Dieta climática: cómo prevenir catástrofes con comida sabrosa y saludable

Madrid

Para seguir una dieta climática no hace falta sacarse un máster en meteorología. Basta con consumir el triple de legumbres, el doble de verduras, la mitad de azúcar y un 75% menos de carne, dando preferencia a los productos de temporada y de proximidad.

Eso es, en síntesis, lo que deberíamos hacer para que nuestra alimentación sea más saludable, tanto para nosotros como para el planeta. Según la Guía para una Dieta Climática, elaborada por la organización Amigas de la Tierra y el CSIC, de hecho, la transición agroecológica "reduciría la huella de carbono en un 125%".

Septiembre y enero son, tradicionalmente, los meses de ponerse a dieta, pero el objetivo de la dieta climática no es perder esos kilos de más (que también), sino ayudarnos a actuar —como consumidores— contra las olas de calor, los incendios o las danas. Se trata, pues, de una dieta muy política. Una ambición colectiva que, para muchos, dejó de ser prioritaria tras la pandemia.

Garbanzos y política de estado

Para un lunes de verano, por ejemplo, la guía (disponible en PDF) propone desayunar un café con leche y unas tostadas de pan con tomate y aceite de oliva; para comer, un plato de guisantes con garbanzos y jamón; para merendar, pan integral con queso fresco y miel; y para cenar, pasta cremosa con champiñones y espárragos, y una tortilla de pimientos y cebolla.

"La alimentación es parte importante de la solución porque producir un kilo de ternera puede emitir tanto CO₂ como conducir cientos de kilómetros. Pero la ultraderecha se inventa que los ecologistas queremos que todo el mundo coma insectos o que se haga vegano", detalla Mar González, representante de Verdes Equo en el Grupo Parlamentario de Sumar en el Congreso. "¡Y no es cierto! Solo queremos recuperar la dieta mediterránea tradicional y que, si alguien elige seguir una dieta vegana, lo tenga fácil".

Verdes Equo es uno de los firmantes del Plant Based Treaty, un acuerdo suscrito también por organizaciones como Peta, Proveg o Linda McCartney's. Pero Mar González va más allá y defiende un pacto transversal para que la transición alimentaria se convierta, igual que la energética, en una "política de estado".

Más tiempo para cocinar

"Dinamarca ya ha implantado estos criterios en sus comedores hospitalarios y escolares", señala. "Así que yo no debería hablar de este asunto solo con Yolanda Díaz e Ione Belarra. En el PSOE, a pesar de la respuesta cuñadil de los chuletones, también hay cierta apertura. Pero esto requiere mucho diálogo y mucho consenso".

La portavoz de Verdes Equo también recuerda que el grupo parlamentario de Sumar defiende una reducción de la jornada laboral "para tener más tiempo y poder cocinar". Algo que ayudaría a muchas familias que, a día de hoy, no tienen más alternativa que recurrir a los platos precocinados y al microondas.

Al preguntarle por los menús del Congreso de los Diputados, Mar González reconoce que el paso de Alberto Garzón por el Ministerio de Consumo dejó huella y que ahora es habitual encontrar opciones sostenibles y veganas: "Mi plato favorito es el potaje de garbanzos con verduras, que es barato, sano y con poca huella de carbono. Pero también suele haber salmorejo o platos con seitán o tofu".

Una dieta para prevenir incendios

Según la Guía para una Dieta Climática, que se basa en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la “dieta de salud planetaria” de la Comisión EAT-Lancet, es urgente poner en marcha políticas públicas que promuevan "la transición agroecológica del modelo productivo" y también un "cambio de los hábitos en la alimentación". Un escenario que permitiría consumir un 99% de alimentos producidos en España y, por otro lado, crear 400.000 puestos de trabajo en la España vaciada.

"He pasado el verano en Valdeorras y, al hablar de los incendios, las vecinas comentaban que antes los montes estaban mucho más limpios", señala Mar González. "Pero en realidad se referían a la maleza de la que antes se alimentaba la ganadería extensiva. Y sucede algo parecido con las setas... La prevención se puede transformar en producción agroalimentaria, fijando población".