La peripecia de Francisco Álvarez-Cascos
De la primera línea del Partido Popular a fundador de una alternativa conservadora autonómica, de su desaparición del mundo de la política a presidente (efímero) de Asturias. Repasamos los altos y bajos de Francisco Álvarez Cascos en su carrera política.
En enero de 2011, mientras la derecha española se frotaba las manos por su imparable ascenso y su más que previsible victoria en las elecciones autonómicas del 22 de mayo en prácticamente todo el país, los militantes del Partido Popular intentaban asimilar lo que ocurría en Asturias: Francisco Álvarez Cascos anunciaba la creación de un nuevo partido, Foro de Asturias, liderado por él mismo, y cuya firme intención era convertirse en una alternativa a la derecha en el Principado. Hasta al propio Rajoy le costaba salir de su asombro. ¿Qué había llevado a una de las figuras más reconocidas y reconocibles de la historia del Partido Popular a poner punto y aparte en su relación con la formación?
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La historia se remonta a los años de Cascos como vicepresidente del primer Gobierno de José María Aznar. Trabajador infatigable y metódico, pero con un temperamento difícil de manejar, se dice que Álvarez Cascos tuvo problemas y enfrentamientos con todo el que podía: desde compañeros de partido como Mariano Rajoy, Rodrigo Rato y Javier Arenas -que le consiguió arrebatar la secretaría general del partido en el XIII Congreso- hasta el mismísimo Presidente del Gobierno José María Aznar, del que era mano derecha, el doberman del partido, como insinuaba el PSOE.
Convertido ya en Ministro de Fomento tras la mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2000, los problemas -incluidos los personales, por su divorcio y nueva relación con María Porto- siguieron en aumento, y la puntilla llegó con su gestión del hundimiento del Prestige. En enero de 2004 anunció que no se presentaría en la lista del PP a las elecciones generales y abandonó la política activa, hasta su resurgimiento en las pasadas autonómicas. El ex vicepresidente quiso ser el candidato del PP a la presidencia del Principado, y llegó a afirmar que contaba con el apoyo del propio Mariano Rajoy. Sin embargo, la dirección nacional apoyó al PP asturiano y decidió cortar por lo sano con las aspiraciones del ex vicepresidente, decantándose por Isabel Pérez-Espinosa. Dos días más tarde, Cascos presentó su baja como afiliado de la formación mediante una carta de renuncia para Mariano Rajoy en la que decía: "Dejo el Partido Popular después de 34 años de militancia ininterrumpida, por razones de dignidad personal. La decisión es firme y las circunstancias que la justifican se conocen sobradamente".
Lejos de abandonar definitivamente la política, Francisco Álvarez Cascos fundó el Foro Asturias, y en menos de cuatro meses, y tras una campaña plagada de críticas e insultos, consiguió batir críticas, encuestas negativas y enemigos, y se hizo con la Presidencia del Principado, eso sí, por la mínima, con un único escaño de diferencia con el PSOE. Alcanzada la cumbre, Cascos se enfrentaba, al igual que todos los presidentes autonómicos, a la gestión de la crisis económica. Pero la incapacidad del Presidente para negociar con sus opositores condenó su mandato: el rechazo del PSOE y del PP a los presupuestos presentados, a los que se sumó la abstención de IU, llevaron a la Comunidad a una situación de bloqueo para la que Cascos sólo vio una solución: la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas tras sólo seis meses de mandato. Para el por entonces Presidente, la explicación del descalabro de su proyecto político y la convocatoria de comicios se resumía en una frase: "Que tanto como el pacto PP-PSOE se enquistaba cada día con más desesperación y mayor ceguera, nosotros habíamos acertado en cortar por lo sano y hacer lo más democrático: mantener nuestro compromiso de servicio a Asturias y a los asturianos por encima de cualquier interés personal o estrategia egoísta de apego al cargo, que no son escenografías de la vanidad, sino compromiso con el sacrificio". Sin embargo, desde el Partido Popular, la teoría era bien distinta, y para Esteban González Pons, el problema era claro: "O manda, o no sabe gobernar [...]. Cascos no tiene como una de sus virtudes la capacidad para dialogar".
Sea cual sea el motivo, los asturianos han mermado la confianza en el dirigentes que auparon al poder hace tan solo cinco meses. En un escenario de inccertidumbre y de obligados pactos de gobierno, aún es pronto para saber qué hará Francisco Álvarez Cascos a partir de ahora.