Egipto, 365 días aprendiendo a vivir sin miedo
Se cumple un año de los primeros enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en la Plaza de Tharir de El Cairo, origen del terremoto egipcio
Este lunes por la tarde, el impecable edificio del parlamento egipcio, a unos pocos metros de la Plaza de Tahrir, celebraba una sesión histórica. Mohamed al Katatni era elegido nuevo presidente de esa institución. Su partido, Libertad y Justicia, el de los hermanos musulmanes, acababa de confirmar una clara mayoría en las parlamentarias. Este paso, uno más en el proceso de transición en Egipto, se empezaba a escribir hace un año con la sangre de los primeros manifestantes muertos en la cercana plaza. En las semanas siguientes fueron muchos más los fallecidos; sin un balance definitivo, el ministerio egipcio de Sanidad dice que más de 800.
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Desde que el 11 de febrero Hosni mubarak fuera depuesto por sus compañeros de carrera, la cúpula militar organizada en el consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, los ochenta millones de egipcios han visto como 'su presidente' pasaba de dar discursos a la nación a comparece postrado en camilla ante el tribunal que le juzga, todavía hoy, por las muertes de aquellos días. Deberían venir otros juicios por corrupción. Pero esos militares que se autoconcedieron la máxima autoridad en el país, siguen un año después casi en el mismo sitio. El único compromiso es el de una supuesta convocatoria de elecciones presidenciales antes de julio de este año, según dijo el propio Mariscal Mohamed Tantawi, al frente de este consejo militar, en un discurso el pasado noviembre.
Tantawi anunciaba este martes el fin "parcial" de la ley de Emergencia, que de una forma u otra lleva en vigor desde 1967. El propio militar matizaba que se levanta con excepciones, confirmando que la medida no sólo llega mucho más tarde según la petición de los manifestantes de Tahrir, sino que es imperfecta. Aún así esta medida debería suponer un cambio no sólo respecto a la época del dictador, sino incluso al mandato de los militares en este año. Permitirá organizar manifestaciones, abandonar la censura en los medios de comunicación y supone el fin del control de las comunicaciones privadas. Y sobretodo, el fin de las detenciones arbitrarias, sin acusación o 'habeas corpus'.
Según varias ongs, entre las que están Amnistía Internacional y Human Rights Watch, sólo desde febrero ha habido 12.000 detenciones y se han hecho más juicios militares que en 30 años del antiguo régimen.
El turismo no vuelve
Las tensiones políticas en este año se han visto afectadas por la situación económica. El ministerio de Turismo concluyó a principios de enero que el turismo ha caído un 30% en este año. Pero fuentes del sector, recogidas por el periódico Al Ahram, lo ponen más cerca del 50%. Cada vez que salen nuevas imágenes de manifestaciones y disturbios, se retrasa la vuelta de turistas, especialmente europeos. Con la principal fuente de ingresos del país por los suelos, la primera consecuencia es que las reservas de divisas son una cuarta parte de lo que eran hace un año.
El gobierno provisional aceptaba hace unos días entrar en negociaciones con el FMI para un préstamo de más de 3.000 millones de dólares, tras haberlo rechazado en primavera. El PIB ha caído un 3% en un año y según un sondeo de Gallup, sólo tres de cada diez egipcios creen no haberse visto afectados en su economía por la situación del país. En la medida en que la situación económica se ha deteriorado, eso ha minado la confianza de la gente en el proceso de transición. En un país donde la mitad de la población es pobre y gran parte de la otra mitad, su clase media, siente que en la última década no ha dejado de perder poder adquisitivo, ver que los cambios no se traducen en mejoras en el día a día explica la polarización de la sociedad.
Esa polarización se resume en una idea: apoyar a los militares, como garantes de la revolución, o romper con ellos por haber traicionado la causa iniciada hace un año. Según un informe de Mediterráneo Sur, este cuerpo controla hasta un cuarto de la economía egipcia. Desde empresas a inmobiliarias o emporios turísticos, mantener estos privilegios no ha sido para ellos algo menor. Hace unas semanas, Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, decía al salir de una reunión con la cúpula militar que veía poca predisposición a ceder esos privilegios: "creo que son sinceros en su deseo de devolver el poder a los civiles; pero también en su deseo de mantener ciertos privilegios". El informe de su fundación era menos generoso con los militares y decía que "la falta de transparencia ha creado una enorme incertidumbre en cuanto a la voluntad de entregar el poder a una autoridad plenamente civil".
Egipcios, divididos sobre qué hacer
Aunque se puede considerar que la mayoría de los egipcios mantienen su confianza en los militares, los manifestantes de Tahrir, los grupos jóvenes estructurados o no en partidos que han mantenido la tensión en forma de manifestaciones, rompieron definitivamente con los generales en noviembre, cuando en una manifestación pidiendo el fin del mandato de los generales murieron más de 20 personas. A pesar del intenso debate de si en esas circunstancias se podía seguir adelante con las elecciones legislativas, que empezaban dos días después de aquella marcha, esa votación concluía a mediados de enero. Y lo hizo con un razonable éxito organizativo, pocas incidencias y dos resultados destacados: uno poco sorprendente, el triunfo con un 47% del partido de los Hermanos musulmanes; y otro, este si más llamativo y preocupante para los sectores más moderados, el 25% para el partido salafista Al Nur.
Con sus luces y sombras, los Hermanos Musulmanes han dado claras muestras este año de querer aprovechar esta oportunidad, para convertirse en un partido de poder, homologable a cualquier otro. Han insistido en que no quieren imponer una religiosidad y una moralidad a la sociedad egipcia a través de las leyes, y hay claras muestras de su buena sintonía -para los movimientos revolucionarios 'demasiada'- con el Consejo militar. A este le corresponde dar el siguiente paso para dar credibilidad a la transición, convocando unas elecciones de las que antes de verano salga un presidente cuyo poder no esté coartado por los militares.
Pero lo hagan o no, hay cosas que han cambiado en este año y que escapan a su control. La verdadera primavera egipcia es el florecimiento de decenas de movimientos cívicos, ongs, partidos políticos, medios de comunicación, etc que han vuelto a mostrar la vibrante diversidad de Egipto. Desde la estructura política del Estado a la de la economía, el reparto de la riqueza, la situación de la mujer, la relación entre los diferentes grupos religiosos que viven en Egipto... ha habido detenciones de activistas o comunicadores, pero con mayor o menor difusión todo se ha dicho y discutido.
Este año ha enseñado a los egipcios a salir a la calle superando el miedo -en cientos de casos sabiendo que iban a dejarse en ello la vida- y la capacidad de decir "no" a sus gobernantes. Los ciudadanos árabes han cambiado, y ya no va a ser fácil que no reaccionen ante la represión y las injusticias que siguen viviendo.
Se cumple un año del inicio de las revueltas en Egipto. 'Hoy por Hoy' (25/01/2012)
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