El 'felicimiento' de El Columpio Asesino
Llevamos a la banda navarra al Parque de Atracciones de Madrid para hablar de su nuevo disco: 'Ataque Celeste'
En plena era del positivismo de Instagram, reivindican que el sufrimiento también forma parte de la vida
Hablamos con El Columpio Asesino de su nuevo disco, del concepto 'felicimiento' y del montón de cosas que no les gustan una mierda. Todo en vídeo y, sí, montados en un supercolumpio / VÍDEO: PABLO PALACIOS
Madrid
"Si no fueses tan puta! / Y si yo supiese, hace ya tiempo, / que tú eres fuerte cuando yo soy débil / y que eres débil cuando me enfurezco... / De tus regresos guardo una impresión confusa / de pánico, de pena y descontento, / y la desesperanza / y la impaciencia y el resentimiento / de volver a sufrir, otra vez más, / la humillación imperdonable / de la excesiva intimidad". Estos versos forman parte de Contra Jaime Gil de Biedma, un poema con el que el autor barcelonés aprovechó para ajustar cuentas consigo mismo. Inspirados en parte en ese poema, El Columpio Asesino ha publicado nuevo disco después de casi seis años de silencio en los que, como Biedma, sus fans pasaban de la desperanza a la impaciencia por si el grupo no volvía a dar señales de vida.
Entrevista a El Columpio Asesino: "Hay un montón de cosas que no me molan una mierda"
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A punto han estado, pero este viernes sale a la venta Ataque Celeste (Oso Polita, 2020), un disco con ocho canciones que muestran una cierta evolución en su sonido. Momentos más pop, menos guitarras, más sintetizadores y atmósferas electrónicas, pero con su universo lírico intacto.
"Para empezar de nuevo hay que morir", cantan en Preparada. Subidos en las Sillas Voladoras del Parque de Atracciones de Madrid, reconocen que el camino hasta este nuevo trabajo ni ha sido fácil. "Después de Ballenas acabamos muy cansados, las giras son muy intensas. Siempre hemos enganchado disco con gira sin parar. A veces era más duro el disco que la gira, nos costaba mucho grabar un disco y pasábamos por muchos altibajos. Estábamos en un altibajo continuo. Antes de tomar la decisión drástica de dejarlo, decidimos darnos un año de espacio para que se calmaran las cosas y verlo todo más claro y ver qué hacer", cuenta Álbaro Arizaleta. Además de voz y batería del grupo, él es quien compone las letras de las canciones del grupo y recuerda que cuando volvieron a reunirse un año después tuvieron claro que querían volver a grabar de nuevo pese a todo: "No sabemos hacer otra cosa". Se pusieron un horario de trabajo, "como el que se pone un oficinista" y poco a poco fueron saliendo los nuevos temas: "Ha sido un proceso de casi 3 años, nos lo hemos tomado con tranquilida, tenemos un nivel de exigencia y una manera de componer y de cerrar las canciones un poco especial. No nos gusta repetir ni andar caminos ya andados y eso hace que las canciones nos cueste un poquito más cerrarlas". Daniel Ulecia (bajo y sintetizadores) compone con Álbaro las melodías y también cree que ha pesado mucho "ver qué pasa con esa canción en el conjunto de canciones que ya estás cerrando". Porque detrás del título Ataque Celeste hay todo un concepto: "El término lo acuñamos para explicar la angustia que muchas veces algunas personas hemos sentido esos días azules, largos, eternos, que a veces se convertían en semanas, que parecía que había como un imperativo por aprovechar el día, porque el día tuviera que ser especial... ese exceso de positivismo que parecía que tenían que tener esos días y a mí a veces me provocaba lo contario. Además, me daba cuenta de que me encontraba más cómodo en días cerrados, no porque me gustaran más ni porque tenga un espíritu vampiro, sino porque son días en los que no se espera nada de ellos o se espera menos y te relajas e igual surgen más cosas o te encuentras mejor. A ese malestar por esos días le llamamos ataque celeste".
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Cuando nos reunimos con ellos hace mucho frío pero luce el sol. Estamos a punto de subirnos a las sillas voladoras y las ganas se mezclan con cierto padecimiento por lo que vendrá. La situación resume a la perfección lo que esconden las letras de este disco: "Lo que venimos a decir es que el sufrimiento forma parte de la vida y que hay que aceptarlo, pero no nos gusta el sufrimiento. Nadie lucha contra las nubes, por mucho que te guste el sol, sabes que las nubes pasarán. El sufrimiento es algo parecido, forma parte de la vida, pero no me gusta regocijarme en el sufrimiento ¡para nada! pero aprendes a aceptarlo porque cuando lo rechazas es cuando vas a sufrir más todavía. ¡Pero cuidadito con que nos gusta el sufrimiento!", aclara Álbaro.
Han pasado 20 años desde que empezaron y, repasando discos antiguos, Álbaro considera que "en muchas canciones sobrevuela la misma vaca muerta": "Conflictos, fantasmas, los demonios interiores que tienen ese personaje de las canciones, que soy yo el que las escribe y te das cuenta de que no sabes escribir de otra cosa o que las tripas te piden escribir de eso". Sus letras están llenas de nocturnidad, de referencias a la ansiedad y a los antidepresivos. Su autor explica que "no es una cuestión de resacas, es una cuestión existencial que se extiende a toda una vida".
"Hay un montón de cosas que no me molan una mierda"
Toro marcó un antes y un después para el grupo pero no sienten más presión que la habitual ante cualquier nuevo trabajo después de ese pelotazo. Lo que sí han notado esta vez es lo mucho que ha cambiado la forma de hacer llegar sus canciones a desde su último disco: "A mí lo que me ha sorprendido después de la parada esta, es cómo ha cambiado el mundo de las redes, cómo te obliga ya no a hacer canciones, sino a tener likes, visitas… Yo me pierdo, no tengo redes y me da la sensaciones de que el diámetro del círculo ha crecido bastante y yo ahí me siento un poco perdidico", reconoce Álbaro. "Básicamente lo que ha cambiado ha sido la forma de llegar a la gente. Antes la gente tenía el acceso a la música desde unos canales determinados y ahora es como muy inmediato todo, muy de usar y tirar…. La música sigue siendo música, se sigue haciendo de la misma forma, pero el mensaje se recibe de otra forma", puntualiza Daniel. Ambos están de acuerdo en que "el indie empieza a sonar viejuno" pero no terminan de ponerse de acuerdo con los nuevos estilos de música que escuchan en la radio: "Hay un montón de cosas que no me molan una mierda", llega a confesar Álbaro.
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El fenómeno misa de los festis
Otra de las cosas que ha cambiado es el universo festivales. Cristina Martínez, la cantante, cree que es un momento "increíble" para las bandas pero se pregunta cuánto durará esta burbuja. "En los festivales se dan un fenómeno misa: las primeras filas atienden al cura y en el gallinero se va a lo que va. No creo que sea tan representativo el interés por la música, la gente va a lo que va y me parece genial, faltaría más", apunta Álbaro. Todos están de acuerdo en que Toro no se va a caer nunca de su setlist: "Le debemos mucho a esa canción. Cuando ves la cara de la gente a tope en ese estado, dices "la toco mil veces más", dice Cristina que, en este disco tiene mucho más protagonismo, ya que canta cinco de las ocho canciones, una de ellas, instrumental. "No ha sido buscado. Íbamos probando con cada canción cómo iba funcionando la voz de Álbaro y la mía, y al final nos dimos cuenta de que yo cantaba más, ha sido muy natural".
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Ocho cortes que mantienen el excelso nivel de sus anteriores trabajos pero que ahondan aún más en ese 'felicimiento', término que acuña Daniel Ulecia justo antes de subirse a las Sillas Voladoras y que se antoja perfecto para definir ese momento en el que un proyecto te aporta felicidad y sufrimiento a partes iguales. Desde los sonidos más pop como Tu último relato, la machacona Siempre estás tu, con menos guitarras como en Mi general o ese trallazo electrónico en Ataque celeste que samplea voces que cantan ese "yes, we can" que anuncia la vuelta de El Columpio Asesino.