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El desconcierto distrae al PSOE

La crisis del PSM, las rectificaciones y la necesidad de encontrar su espacio marcan la estrategia socialista en plena carrera electoral

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante un pleno del Congreso de los Diputados / JuanJo Martin (EFE)

Madrid

Hubo un brindis hace unas semanas en una sede socialista. Fue en la conferencia autonómica de Valencia a la que el partido llegó durante el debate sobre el liderazgo de Pedro Sánchez y de la que creyó salir con nuevas fuerzas tras el discurso del secretario general y una trabajada imagen de unidad. Por eso brindaron los dirigentes que compartieron cena, pero algo se torció al poco. Un día después de clamar contra el PP, Sánchez se fotografió con Mariano Rajoy en la Moncloa para rubricar un pacto que remitía a la cadena perpetua que los socialistas rechazan, mientras la dirección ofrecía más acuerdos de Estado al PP. La campaña en la que ya están inmersos los territorios contuvo las críticas y esa misma circunstancia retuvo también el estupor de algunos ante el golpe de autoridad que quiso dar Sánchez con la destitución de Tomás Gómez. Otros muchos celebraron la decisión y la justificaron de forma gráfica: "Nos hundíamos con Tomás".

"Será rápido", decían en Ferraz sobre la solución de la crisis de Madrid, pero al nombre de Ángel Gabilondo -preferido por la dirección, por socialistas críticos e incluso por candidatos municipales- se han ido sumando aspirantes imprevistos que concurrirán a un proceso sin primarias. A las dificultades para explicarlo -el secretario general presume de haber sido elegido por el voto directo de los militantes- se suman las rectificaciones para aclarar la respuesta a las imputaciones de sus dos expresidentes, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, justo cuando más necesitan los socialistas un discurso que les saque del tercer puesto en el que le sitúan ya varias encuestas. Con todo ese ruido prepara Pedro Sánchez su estreno en un Debate del Estado de la Nación, convocado para la semana próxima, y de fondo planea el temor a que, tras las autonómicas de mayo, aguarde la guerra por el control del partido que más tiempo ha gobernado este país.

Comparecencia de Tomás Gómez tras ser destituido

Comparecencia de Tomás Gómez tras ser destituido / Ballesteros

La dirección socialista siempre negó que fuera a tomar medidas contra Tomás Gómez. Primero porque Sánchez no quería un incendio en la federación a la que pertenece y cuyo secretario general le apoyó en la pugna contra Eduardo Madina, y después para evitar el ruido mediático. Cuando al fin se decidió, sorprendió que hubiera hablado con algunos líderes territoriales pero no con quienes representan a las federaciones más numerosas -la presidenta andaluza, Susana Díaz, dijo que no había hablado con Sánchez de ese asunto y el valenciano Ximo Puig reconoció haberse enterado "minutos antes"-.

Ferraz reitera que sigue el procedimiento que marcan los estatutos, confía en las capacidades de Gabilondo y atribuye a quienes quieren que el exministro se lo replantee la irrupción de otros nombres. Amparo Valcarce anunció su candidatura y, para pasmo compartido, también el reconocido Pedro Zerolo. El concejal madrileño forma parte de la dirección de Pedro Sánchez, el órgano que ha decidido que no hay tiempo para convocar unas primarias que Zerolo defiende, como hizo días antes la exministra y también miembro de la ejecutiva Carme Chacón.

Le ha tocado a Rafael Simancas justificar el proceso de asambleas que arranca este miércoles y con el que el PSOE debatirá el nombre del sustituto de Gómez, aunque no fue el encargado de la gestora quien más complicado lo tuvo. Fue Luz Rodríguez, secretaria de Empleo que arremetió contra Zapatero por su famosa cena con Pablo Iglesias, quien aseguró que la consulta en asambleas era tan democrática como unas primarias y, ante la avalancha de preguntas en la sala de prensa, llegó a decir que los militantes del PSM podrían votar al candidato autonómico. El partido corrigió: "Será un proceso democrático y participativo, se podrán expresar todos los militantes que quieran, pero no habrá votación". En Ferraz ha molestado que se agite ahora el debate de primarias.

Desde que decidió disolver la federación madrileña, Pedro Sánchez no le ha dedicado más que una frase a la crisis. Fue en Bruselas. El martes no acudió a la votación del pleno del Congreso y la página web en la que anunció que publicaría su agenda no tiene ningún acto anotado para esta semana. En su equipo explican que está ocupado en dos asuntos: el Debate del Estado de la Nación y la cumbre que reunirá este sábado en Madrid a Sánchez con Mateo Renzi y Manuel Valls, con la que aprovechará para reforzar su perfil presidencial. Para la semana que viene, el PSOE quiere que esté ya resuelto el capítulo de Madrid, por lo que el fin de semana, o el lunes a más tardar, se aprobaría el nombre del candidato a la comunidad. La última palabra en ese proceso la tiene la comisión federal de listas; es decir, Ferraz.

¿Y el elefante?

Hubo también cierta descoordinación tras la decisión del Supremo de llamar a declarar como imputados a Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Pedro Sánchez había anunciado medidas si eran imputados. El partido matizó después que el secretario general se refería a imputaciones por algún delito concreto y, en ese mismo momento, el portavoz parlamentario apuntaba una tercera doctrina, que es la que recoge el código interno: deberían dimitir si se abre juicio oral contra ellos. Poco después el propio Antonio Hernando rectificaba y remitía al criterio que había fijado Sánchez y que coincide con el PSOE de Andalucía. Aunque vaya más allá del código ético que él impulsó.

Fotografías de archivo de los expresidentes de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán (i) y Manuel Chaves (d)

Fotografías de archivo de los expresidentes de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán (i) y Manuel Chaves (d)

El ruido que acompaña las últimas semanas en el PSOE se produce con la campaña andaluza a pleno rendimiento y los motores a punto para las autonómicas y municipales de mayo. Se produce, más aún, tras el llamamiento de Sánchez a su partido para que diera "la batalla del relato", para que supiera imponer un discurso socialdemócrata ante el "miedo" del PP y "el nihilismo" de Podemos. Animó a los suyos a que construyeran su propio elefante, como dijo parafraseando al lingüista George Lakoff, para que los socialistas tuvieran un marco autónomo con el que explicar la realidad.

Semanas después, el PSOE intenta que se vea su propio elefante, esperanzado en que las elecciones sirvan de revulsivo para tapar el ruido. Los sondeos avisan de que no parece que quede mucho margen.

 
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