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Lotería Navidad

Así les ha cambiado la vida a los ganadores del Gordo del año pasado: una boda, varios pisos y baños de sal

Marta se vio obligada a elegir entre reformar su casa y celebrar una boda, pero la Lotería resolvió el dilema

Mustafá dejó a medias una mudanza para celebrar el premio con su mujer

Para Irene y Emiliano, con una enfermedad rara y en paro de larga duración, el Gordo supuso un gran alivio

Celebración por la Lotería de Navidad de 2020 en la administración de Doña Manolita en Madrid. / GETTY IMAGES

Celebración por la Lotería de Navidad de 2020 en la administración de Doña Manolita en Madrid.

Madrid

La Lotería de Navidad siempre deja historias increíbles que, más allá del lujo —que es lo primero en lo que pensamos todos—, apelan al cariño, la necesidad, la suerte compartida, la angustia o los anhelos más íntimos. Pero el Gordo de 2020, después de todo lo que habíamos vivido, desató más emociones de lo normal y, ahora que han pasado 12 meses, algunos de sus protagonistas han accedido a contarlo.

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Mustafá, por ejemplo, tiene una historia peculiar. De joven fue acróbata de circo y dejó Marruecos para viajar por medio mundo, pero al llegar a Punta Umbría (Huelva) se sintió tan a gusto que decidió dejar de ser un nómada y hacerse pescador.

Años después, cansado de las penurias del mar y con tres críos pequeños, optó por buscar trabajo en tierra. Pero últimamente no había tenido suerte y la pandemia complicó mucho las cosas. Fuzia, su mujer, trabajaba limpiando en una casa (solo un día a la semana) y él, con 60 años, no tenía nada. "Algunas noches, aunque hubiese toque de queda, iba al puerto, a ver si podía descargar algún barco", explica.

El Gordo, en plena mudanza

El Gordo dejó 240 millones de euros en Punta Umbría.

El Gordo dejó 240 millones de euros en Punta Umbría. / CORTESÍA DE MUSTAFÁ

El Gordo dejó 240 millones de euros en Punta Umbría.

El Gordo dejó 240 millones de euros en Punta Umbría. / CORTESÍA DE MUSTAFÁ

Mustafá no le presta mucha atención a la lotería, pero el pasado 22 de diciembre, mientras trabajaba en una mudanza, presenció cómo sus clientes estallaban de alegría al comprobar que les había tocado el Gordo. Y él, mientras movía una nevera, cayó en la cuenta de que también había visto ese número en casa. La familia para la que trabajaba su mujer les había regalado un décimo.

Al recordarlo, se emociona: "Le dije a la señora que me iba a casa un momento... y al abrir la puerta me encontré a mi mujer llorando de alegría. Pero al rato volví y completamos la mudanza. 180 euros por 5 días de trabajo. El dinero ya no me hacía falta, pero no la iba a dejar tirada".

A Mustafá le llegó el premio en un momento complicado y, gracias al Gordo, pasó de sufrir todos los meses para poder pagar su piso a comprarse tres y, encima, conseguir trabajo en una empresa pesquera del puerto. "Así tendré cotizaciones y podré jubilar y dejar algo a los niños", dice. "¡Hay que seguir luchando!".

Un millón de euros frente a la adversidad

La alegría de haber depositado los décimos en el banco...

La alegría de haber depositado los décimos en el banco... / CORTESÍA DE EMILIANO

La alegría de haber depositado los décimos en el banco...

La alegría de haber depositado los décimos en el banco... / CORTESÍA DE EMILIANO

A Emiliano el Gordo también le llegó en muy buen momento porque llevaba más de dos años en paro, ya sin prestación, y sobre todo porque su mujer, Irene, tiene diagnosticada una enfermedad rara —esclerosis sistémica difusa— que, a causa de un exceso de colágeno, le endurece la piel y el resto de órganos ("no puede ni ponerse unos calcetines"), generando complicaciones como la fibrosis pulmonar, problemas digestivos o dos enfermedades autoinmunes.

Pero claro, aunque esta familia de Punta Umbría hubiese preferido una cura para la enfermedad, que te toquen 1,2 millones de euros ayuda bastante.

Los décimos los compró el suegro de Emiliano, quien tenía por costumbre intercambiar lotería con un amigo del norte y, al fallecer este, ha mantenido la tradición con sus hijos. "En total compró 5 décimos, de los que 3 eran para nosotros", explica por teléfono.

"Ahora podemos ir al fisio todas las semanas y también acudir a un tratamiento con baños de sal en Sevilla", dice Emiliano. "Yo ya no busco trabajo, no nos hace falta. Con lo que tenemos en el banco podemos ir retirando un sueldo cada mes, así que me dedico a estar pendiente de ella. Por suerte, aunque el inicio es muy fuerte, la enfermedad va por brotes y luego mejora".

Se han permitido un capricho, eso sí: "Como ya no podíamos usar la moto que teníamos, decidimos ponerla a la venta y, al final, se vendió mucho más rápido de lo esperado. Cuando se la llevaron, mi mujer no dejaba de llorar... y compramos otra",

¿Bodorrio o reforma?

Se habla mucho del sueño americano, pero millones de españoles han crecido con un ideal de vida bastante claro: trabajo fijo, bodorrio, hipoteca, piso en propiedad... Un objetivo que, con determinación y trabajo duro, estaba al alcance de la mayoría. Pero la crisis económica de 2008 supuso un punto de inflexión y cada vez son menos los jóvenes capaces de hacer realidad ese sueño español

Todo es más sencillo si te toca el Gordo de Navidad, claro. Marta, a sus 29 años, por ejemplo, se vio en la tesitura de tener que elegir entre organizar una boda o reformar su casa. Pero cuando, el pasado 22 de diciembre, los niños de San Ildefonso cantaron "72.897... ¡400.000 euros!", las cosas cambiaron de repente.

Imágenes de la luna de miel de Marta, en Turquía y Maldivas.

Imágenes de la luna de miel de Marta, en Turquía y Maldivas. / CORTESÍA DE LOS NOVIOS

Imágenes de la luna de miel de Marta, en Turquía y Maldivas.

Imágenes de la luna de miel de Marta, en Turquía y Maldivas. / CORTESÍA DE LOS NOVIOS

El año pasado le tocó el Gordo a casi todos los empleados de Industrias Teixidó, una empresa de Riudecols (Tarragona) que se dedica a la fabricación de piezas para automoción o electrodomésticos. "Tenemos un amigo que trabaja ahí e intercambiamos un número con la empresa de mi marido", explica por teléfono. "Al enterarme, en el trabajo, me costó mucho reaccionar. Le dije a mi marido que era solo dinero y que ya hablábamos luego".

Tapar agujeros... y emanciparse

"Descontando los impuestos, nos tocaron 328.000 euros", cuenta con una mezcla de alegría y resignación. "Eso da para tapar agujeros y vivir con tranquilidad, pero hay que seguir trabajando".

Un año después, tanto Marta como su marido siguen trabajando en el mismo sitio. Ella, en una ONG que atiende a refugiados; y él, en una empresa química. Pero el premio ha supuesto un cambio importante en su círculo de amigos. 

"En nuestro grupo, de 18 nos ha tocado a 15", dice. "Ha sido extraño ver cómo varios se compraban casas y han podido irse a vivir solos, porque antes no podían".

Dilema resuelto

2020 pasará a la historia como el año del estallido de la pandemia, pero lo cierto es que Marta había empezado el año a lo grande. Su chico le pidió matrimonio el 29 de febrero y, sin haberle puesto fecha la boda, enseguida surgió la oportunidad de comprar una casa que, eso sí, necesitaba una reforma.

"Pudimos firmar la hipoteca en junio, pero en octubre, viendo cuánto costarían las obras, decidimos no celebrar boda, solo ir a firmar. Si teníamos que escoger entre una boda y unas obra, obviamente nos quedábamos con reformar la casa", dice.

Luna de miel en Maldivas

La cuestión es que ya habían entregado una señal en el restaurante y, si no celebraban la boda, iban a perder ese dinero. "Yo dije que, puestos a perderla, era mejor esperar a enero por nos tocaba la lotería", asegura. "Y mira, ¡así fue!".

Gracias al Gordo pudieron acometer las obras y celebrar la boda que querían —solo hasta las 2:30 por las restricciones COVID, eso sí—, pero también cambiar de coche y disfrutar de una luna de miel de 18 días por Turquía y Maldivas.

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 
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