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La sentida reflexión de Carles Francino sobre la caza en España: "Si un día se prohíbe, dejaré de hacerlo"

Durante la entrevista en 'Gastro SER', el periodista catalán habló de Diverxo, de macarrones... y de perdices

Carles Francino, en 'Gastro SER'. / CADENA SER

Madrid

Carles Francino no cocina, pero es un disfrutón: los platos de Dabiz Muñoz, los macarrones de su madre... Tampoco ha escondido nunca su afición por la caza menor y, al preguntarle cuáles son sus restaurantes preferidos, aparecen varios nombres vinculados a la cocina cinegética: el madrileño Lakasa, el zamorano Lera... También rememora algunas reuniones familiares: "Cuando estábamos en la casita del Priorato y cazábamos zorzales, mi padre los pelaba, los pintaba con allioli y los ponía a la brasa... ¡Buah!".

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Ante todo, mucha naturalidad. "Yo creo que bajar el balón a ras de tierra siempre es un buen invento: en el fútbol y en las otras cosas de la vida", aseguró en la entrevista concedida en diciembre al programa Gastro SER. Un modus operandi que aplica a diario en La Ventana y que también siguió para abordar un tema polémico porque suscita opiniones muy enfrentadas y porque, en los últimos años, ha cobrado un especial protagonismo en ámbitos de derecha.

"Voy a una fisio muy maja, Mamen, conversamos de muchas cosas... y siempre me dice que no me pega cazar. ¡Joder! Pero ¿por qué no me pega cazar? ¿Qué rasgo se supone que tiene?", se preguntó en la entrevista.

Dos debates en uno

Francino admite que la caza tiene "mala prensa", pero él, que solo caza conejos o perdices y que "no podría disparar a un corzo", aborda la cuestión desde una doble perspectiva: "Hay un debate legal. La caza es una actividad regulada y, si se quiere eliminar, que se prohíba y ya está, como en Italia. ¡Ya está! Pero si en el Priorato (Tarragona), que es lo que yo conozco, hay una plaga de jabalíes y hay una batida, con todos los permisos, que entre alguien a gritar y a reventarlo, puede ser peligroso porque hay gente armada, puede salir un bicho... Eso no me parece bien".

"El otro terreno es el sentimental, el emocional, y yo puedo entender que a Mamen, por ejemplo, le parezca mal que yo cace un conejo o una perdiz. ¡Cómo no la voy a entender! es que la entiendo perfectamente y la respeto", añade. "Pero yo tengo un sentimiento en mi interior que no le puedo transmitir porque, si se levanta unaperdiz... ¡Brrr! Me sale una cosa aquí... Cuando la cazo, pobre: 'Mira, pobre'. Pero luego me la como porque tengo este sentimiento. Si un día se prohíbe, dejaré de hacerlo. Pero no puedo discutir en el terreno emocional porque partimos de lugares diferentes".

Su reflexión ha suscitado muchas reacciones en las redes sociales y buena parte de ellas reprueban el hecho de matar "por diversión" o "por placer". Pero, ¿si un cazador actúa de forma responsable y luego se come el animal que haya cazado —que, por otro lado, habrá disfrutado de toda una vida en libertad—, acaso es peor eso que comprar carne en el supermercado sin tener ni idea de cómo han vivido esos cerdos o esos pollos, por ejemplo?

Del campo a la ciudad

¿Es el debate de la caza un síntoma de la distancia que hay entre los urbanitas y el mundo rural? "Puede ser", responde Francino. "Pero es que además hay otra cosa, que también es muy importante: cómo se gestiona y cómo se conserva todo el ecosistema".

El periodista catalán distingue entre "cazadores" y "escopeteros" porque, en su opinión, son cosas distintas: "La actividad cinegética es una actividad absolutamente necesaria para el control de las poblaciones, incluso para la prevención de incendios y, a veces, para todo la gestión del ecosistema. El papel de la caza es fundamental y no lo digo yo, ya lo decía Delibes. Pero insisto, aquí hay dos terrenos de discusión o de debate: el legal-jurídico y el emocional-sentimental. Mezclarlos, como todo, como pasa en política, es un mal negocio, porque al final acabas mezclando cosas, mezclando conceptos, y no llegas a ningún sitio".

Gastro SER | Carles Francino y los macarrones de su madre

Luego, en lo que se refiere a la cuestión meramente gastronómica, está claro que "la carne de caza es superapreciada" y que, curiosamente, buena parte de lo que se caza en España se acaba exportando a países del centro de Europa.

"Un amigo se enteró de que en el Pirineo catalán hay mucha de la carne que se caza —jabalíes o corzos— que prácticamente se tiraba. ¡Eso es incomprensible! Y luego comemos carne de granja, de calidad muy inferior y con aditivos, cuando la carne de caza es muy buena, muy sana y muy nutritiva", zanja.

Carles Francino: "Si tuviera un restaurante, sería el friegaplatos"

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...