Cómo se cerró el acuerdo PP-Vox: 24 horas de negociación al límite
Los populares se garantizaron el apoyo a la investidura de Moreno y vendieron la victoria de Casado. Dicen que se ha sentado un precedente y ven todo el mapa teñido de azul a partir de las próximas elecciones
Madrid
El martes 8 de enero, el equipo negociador del PP se reunió con el de Vox en un hotel del centro de Madrid. Eran las cinco menos cuarto de la tarde. Justo antes, el partido de Santiago Abascal había difundido un documento con 19 medidas. Era el que iban a entregar a los populares. Estos se leyeron sus exigencias y las rechazaron de inmediato. Las calificaron de “inaceptables”. “Varios temas son un auténtico despropósito que no podemos respaldar”, señalaron desde Génova.
<p>Los humoristas Miki & Duarte muestran su visión del acuerdo de investidura en 'Diario de Sevilla'.</p>
A partir de ese momento, ambas formaciones se sentaron a hablar. A contrarreloj. Todo debía estar listo para el día siguiente. Querían la foto con Ciudadanos y después con la formación ultraderechista. Tenían que garantizarse su apoyo a la investidura de Juan Manuel Moreno.
Así fue como aquella tarde se convirtió finalmente en noche. Los populares cuentan que Vox empezó a retroceder en algunos de sus planteamientos y aseguran que tras muchas horas de debate para cuando se despidieron ya estaba la situación más o menos encarrilada. Pero no quisieron cerrar el acuerdo entonces.
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Prefirieron esperar y llevarlo bien atado. Por eso, Teodoro García Egea, Javier Maroto y Marta González se fueron para Génova y junto a sus colaboradores estuvieron redactando un texto alternativo. Acabaron a las tres de la madrugada. Tras la larga conversación mantenida, daban por hecho que Vox aceptaría los términos del contrato.
Por eso, quedaron el día 9 a las nueve y media de la mañana. Al otro lado, de nuevo, Javier Ortega Smith, Rafael Bardají y José Francisco Contreras. Tras dos horas salieron de la cita. “Va bien”, decían ambas fuerzas políticas. Realmente ya estaba hecho pero, por deferencia, no se podía anunciar aún.
Había que acudir al Parlamento andaluz. Allí iban a inmortalizar el pacto con Ciudadanos. Además, debían informarles del contenido del que tenían con Vox. Pero, lo más importante. Tras muchas críticas a la injerencia de la dirección nacional del PP, se debía dejar a Juan Manuel Moreno el protagonismo final.
Él tenía que dar el visto bueno y lo hizo. “No había nada que le chirriara”, cuentan los que le rodean. Por eso, se procedió. Una gran escenificación. Tocaba, estrechar, primero, la mano de Juan Marín. Finiquitar con el hombre de Albert Rivera en Andalucía, la estructura de la Junta. Y el colofón llegó con Francisco Serrano, el representante de Vox. Todo fue muy rápido. Se resolvió antes de las seis de la tarde.
Entonces los populares salieron exultantes. A su juicio habían logrado ganar el órdago a Vox. Les habían ofrecido 37 puntos, en los que se incluían la creación de una Consejería de Familia y la sustitución de la Ley de Memoria Histórica por otra de Concordia.
El resto de asuntos los podían asumir sin problema. Además, ya tenían preparado el discurso por si alguien les decía que había cuestiones polémicas. “La redacción es genérica. No nos compromete realmente en nada”, comentaban al finalizar la intensa jornada.
El PP presumía de haber logrado que Vox renunciara a la barbaridad de derogar las leyes de Violencia de Género, Igualdad y protección del colectivo LGTBI. Para ellos eso fue un triunfo. También introducir un primer punto en el que se estable que el objetivo prioritario es “la creación de empleo de calidad”.
Llegaron las ruedas de prensa, la ronda de dirigentes por todos los medios de comunicación y las críticas de los barones se tornaron en alabanzas. Era el momento de las felicitaciones y dentro del PP empezaron a destacar el tanto que se había apuntado Pablo Casado. Es su primera victoria. Ha ganado una batalla que, para muchos de sus compañeros, reforzará su liderazgo. Piensan que se ha sentado un precedente y ya ven el mapa teñido de azul a partir de las próximas elecciones.