Internacional

Milosevic, el hombre que no salvó a Serbia

Fue el dictador más sanguinario desde Hitler y Musolini

Nacido en Pozarevac, república serbia de Montenegro (Yugoslavia) el 20 de agosto de 1941, Slobodan Milosevic era hijo de un pope ortodoxo. El 'carnicero de los Balcanes' no pasará a la historia como lo que él deseaba, como el gran salvador de Serbia.

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El dictador más sanguinario desde Hitler y Musolini, ordenó las ejecuciones sumarias de bosnios de Serbia porque decían que enturbiaban la gran raza eslava. Luchó contra los croatas porque querían más independencia, aniquiló a los independentistas de Kosovo, con incursiones masivas del ejército. Milosevic nombró personalmente a los ejecutores Radovan Karajic y Radkom Mládic, aún hoy buscados por el Tribunal Penal Internacional que le juzgaba y que nunca reconoció.

A los 21 años, se suicidó su padre con una escopeta, porque lo dejó una novia; su tio, que era su mentor político, también se suicidó; y su madre, que vivía con él cuando ya tenía cerca de treinta años, se ahorcó en su casa, y fue él quien la encontró.

Nunca superó estas catarsis familiares y se exacervó su retórica patriótica nacionalista que le llevó a no escuchar a nadie más que a su mujer, que compartía con él todas sus posiciones políticas.

En las guerras de Bosnia, Croacia y Kosovo murieron cientos de miles de personas. Se firmó el acuerdo de paz de Dayton en Estados Unidos a cambio de su imnunidad. Pero Milosevic no pudo disfrutar de ella, porque los propios serbios le entregaron al Tribunal Penal de La Haya, creado para juzgar los crímenes de la antigua Yugoslavia.

 
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