"En España ya hay desiertos alimentarios": la dura reflexión sobre lo que no se ve cuando vamos a hacer la compra

Claudia Polo solo tiene 25 años, pero cocina con la sabiduría propia de una abuela y disecciona nuestro ecosistema agroalimentario con mucha solvencia. Lo hace porque domina la materia (se ha formado el Basque Culinary Center), porque ha adquirido otros enfoques en Suecia o Dinamarca y porque interpreta a la perfección un mundo en el que el postureo de Instagram sigue conviviendo con la dura realidad de quien ha tenido que dejar de comprar aceite de oliva. Una visión panorámica que ha sabido resumir en Entorno (Destino), un ensayo hilvanado con recetas que, en realidad, son pequeños pedacitos de su propia vida. Conocida en redes sociales como «Soul In the Kitchen», Claudia Polo asegura que «la comida es una herramienta que nos conecta con nuestro entorno directo y no tan directo», por lo que «trabajarla y conocerla nos da muchas posibilidades». Una conclusión a la que ha llegado huyendo de tópicos y falsas añoranzas. Frente al manido mito de la cocina de madre, por ejemplo, ella reivindica sin complejos las posibilidades de YouTube, y cuando habla de cercanía lo hace con propiedad porque ha trabajado en un restaurante sueco que se surtía de lo que recolectaban o, como mucho, de ingredientes producidos a 20 kilómetros a la redonda. «Saber cocinar es una virtud y un atributo que merece aparecer en tu biografía en Tinder», asegura en el libro. «La cocina te conecta emocionalmente con tu familia y tu cultura, pero yo también la ubico en el contexto actual y nuestra realidad es rápida, inquietante y digital». En su caso, por ejemplo, la cocina es —junto a la música— una de las pocas actividades que conseguían alejarla de la pantalla de un móvil tres horas seguidas. Pero mantiene una relación agridulce con las redes sociales porque, aun sabiendo que en internet hay más contenidos de los necesarios y que, en su mayoría, son del todo irrelevantes, en sus vídeos de TikTok o Instagram procura transmitir una visión de la cocina mucho más pegada a la realidad cotidiana, proponiendo platos fáciles, económicos, apañados y que te ayuden a no tener que tirar nada a la basura. «Yo no he visto a mi padre sacar una báscula en mi vida», asegura. «Nos falta mucho eso». En la entrevista concedida a Gastro SER, por ejemplo, asegura que a veces piensa en el momento en el que sean sus padres quienes vayan a su casa en Navidad y no al revés: «Yo ya estoy preparada, pero... ¿y mis amigas, cómo van a a gestionar 15 personas en casa? Alguna vez seremos los responsables de generar ese tipo de recuerdos y creo que es mejor que huela a comida casera que a congelado». Para llegar a ese punto propone un ejercicio muy sencillo: coger lápiz y papel y dibujar nuestro ecosistema agroalimentario. «Cuando visualizas dónde compras y dónde comes te empiezas a cuestionar de dónde vienen las cosas y aparecen caras: la cajera, la frutera, la vecina... A mucha gente le saldría el mismo dibujo porque los supermercados son aburridos y poco estimulantes», señala. «Pero nuestro entorno no solo es el producto local. También son relaciones sociales... o la familia migrante que ha abierto una tienda o un garito. Al tomar conciencia de todo eso es cuanto te planteas cómo quieres impactar a nivel económico». En Entorno cita como referentes a la poeta y veterinaria María Sánchez («lo que no se nombra, se olvida») y también a la cocinera Maria Nicolau. Dos autoras con las que comparte una visión crítica y profundamente humanista de la gastronomía, expresada en obras que están ayudando a renovar un sector más que acostumbrado a centrar el foco mediático en las estrellas Michelin y en la constante necesidad de crear listas que determinen quién es el mejor.«El sistema alimentario actual se sostiene gracias al desconocimiento», dice en el libro. Llamada a convertise en uno de los referentes intelectuales de su generación, Claudia Polo asegura que quiere ser optimista, pero al preguntarle cómo se imagina el futuro no puede ocultar su preocupación: «Lo que se nos viene encima es una emergencia climática muy relevante que va a cambiar la manera en la que comemos. ¡Hay que espabilar! La tortilla de patatas es nuestro plato estrella y en muchas casas ya no se hace con aceite de oliva porque cuesta 12 euros el litro». En el libro también habla de los llamados desiertos alimentarios en los que escasean las tiendas y es necesario moverse en coche para poder comprar en lugares que solo tienen productos procesados o alimentos frescos muy caros. ¿Estamos a tiempo de revertir esa tendencia? «El abuelo de mi compañera de piso era estadounidense y siempre le decía que era imposible que McDonalds triunfara en España», apunta resignada. «María Sánchez suele decir que a veces hablamos de lo rural como algo idílico, pero en muchas zonas ya solo puedes comprar en una gran superficie. ¡Ya hay desiertos alimentarios en España!».

"En España ya hay desiertos alimentarios": la dura reflexión sobre lo que no se ve cuando vamos a hacer la compra

Claudia Polo analiza nuestra relación con la comida con la sabiduría propia de una 'abuela' de 25 años

Carlos G. Cano

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