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La fotografía del cambio climático en España: tres décadas para evitar la catástrofe

El calentamiento global pone en peligro el clima, paisaje y ecosistemas nacionales, que se verán duramente afectados en apenas treinta años

Carpas muertas en el Parque Nacional de Doñana ante la falta de agua provocada por la sequía / Getty Images

Madrid

No hay vuelta atrás. Los efectos -ya palpables- del cambio climático en España dibujan un futuro a corto plazo en el que el aumento de las temperaturas, la aridez de los ecosistemas o el crecimiento del nivel del mar golpearán la geografía nacional sin que haya retorno posible. No obstante, si no se toman medidas, las consecuencias podrían ser catastróficas, tal como alertan los expertos. 

El mercurio, desbocado

La temperatura media en España ha crecido 1,7 grados desde mediados del Siglo XIX. No obstante, el 76% de ese incremento (1,3 grados) se ha registrado en los últimos sesenta años. Este aumento térmico, que también se ha reflejado en el resto del planeta, ha protagonizado las primeras sesiones de la Cumbre del Clima de Glasgow, en la que la Comunidad Internacional se ha propuesto evitar el sobrecalentamiento de 1,5 grados.  Sin embargo, llegamos tarde para evitarlo, tal como aseguran los científicos. 

Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), afirma que el incremento de las temperaturas en 1,5 grados se superará de aquí a 2050. "Dentro de treinta años podremos encontrarnos con una España con temperaturas medias superiores en dos o tres grados. Eso implica que en verano podrán, por ejemplo, alcanzarse los 50 grados. No será de manera frecuente, pero sí cada uno o dos veranos. Hay que tener en cuenta que esa barrera todavía no se ha alcanzado en España", dice. 

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El aumento de las temperaturas provocará veranos más calurosos, como asegura el meteorólogo, que señala cómo en los últimos diez años se han registrado los cinco veranos más calurosos de la historia de España. "A cada década que pasa se registran nuevos récords de temperatura. Hemos detectado que el número de días cálidos ha superado en once veces a los fríos. Es decir, cada vez se alcanzan más días de calor que de frío por el incremento de las temperaturas", afirma. 

José Manuel Viñas, meteorólogo de Meteored coincide con del Campo en que, a cada año que pasa, las temperaturas son más cálidas: "Ahora ya no hay un año que puedas calificar como normal. Todos los años, desde hace casi treinta, están siendo muy cálidos". 

El meteorólogo incide en que es urgente no rebasar el incremento térmico en 1,5 grados de aquí a los próximos años, debido al impacto que ello puede provocar en los ecosistemas. "Una diferencia de tan solo medio grado parece pequeña, pero en cuanto a impacto es una diferencia muy grande. Es decir, si en España ya notamos cómo crecen las sequías, las tormentas, los temporales en el mar, las DANAs; a medida que crezcan las temperaturas, crecerán estos fenómenos", asegura. 

La regresión de la costa

Al aumento de las temperaturas se le suman distintas consecuencias que generan un fuerte impacto en los ecosistemas. Las costas españolas, ejemplos de biodiversidad y lugares de refugio durante las vacaciones de verano de millones de personas, dejarán de existir tal y como las conocemos en cuestión de décadas. 

Los expertos vaticinan un aumento del nivel del mar de entre 30 y 40 centímetros en 2050 aunque se consiga limitar el calentamiento global a los 1,5 grados respecto al período preindustrial, tal y como establece el Acuerdo de París. A priori, puede parecer una subida ínfima, pero es suficiente para que desaparezcan muchas playas españolas. 

El calentamiento global contribuye a que aumente la intensidad y frecuencia de los temporales marítimos, con olas de más de cinco metros que pueden provocar que las playas pierdan unos treinta en cada temporal. Esta subida afectaría sobre todo a la cuenca mediterránea y a más de 15 ciudades españolas. "En algún momento, antes de 2100, Barcelona no tendrá playa", señala Miriam García, doctora arquitecta, paisajista y técnico urbanista.

El ambientólogo y doctor en biodiversidad Andreu Escrivà asegura en esa misma línea que "si el planeta se calienta dos grados, antes o después instalaciones como el aeropuerto de Barcelona o el puerto de Valencia desaparecerán bajo el agua". Es decir, el incremento de unos pocos centímetros del nivel del mar puede tener, poco a poco, consecuencias irreversibles no solo en las playas, sino en las localidades costeras. 

Jordi Mazón, doctor en física y profesor de la UPC, apela a la necesidad de "ser conscientes de que este aumento de casi medio metro va a hacer que el paisaje costero se modifique completamente. Además, buena parte de la población española vive en la costa, y esto va a afectar fundamentalmente al turismo y nos vamos a tener que adaptar".

El cambio climático es el mayor reto al que nos hemos enfrentado jamás, tal y como señala Viñas. El principal objetivo pasa actualmente, incide el científico, por conseguir que no se cumplan los pronósticos más pesimistas, que auguran un incremento de más de cinco metros del nivel del mar para finales de este siglo: "Aunque estos grandes aumentos parezcan lejanos, sin duda vendrán determinados por las acciones que tomemos ahora y hoy". 

Un cambio radical en el paisaje

El calentamiento global que acusa el planeta se ha cobrado ya las primeras víctimas en España. Además de los perjudiciales efectos que tendrá para la salud, como alertan los expertos, la variedad de ecosistemas nacionales corren peligro ante el incremento térmico. 

Un ejemplo de ello es la desaparición de los glaciares pirenaicos, que en apenas treinta años dejarán de existir, tal como alertan los científicos. Nacho López Moreno, geógrafo e investigador del Instituto Pirenaico de Ecología (un órgano dependiente del CSIC), alerta de que el final de los glaciares es irreversible. "Aunque dejasen de crecer las temperaturas, el clima no propicia su supervivencia. La desaparición de los glaciares va a ser más rápida de lo previsto, y no va a pasar de los veinte o treinta años", asegura. 

Imagen del glaciar del Monte Perdido en 1981 (izqda) y en 2011 (dcha)

Imagen del glaciar del Monte Perdido en 1981 (izqda) y en 2011 (dcha) / Nacho López Moreno

El fin de los glaciares implicará que toda la información y partículas que estos contienen se perderá sin que puedan volver a estudiarse. Pero además, lo que se pierde, insiste Moreno, es uno de los paisajes más representativos de la región continental. "A lo que nos enfrentamos es a una pérdida de paisaje. Los pirineos eran de las pocas montañas del sur de Europa donde quedaban glaciares. Es similar a lo que sucedía con el Atlas en Marruecos. Lo importante de la desaparición de los glaciares no es el hecho en sí, sino lo que nos dice esa desaparición: las temperaturas en alta montaña están creciendo rápidamente", dice. 

Pero a esa desaparición súbita se le suman otras regiones, paisajes y ecosistemas nacionales, tal como recalca el ambientólogo Escrivá. "La vendimia se ha adelantado un mes en determinados lugares ,hay cultivos tradicionales que han sido sustituidos y existen masas forestales que pueden terminar muriendo porque se crearon con unas condiciones que ya no se dan", asegura. 

El cambio del paisaje, sin embargo, no afecta tan solo a lo visual, sino también adquiere carices económicos, como señala Escrivá. "Nuestra actividad social, económica y cultural puede verse muy afectada. Hay lugares de España, como Valencia, donde el turismo representa el 30% del Producto Interior Bruto. Si atendemos a estudios que establecen que para 2050 otros lugares del planeta tendrán un mayor confort climático que en España, los turistas preferirán otros lugares. Pero también hay que atender a que en verano, por ejemplo, se modificarán muchas de nuestras costumbres o aficiones. De hecho, en ciudades como Valencia o Madrid se han llegado a cerrar parques por las olas de calor", asegura. 

El calentamiento global: ¿Un problema con solución?

¿Existe una solución para evitar el cambio climático? La respuesta, según Escrivá, es clara: "No". Ahora bien, todo depende de lo que quiera evitarse. El ambientólogo, que acaba de publicar el libro Y ahora yo qué hago: Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción asegura que existen soluciones a pequeña y gran escala que deben tomarse para evitar consecuencias peores. 

Imagen de la nube de polución en Madrid durante el temporal Filomena

Imagen de la nube de polución en Madrid durante el temporal Filomena

"Cuando se dice que es tarde para tomar medidas se peca de victimismo y eso parece justificar que, como ya da igual lo que se haga, es indiferente tomar medidas. Pero eso no es así. ¿Estamos a tiempo de remediar el cambio climático? No. ¿Podemos evitar que sigan creciendo las temperaturas? Ahora mismo, no. De hecho, estamos viendo sus consecuencias. Ahora bien, si tomamos medidas en serio y a nivel global, podemos evitar una catástrofe e, incluso, conseguir que de aquí a finales de siglo la temperatura de la tierra se estabilice o incluso baje" afirma. 

Ese mismo diagnóstico es el que establece el portavoz de la AEMET, Rubén del Campo, que insiste en que, a pesar del tiempo perdido, nunca es tarde para tomar acciones. "Vamos tarde, pero si no hacemos nada los fenómenos extremos se incrementarán en todo el planeta. No quiero lanzar mensajes catastrofistas, pero las próximas generaciones tendrán que lidiar con climas extremos", recalca. 

Manifestación en Madrid en contra del cambio climático

Manifestación en Madrid en contra del cambio climático / Getty Images

Las proyecciones de los científicos reflejan que en las próximas tres décadas en aumento de temperatura rebasará los límites acordados por la Comunidad Internacional, y, de hecho, las proyecciones climáticas ya se centran en estudiar escenarios en los que la temperatura incremente hasta dos o tres grados.

Sin embargo, este domingo los participantes de la Cumbre del Clima de Glasgow se comprometieron a no rebasar los 1,5 grados de incremento térmico acordados en la Cumbre de París. ¿Es posible cumplir esos acuerdos? José Manuel Viñas, meteorólogo de Meteored, responde: "El reto al que nos enfrentamos realmente es conseguir un acuerdo global y somos países con distintas realidades. Llegar a un acuerdo en materia de emisiones, que es al fin y al cabo en lo que basamos nuestro crecimiento, es una tarea realmente complicada". 

 
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