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Lotería Navidad

El anuncio de la lotería que se hizo real: regaló a su exyerno una participación y les tocó el Gordo

Ismael Araguás es una de las personas que más dinero repartió en el sorteo de la Lotería de Navidad del año pasado

Ismael Araguás, junto a su mujer y su exconsuegra, el día del sorteo del año pasado / ALFREDO GONZÁLEZ

Ismael Araguás, junto a su mujer y su exconsuegra, el día del sorteo del año pasado

Madrid

Ismael Araguás nació en Aínsa (Huesca) pero vive en Reus con su familia después de pasar por otros pueblos de Tarragona. Como otros muchos aragoneses emigrados a Cataluña, pertenece a la asociación El Cachirulo desde hace unos 30 años. Un lugar de encuentro en el que ha pasado muchas tardes jugando al guiñote con sus amigos, mientras otros atendían al bingo, hacían distintos talleres, cantaban en la coral o bailaban jotas. Muchas de esas canciones tradicionales sonaron el pasado 22 de diciembre a las puertas del centro donde se reúnen: el número que jugaba la asociación fue el Gordo de la Lotería de Navidad.

El Cachirulo repartió 320 millones de euros entre socios, amigos, gente del pueblo y familiares que siguen viviendo en Aragón. Ismael fue una de las personas que más participaciones vendió, calcula que distribuyó unos 30 millones de euros de premio y lamenta que ese año fuera uno de los que compartió menos lotería. “Mi suegro, el último año que vivió, con 90 años, vendió 30 talonarios y yo vendí 13, con 25 participaciones de 5 euros cada uno. La gente me la va pidiendo por la calle, yo no ofrezco a nadie, porque como incluye un donativo para la asociación parece que estás pidiendo, pero tengo una clientela fija de unas 150 personas que todos los años me piden lotería”, explica.

A Ismael se le acumulan los recuerdos y las emociones cuando piensa en el día del sorteo del año pasado. No olvidará el día que su exyerno fue a recoger a su nieto y le preguntó si había comprado lotería de El Cachirulo como años anteriores: “Iba con prisa, en el coche, así que saqué una participación del bolsillo y se la regalé. Cuando se enteró de que había tocado, me llamó llorando y luego nos dimos un abrazo grande cuando lo estábamos celebrando en la puerta del centro”. Ismael tiene claro que “mientras se porte como se está portando con su hijo” seguirán siendo amigos.

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No fue la única vez que Ismael lloró el día de la lotería. Recuerda que todos los años un amigo taxista le solía comprar alguna participación, pero el año pasado no tenía noticias de él, así que le llamó: “No podía acercarse a por ella, así que le llevé yo una. También me llamó llorando, muy agradecido porque me acordé de él”. Algo parecido le pasó con una vecina de Reus que se encontró yendo a misa un día: “Me dijo que si seguía en la plaza cuando saliera de misa, me compraba y ahí estaba yo. Me dio 30 euros y yo le di 6 participaciones, porque se me olvidó el donativo de un euro de la asociación. Cuando llegué a casa me di cuenta de que le había dado una de más. Cuando se lo dije me respondió que prefería pagármela a devolverla, así que, por mi error, se llevó unos 70.000 euros más”, rememora Ismael, que va encadenando una historia con otra. Le hace muy feliz saber que ha repartido tanto dinero entre tanta gente: “La mayoría se ha comprado un coche, algún piso, ha hecho alguna reforma… y están muy agradecidos. Otros, no me han dicho nada de nada. Hay de todo”.

La sede de El Cachirulo está cerrada desde marzo, cuando llegó la pandemia. Este año la lotería de la asociación se acabó antes que nunca: “Ha sido una locura. Después del verano ya no había. Hay socios que se han quedado sin ella. Yo me la he tenido que dosificar mucho a la hora de repartirla ¡He llegado a vender hasta cinco participaciones para 16 personas!”, cuenta sorprendido. Normalmente llevaba talonarios a comercios y cuando se acababa uno, llevaba otro, pero este año no ha podido hacerlo. Recuerda que el año pasado justo lo llevó al colegio de su nieto y “la madre superiora se quejó” y tuvieron que dejar de vender en el centro: “Solo se llegaron a repartir cinco participaciones con el Gordo allí”.

Ismael asegura que su vida sigue igual que antes del premio. “Tenemos suficiente y se lo dimos a nuestra hija. No he hecho nada especial, ya ha viajado mucho. No me ha gustado el dinero nunca, por eso, cuando se separó mi hija siempre le he dicho que no se pelee por dinero, que lo importante es que el niño esté bien”, cuenta orgulloso. No había visto el anuncio de la Lotería de Navidad del año pasado, en el que un señor llevaba un décimo a su exnuera, pero protagonizó una historia muy parecida y con un final muy feliz.

Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
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