. Últimamente, además, las cosechas de tomate son muy malas".
El estiércol es maravilloso
González sabe perfectamente que el nombre Extiércol —pronunciado como estiércol— llama la atención. En el diccionario de sinónimos, de hecho, aparece junto a palabras como caca, mierda o excremento. Pero a él con el paso del tiempo, cada vez le gusta más: "Para nosotros supone independencia y darle de comer a las plantas. ¡Es todo lo contrario a los purines!".
Los restaurantes se han convertido en otra de las patas del negocio de Extiércol. Pero, al principio, no fue así: "Antes de conocer a Pedro Aguilera (Mesón Sabor Andaluz) no estábamos muy en la onda porque nos pedían precio. Cuando le conocí, de hecho, me dijo que quería comprarnos verdura y le dije que no. Al tiempo me lo volvió a decir y yo le volví a decir que no".
Pero el chef malagueño, formado junto a Ricard Camarena, insistió: "Un día vino a la huerta y me pidió que le dejara llevarse unas cuantas lechugas y unos kilos de tomate. Pero también nos pidió que le subiéramos el precio porque estábamos vendiendo muy barato. Eso nos hizo cambiar la visión y ahora cultivamos algunos productos en función de sus necesidades. Guisantes del Maresme, por ejemplo".
¿Modelo o excepción?
La cuestión es si un planteamiento como el de Extiércol puede replicarse hasta el punto de satisfacer la demanda alimentaria de todo un país, o si solo sirve como excepción y contrapunto a un modelo agroindustrial.
"Nosotros acabamos de poner en marcha un proyecto con la Fundación Cotec para que un comedor escolar se nutra al 100% de productos ecológicos y de temporada. ¿Qué pasaría si eso mismo lo impulsara el Estado o la Junta de Andalucía y fuese obligatorio en escuelas, residencias, hospitales y demás comedores públicos, incluyendo el del Congreso de los Diputados? Yo te garantizo que sería posible", asegura.
Sea como sea, Cristóbal González le propone a los urbanitas sensibilizados con la crisis del campo que, si quieren echar un cable, empiecen averiguando quién hay detrás de los productos de los que se alimentan. "Busca a esa gente y habla con ellos. El trato cercano y humano con la gente del campo es la clave para empezar".
El ADN de las protestas
Extiércol se ha unido a las protestas del campo y, de hecho, ha compartido un decálogo de propuestas entre las que figuran el control efectivo de los precios, el fin de las macrogranjas o una gestión responsable del agua. "Me alegra que la gente del campo se levante, pero el campo es muy diverso", señala. "Hay ganaderos de mi pueblo que trabajan 7 días a la semana y no se puede coger vacaciones, pero también hay fondos de inversión. ¡Y no es el mismo campo! Así que los intereses no pueden ser los mismos".
El campesino de Cuevas del Becerro demanda una "reflexión profunda" y reconoce que la izquierda está un poco "perdida" con el asunto. "Eso sí, te puedo decir que hay mucha gente de izquierda manifestándose también y que esto no se arreglará con subvenciones ni mirando para otro lado. ¿Por qué se habla tan poco de los parques fotovoltaicos que están arrasando las tierras más fértiles?", se pregunta.
Su situación personal, de hecho, permite sacar bastantes conclusiones porque, 10 años después de haberse presentado a unas oposiciones para ser maestro, le han ofrecido una plaza en Sevilla y la ha aceptado. "Sigo metido en Extiércol y le dedico muchas horas. Pero, por mucho que mis dos profesiones me gusten mucho, al comparar ves que un maestro cobra más y tiene vacaciones, un horario fijo y seguridad. La gente del campo no está lo suficiente valorada y es muy preocupante porque es la gente que nos da de comer cada día".
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36:02
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...
