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La dificilísima relación entre el autismo y la comida: "Si se te va la mano, tenemos lío"

Alimentos de un color, texturas crujientes o cantidades extremadamente concretas: medio millón de familias en España conviven con los efectos de rigidez sensorial

Madrid

Mucha gente sabe que las personas con autismo (cerca de 500.000, solo en España) suelen tener dificultades para relacionarse y que, a menudo, necesitan ceñirse a ciertas rutinas. Pero, aunque no se sepa tanto, las personas con autismo también suelen tener muchos problemas (y muy llamativos) con la alimentación.

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"Algunos niños, por ejemplo, solo admiten alimentos de un color... o todo lo contrario: aceptan todo, siempre y cuando no contenga un color concreto", explica la nutricionista Patricia Esteban, especializada en Trastornos del Espectro Autista (TEA) y otras neurodivergencias. "No todo el mundo tiene problemas con la comida, pero sí muchas personas".

La causa, en muchos casos, suele ser la "rigidez sensorial". Algunas personas, según detalla Esteban, responden a ciertos estímulos de forma exagerada o imprevisible, y un ejemplo muy habitual es el rechazo de ciertos alimentos por cuestiones de forma, textura o color.

Zumo de pera y un rebozado muy concreto

"Es muy habitual en niños pequeños, por ejemplo, que solo coman nuggets, patatas fritas y pan. Es decir: colores neutros", detalla. "O que lo quieran todo perfectamente triturado... o lo contrario: que toda la comida tenga que ser crujiente".

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Gastro SER | Autismo y alimentación: ‘nuggets’, gildas y nata montada

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El programa especial de Gastro SER recoge varios testimonios de personas autistas y sus familiares. Yolanda, por ejemplo, explica que su hijo solo toma zumo de pera de la marca Granini— no admite otro— y que solo acepta el pan si tiene pico y viene envuelto. Uno de los momentos más complicados, de todas formas, fue cuando Hero Baby cambió el diseño del packaging de sus productos: "No había manera".

Verónica, la madre de David, explica que su relación con la comida también es muy difícil: "Come macarrones y nuggets. Pero tiene que ser con un rebozado específico, no se lo cambies, y los macarrones tienen que llevar una cantidad de tomate muy determinada. Si se te va un poco la mano o te quedas corta, ya tenemos lío".

Dos horas para cuatro cucharadas

La mamá de Hugo, por su parte, explica que su hijo lo pasa mal con la comida porque —con la excepción de las patatas fritas, las galletitas saladas y el pan— solo toma alimentos triturados y, además, suelen necesitar muchísimo tiempo para darle cuatro o cinco cucharadas. ¡Hasta dos horas por comida!

Con ayuda, tiempo y paciencia, de todas formas, se puede mejorar. La madre de Guille, por ejemplo, explica que una vez, después de mucho tiempo en terapia, le metió un trozo de pizza "a traición" en la boca y que, de repente, pasó de detestarla a convertirla en su comida favorita. "Ese día se dio cuenta de que llevaba tempo rechazando alimentos que quizá le gustaban. A los 8 años hubo un antes y un después".

Patricia Esteban asegura que, aunque cada vez hay más profesionales especializados, algunos pediatras aún le restan importancia a estas cuestiones y animan a los padres a no insistir, con frases del tipo: "Ya comerá cuando tenga hambre". Un grave error porque, en el caso del autismo, es tan habitual que no haya sensación de saciedad como que la aversión a ciertos alimentos prevalezca sobre el hambre.

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Otra de las dudas más frecuentes entre las familias tiene que ver con los presuntos beneficios de la dieta sin gluten ("la familias vienen todos los días preguntándolo"), pero Patricia Esteban asegura que no hay evidencia científica y que a veces puede ayudar, pero también perjudicar, por lo que ella analiza cada caso concreto.

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Todos estos problemas relacionados con la comida pueden generar, a su vez, otros problemas, como el estrés, la culpa o el aislamiento social (para ellos y para sus familias) porque las escuelas especiales y los restaurantes no suelen ajustarse a sus necesidades.

Pero la cocina también puede ser parte de la solución. El joven Pedro Prieto, por ejemplo, ha estudiado un grado medio, pero ahora, como la mayoría (70-90%) de las personas con autismo, está desempleado. "Se me da bien limpiar, hacer pasta y montar la nata", explica orgulloso.

Gildas y estrellas Michelin

La neuropsicóloga Paula Villena, que trabaja para Autismo Madrid, señala que, a pesar de que hay cierta leyenda al respecto, las personas con algún TEA pueden —como el resto del mundo— desarrollar habilidades especiales... o no hacerlo. La mediática Greta Thunberg y series como The Good Doctor o Big Bang Theory han contribuido a que, en el imaginario colectivo, se perciba a las personas autistas como brillantes.

Entonces, a pesar de todos esos problemas vinculados con la comida, ¿podría una persona autista llegar a convertirse en un gran chef con estrella Michelin? La terapeuta ocupacional Estefanía Matas, que trabaja en la asociación de apoyo a personas con autismo Talentismo, está convencida de que sí porque "tienen muchas habilidades y, cuando algo se les da bien, van a tope y pueden destacar, como cualquier otra persona". Pero si no, tampoco pasa nada.

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Lo cierto es que muchas personas autistas destacan por su meticulosidad, su conocimiento exhaustivo de ciertos temas, su dominio de las tareas repetitivas y su cumplimiento de las normas. Cualidades perfectamente compatibles con la producción a gran escala de uno de los iconos gastronómicos del momento: la gilda. La empresa Casa Santoña y Adisgua, de hecho, llevan tiempo colaborando en un proyecto de integración laboral para personas con discapacidad o autismo.

Para que el día a día de las personas con autismo y sus familias pueda mejorar, más allá de la necesaria difusión de influencers como Pau Brunet o el futbolista Marc Cucurella, Patricia Esteban reclama "cambios", tanto en los restaurantes como en los comedores escolares.

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 

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