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Un "buen restaurante" dentro de una cárcel española: los dos ejemplos que inspiran el nuevo proyecto de Manuela Carmena

La exalcaldesa de Madrid cuenta con el visto bueno de Instituciones Penitenciarias y ya busca financiación

The Clink Restaurant, en la cárcel de Brixton, al sur de Londres.

The Clink Restaurant, en la cárcel de Brixton, al sur de Londres.

Madrid

Manuela Carmena es una mujer inquieta que, a pesar de llevar tiempo jubilada, no para quieta. En 2012, bajo el lema "cosiendo el paro", fundó la empresa social Zapatelas, que se dedica a producir y vender ropa infantil y muñecas de trapo, con tejidos de algodón, lana natural y guiños a algunos referentes del feminismo en España, como Concepción Arenal. Una actividad que, además, emplea a "personas que han salido de situaciones complicadas o que están saliendo de ellas".

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Pero la exalcaldesa de Madrid, que en su etapa en la judicatura también fue jueza de vigilancia penitenciaria, ya está trabajando en algo más: un restaurante situado en el interior de un centro penitenciario.

"El proyecto no es mío, en realidad, es de una mujer maravillosa que se llama Mariú d'Errico, que durante mucho tiempo ha trabajado en Acope y que, precisamente por la puesta en marcha del restaurante, acabó dejando la asociación", explica en Gastro SER.

"Un buen restaurante"

"Yo trabajo con ella y estamos volviendo a poner en marcha un proyecto precioso que ya se ha hecho en otras partes del mundo. Concretamente, en Italia y en Inglaterra", explica. "Queremos montar un buen restaurante en una cárcel, y la idea es que sea en la cárcel de mujeres de Ávila".

Así es la panadería de una cárcel

"Sería un proceso buenísimo de formación para las mujeres que están presas y no solo por saber guisar, también por saber cómo mantener un negocio. En este caso, un restaurante", detalla. "La cárcel de Ávila, además, está en un sitio muy bonito y tenemos la aprobación de la Secretaría de Instituciones Penitenciarias. Como en tantas otras cosas, lo que nos falta ahora es la financiación".

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Reportaje EP108 | Escuela de cocina entre rejas

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Para acceder al restaurante, además, se espera que no sea necesario registrar a los clientes en la entrada. Según Carmena, de hecho, en los centros penitenciarios ya hay espacios —como las dependencias de los funcionarios— que no requieren un control estricto.

Antecedentes (buenos)

En España ya hay varios proyectos que combinan la gastronomía con la reinserción socio-laboral. La panadería de Estremera, por ejemplo, la lleva un grupo de reclusas que surten al propio centro y también a la cárcel de Cuenca: 3.500 panecillos al día, madalenas, suizos, churros..

CADENA SER

Otro buen ejemplo es la escuela de cocina del Centro Penitenciario de Burgos, gestionada por la Funcación Lesmes y la Fundación La Caixa. "El objetivo es la inserción sociolaboral. Que desarrollen habilidades sociales y competencias transversales que les ayuden en el proceso. Y lo bueno es que muchos de los que están haciendo prácticas, luego se quedan", explicaba a Gastro SER uno de los responsables del programa.

Pastelitos del obrador de The Clink.

Pastelitos del obrador de The Clink. / Holly Dwyer

Pastelitos del obrador de The Clink.

Pastelitos del obrador de The Clink. / Holly Dwyer

Pero, como decía Manuela Carmena, ya existen dos restaurantes situados en el interior de una cárcel y gestionado plenamente por internos: InGalera, en la 'Casa di Reclusione Milano Bollate', cerca de Milán; y The Clink, en la cárcel de Brixton, en el sur de Londres.

Ni guantes, ni sombreros

InGalera, de hecho, aparece mencionado en la Guía Michelin y ofrece la posibilidad de comer a la carta o elegir uno de sus dos menús, de 15 y 50 euros, con platos como los ravioloni di borragine con crema di fave e Castelmagno (17 euros) o la costata alla moda dei nostri nonni (30).

Risotto con regaliz, burrata y calabacín (InGalera).

Risotto con regaliz, burrata y calabacín (InGalera).

Risotto con regaliz, burrata y calabacín (InGalera).

Risotto con regaliz, burrata y calabacín (InGalera).

Para reservar en The Clink hay que cumplir con varios requisitos, entre los que figura un dress code (los guantes y los sombreros están prohibidos, por ejemplo), pero su clientela puede disfrutar de especialidades como el pollo asado con limón, tomillo y salsa de pan, o unos calamares a la parrilla con berros y romesco de almendras.

"Creemos que la comida es algo comunitario y, desde nuestros inicios, hemos capacitado a cerca de 5.000 personas, otorgado 2.600 titulaciones", detalla la web del restaurante. "Ahora más que nunca, la sociedad necesita personas buenas y talentosas para superar los desafíos que todos enfrentamos".

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 

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