Dos de 39 en la Guía Michelin: los porqués de una foto tan roja como sonrojante

Madrid

En el programa especial de Gastro SER dedicado a la gala de la Guía Michelin, celebrada en Málaga el pasado martes, suenan muchos cocineros. Voces de ilusión, de alegría y de alivio. Voces que hablan del orgullo rural, de la lucha de toda una vida, del esfuerzo para alcanzar la perfección, de la obsesión por el sabor... Pero suenan muchos cocineros y solo una cocinera.

Podrían haber sido dos, es verdad. Porque en la foto de las 30 nuevas estrellas que ha repartido este año la guía roja aparecen dos mujeres. Las dos andaluzas y de nombre Cristina, curiosamente: Cristina Cánovas, del malagueño Palodú y Cristina Jiménez, del granaíno Faralá.

La foto de Michelin, en realidad, no es muy distinta a la de años anteriores. Pero no por ello es menos sonrojante porque no se corresponde, en absoluto, con los valores de la sociedad española en 2025. ¿Qué pasa: que las mujeres no saben cocinar o que la Guía Michelin les tiene manía?

Los números no engañan

La periodista Rosa Rivas ha publicado un artículo interesante en El Confidencial. Un artículo titulado de forma inequívoca: ¿Miopía o misoginia? Por qué las chefs con estrella brillan por su ausencia. El texto, de hecho, cifra en un 10% el total de restaurantes con estrella Michelin liderados por mujeres y le afea a Michelin que tampoco haya encontrado a ninguna mujer merecedora de uno de sus cuatro premios especiales o de sus cinco nuevas estrellas verdes. Los números no engañan: dos de 39. Un detalle que, como mínimo, confirma que a Michelin no le preocupan las apariencias. No en lo que se refiere a la igualdad, por lo menos. El feminismo no está entre sus objetivos... y ni siquiera lo intenta disimular.

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Pero, más allá de si la Guía Michelin está comprometida o no con la igualdad, la reflexión tiene que llevarse un poco más allá porque su labor de inspección, en realidad, tiene menos de causa que de consecuencia.

La roja y sonrojante foto de Michelin, en la que también aparecen —por mantener sus tres estrellas— Elena Arzak y Esther Manzano, es la demostración palpable de que las cosas no se solucionan por arte de magia. ¿Cuántos años nos llevan diciendo que cada vez hay más mujeres en las cocinas profesionales y que la igualdad es cuestión de tiempo?

Dos pirámides

Venimos de donde venimos, está claro, pero que en 2025 solo dos mujeres hayan conseguido estrella es un dato pésimo, que baja la media y nos hace retroceder. Una cifra que debería escandalizarnos y que no deberíamos pasar por alto. Hacerlo, sin duda, significaría contribuir a que las niñas (y los niños) de hoy hereden igual de injusto o incluso peor.

Pero, ¿cuál es el problema? Evidentemente, las mujeres no cocinan peor... ¡y haberlas, haylas! La cuestión es que en las escuelas de cocina son más o menos la mitad, pero a mayor nivel de responsabilidad (y de exposición mediática), menos igualdad: muchas estudiantes, algunas cocineras, unas cuantas jefas de partida, alguna que otra chef... y en los congresos o con una estrella Michelin, solo unas cuantas elegidas. En ellos, en cambio, la pirámide va al revés.

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¿Por qué? El gran tema, sin duda, es la conciliación... o más bien, la falta de conciliación porque, en la España de 2025, si alguien tiene que sacrificar su carrera para asumir tareas domésticas, renunciando a su talento profesional, mayoritariamente sigue siendo la mujer, y si alguien tiene que estar en casa a la hora de cenar para ocuparse de los niños, mayoritariamente son las madres. Una actividad, por otro lado, bastante incompatible con los horarios de la alta cocina. Al menos, con los horarios tal y como los entendemos ahora.

Los hijos de sus clientes

Quizá podríamos organizar las cosas de otra manera o que, simplemente, no siempre se sacrifiquen ellas. Que las chefs con estrella Michelin acojan a los hijos de sus clientes con los brazos abiertos (y cambiadores en el baño) y ellos, en cambio, no tanto, también debería hacernos reflexionar.

Pero, viendo que nos cuesta tanto cambiar, tampoco estaría de más un poco de ayuda extra por parte de la Administración, con incentivos fiscales, ayudas a la conciliación... o lo que convenga.

Los medios podemos contribuir dándole visibilidad a un tema que tenemos totalmente asumido y normalizado cuando, en realidad, es de todo menos normal. Pero la responsabilidad es de todos. No solo de la Guía Michelin.