Puta es un disco absolutamente catártico. En él Zahara se vació y puso música a una serie de vivencias traumáticas que le pesaban desde hacía tiempo, aunque no había sabido expresar hasta entonces. La puesta en escena de esas canciones, La Puta Gira, ha sido para ella la auténtica terapia: «Para mí, la imagen de la libertad sería cerrando la puerta de tu habitación y, en mi caso, despelotándome, poniendo la música muy alta y saltando encima de la cama a lo loco. No hay nada mas incómodo que que alguien abra la puerta de habitación y te pille. Te sientes muy vulnerable, como si alguien ha abierto una ventana a tu corazón. El poder hacerlo como lo hago en el concierto, bailando desde el minuto uno, es una manera de exorcizar todo lo que me ha sucedido». Reconoce que a comienzo de la gira sí hubo algún momento que una frase le hacía conectar con ese dolor con el que la compuso, incluso llegó a romperse en mitad de un directo, pero ahora siente que subo al escenario «desde un lugar de plena felicidad y euforia»: «No siento que haya relativizado la intensidad con la que viví esos hechos pero sí el lugar donde he colocado estas vivencias. Me he quitado un peso de encima enorme», confiesa. Está convencida de que haberse librado de «la vergüenza» que le producía haber vivido ciertas cosas, me lleva ahora a poder expresarse así y bromea con su antiguo diseñador, Moisés Nieto, sobre su nuevo vestuario: «Él me vestía con lentejuelitas, el cuello alto... y me dice, tía, es que ahora sales en tanga al escenario, estás bailando prácticamente desnuda... ¡Y es que no me da vergüenza! Es que soy dueña de mi cuerpo, estoy readueñándome de mi sexualidad, lo que hago en el escenario es una cosa que es divertida, y noto que la gente entiende eso y también se libera». La terapia de la gira ha sido tan efectiva que se ha permitido jugar con esas canciones y ha publicado recientemente Reputa, un disco en el que otros artistas versionan sus temas, en algunos casos, transformándolas por completo. De la copla de Rodrigo Cuevas, a las guitarras sucias de Carolina Durante, pasando por el momento rave de Alizzz, el toque punk de Shego, la sensibilidad de María José Llergo, los agudos de Delaporte y la gran sorpresa, La Oreja de Van Gogh. Zahara huye de estereotipos: «Creo que a veces vivimos en unas barreras de gilipollas. Hay una expresión que es terrible que es la de placer culpable que ¡basta ya! Si da placer, no puede ser culpable, no le metas una culpa extra... ¿Por qué no está socialmente bien visto? ¿No es suficientemente moderno? ¿Qué pasa?», se pregunta ante el asombro de que haya incluido al grupo vasco. En realidad el germen de Reputa fue la versión de Alizzz de Berlín U5 pero los planes no salieron bien: «La vocación que tiene el disco es que fuera un álbum de remezclas de Djs pero aspiro tan alto que no consigo respuesta de ninguno de los Djs internacionales a quien llamo, como Richy Haunting o Ellen Allien. Una de las managers de uno de estos artistas me explicó que los remixes funcionan por cariño, apego y amistad y que es muy difícil que un Dj haga un remix por contrato, de hecho es algo que ni cobran. En el mundo del techno es muy raro que tú llames a alguien y acceda a hacerte un remix si no te conoce y dije qué motivo más bonito para no hacerlo». Tan solo la manager de Ellen Allien le respondió que se lo pensarían pero no hubo respuesta. Zahara se queda con la parte positiva y se permite hasta bromear: «Me llevé un aprendizaje. Tendré que hacer mucha electrónica y quizá algún día coincidamos en un festival y a lo mejor, para dentro de 10 años, pasa o no». En un disco con una huella feminista como Reputa, muchos echan de menos la voz de Rigoberta Bandini y Zahara también que pensó en ella: «Le propuse participar pero estaba en toda la vorágine de preparación de su disco. Luego salió su colaboración con Alizzz, con Amaia... la tía no para y agradecí también su honestidad con ese »ahora mismo, no« porque yo también tengo que decirlo continuamente». Zahara admira también mucho a Rosalía: «Creo que está en un momento artístico y creativo ultrainspirador y fantástico. Ojalá siga haciendo grandes discos, yo seguiré escuchándolos. Me encanta Motomami, me flipa su evolución, me encanta toda ella. Creo que lo que hace es original e increíble y ojalá algún día una colaboración, como con otras tantas personas que me gustaría hacer música». Recuerda que hace unos años, cuando hizo un concierto muy especial en Las Noches del Botánico en el que invitó solo a artistas mujeres a que le acompañaran en el escenario, hablaba mucho con Rosalía: «Fue justo el momento antes de la explosión de su carrera y no pasó. Tenía su número pero ya habrá cambiado», lamenta. Las letras de Puta se unen a otros trabajos y otras bandas que también están publicando canciones que empoderan a la mujer: Ginebras, Shego, Cariño, Las Odio... Zahara celebra el nacimiento de todas esas bandas: «No habrían podido existir en la manera en la que están hace unos años. Cuando yo empecé en la música solo se me permitía ser cantante. Si tocaba bien, tocaba bien como un hombre y las tías en las bandas molaban porque era sexis. Siempre había una sexualización de todo y era ajena, impuesta desde fuera. Yo viví eso y es verdad que ha cambiado un poco, pero tampoco muchísimo», lamenta. Cree que serán las nuevas generaciones las que más empiecen a notar el cambio. Quienes vean en un escenario una jefa de escenario o de un equipo técnico pero cree que todavía queda mucho por lo que luchar y lo dice aportando datos objetivos: «De todos los festivales que he tocado, como 50 veces, he sido cabeza de cartel de 2 ó 3. He visto carteles donde encontrar a una mujer era un ejercicio de Donde está Wally. Con todo lo que ha pasado con mi disco, la relevancia, he visto muchos carteles donde había muchas bandas mayoritariamente de hombres con menos relevancia en sus discos, con menos venta de tickets en ese momento u oyentes en Spotify, que estaban delante de mí en el cartel. Yo me tengo que reivindicar, ¿cuál es el motivo? ¿Es algo que se pelea previamente? ¿Es el promotor del concierto el que cree que nombres de hombres va atraer a más gente a ese festival? ¿Creen que las mujeres no vendemos tickets? Que le pregunten a Rigoberta y su Wizink o a Estirando el chicle. Hay muchísimas mujeres girando y aun así llamas a las bandas de hombres de siempre ¡que parecen carteles hechos hace una década! y a mí eso me sigue mosqueando porque luego lo que se le queda a la peña en el cerebro es que estuvieron bailando con el cabeza de cartel, que fue un tío, a la hora buena y no nos ponen ahí». A medida que habla del tema, Zahara se va indignando cada vez más: «Se anuncian ya muchos carteles de 2023 ¡y es que no hay ni una tía! Y es que joder, no estamos hace 5 años ni hace 10, estamos en un momento en el que aunque sea por vergüenza, ¡mete a tías en el cartel!», implora. Recuerda además el buen ambiente que se genera cuando hay mayoría de mujeres en un equipo: «Cambia tanto todo... la energía, las conversaciones... tiene que haber más mujeres, porque están ahí». En su equipo, le acompaña una jefa de monitores que vive a diario el machismo que sigue habiendo en su sector: «Noe es la persona que más sabe de sonido con la que he estado nunca. Cuando hay problemas técnicos, están todos los hombre mirando la mesa y va Noe y siempre lo arregla, pero si el problema sucede en monitores, va a llegar un hombre a decirle que no tiene ni idea de lo que está pasando. Ha tenido que llegar Sergio a darle credibilidad a Noe para que le hagan caso a ella para que resuelva el problema». «Es la puta jefaza», asegura. «Pero encima se tiene que reivindicar y, como está cabreada porque está ninguneada continuamente, lo que acaba pasando es que encima le dicen »¡Qué tía más borde!« ¡Es que encima tiene que ser maja porque el rol de la mujer es ser simpática y agradable! Pues mira, no. Es una tía seria que sabe hacer su trabajo y tú eres un puto gilipollas que no la respetas, así que no va a ser maja. Va a ser maja con las personas que lo merecen. Por eso me cabreo tanto... Como esta anécdota, te podría estar contando hasta que me fuera a dormir porque por desgracia esta es la situación que vivimos». El machismo es tan cotidiano como llegar a tocar a un sitio nuevo: «Hasta que yo no llegue a un escenario y lo primero que me digan a mí es dónde está el camerino mientras a Martí, dónde enchufar sus instrumentos y a mí me traten también como a una música, seguiré cabreada porque estoy harta de que me siga pasando después de 20 años en los escenarios, girando, gestionándomelo todo yo, que todavía exista esta desigualdad, sobre todo en el trato, y esta presión con la que todavía tenemos que vivir». El año pasado, en plena gira con el disco, retiraron el cartel de un concierto de Zahara en Toledo tras las quejas de Vox y varios colectivos. El partido de Abascal acusaba a la cantante de «ofensa extrema» a la Virgen: «No tiene nada que ver con la religión sino con una mentalidad que no entiende lo que es el arte. El arte en sí mismo no es nada. Lo que yo representaba ahí es un espejo en el que te miras, no es nada mío, es tuyo», explica. Al mismo tiempo admite que le afectó mucho «cómo se manipuló su mensaje para alimentar el odio» de un sector de la población: «Fue un odio descontrolado que me produjo miedo real y pensé ¿por qué hago esto? Me podía quedar callada, pero entonces pensé, ¿los mismos que me hicieron bullying en el cole ahora, con 38 años, me están tocando el coño, me están viniendo otra vez a amedrentar, a hacerme sentir pequeña y querer que me quede en casa encerrada? Y durante las siguientes semanas de conciertos salía con miedo porque pensaba que me iba a pasar algo en el escenario, que alguien me iba a atacar». Puta ha supuesto un antes y un después en la carrera de Zahara: «He abierto una forma de deslenguarme que creo que eso se ha quedado para siempre. Creo que ante mí tengo ahora la oportunidad de hacer muchas cosas. La música electrónica se ha quedado en mí, hablar sin complejos es maravilloso y se ha quedado en mí. Siento como una libertad de exploración hacia otros lugares, tanto como personales como ajenos, musicales... y estoy escuchando mucha música y explorando mis instrumentos». De momento ha compuesto dos canciones, una «medio luminosa, bonita, agradable» y otra con un «punto de mala baba». No sabe qué pesará más en su próximo trabajo, ni sonará, pero reconoce que le encanta esa sensación.