El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, protagonizaron en Atresmedia un único cara a cara electoral demasiado bronco y plagado de interrupciones y reproches, un debate difícil de moderar en el que el candidato socialista fue de menos a más y en el que las disputas se centraron en los datos económicos, las consecuencias de la ley del sí es sí y los acuerdos con Vox. «Déjeme hablar», «eso es mentira», «¿puedo hablar?»... frases como estas se repetían mientras cada uno intentaba llevar el debate a su terreno. Sánchez defendía gestión mientras que Feijóo buscaba aire en la repetición de la derogación del «sanchismo». Sánchez buscaba el argumento sosegado con una media sonrisa y Feijóo pasar al ataque cuanto antes. Nada que no se intuyese a la llegada de ambos, que ya fue toda una declaración de intenciones. Uno de rojo y otro de azul, uno con las manos vacías y otro cargado de folios. Dos formas totalmente diferentes de hacer una puesta en escena, pero con cada detalle estudiado al milímetro. El primer bloque ya mostró lo difícil que iba a ser para el público escuchar frases completas. Tras un breve cruce de acusaciones sobre el número de debates electorales, Sánchez comenzó aportando sus principales datos en materia económica: «Creamos empleo como nunca, crecemos por encima de la media y controlamos la inflación», avanzó como grandes titulares que posteriormente apoyó en números. Sin embargo, Feijóo pasó al ataque con la frase que el presidente pronunció en su reciente entrevista en la Cadena SER. «Que usted diga que la economía va como una moto es una falta de respeto. No podemos empezar mintiendo con los datos», acusó el líder del PP mostrando un folio en el que España salía a la cola. El popular habló de «cinismo» y acusó a Sánchez de mentir en todos sus datos económicos, ante lo que Sánchez elevó el tono recordando la dificultad y el mérito que tiene haber superado una pandemia con los números que presenta hoy España. Asimismo, el presidente quiso sacar pecho en materia laboral y de pensiones. «Me comprometí a aprobar una reforma laboral y a recuperar el Pacto de Toledo con una reforma de las pensiones. Hemos reconstruido todo lo que ustedes destruyeron (en referencia al PP) y ahora vamos a nutrir todos los años con 5.000 millones la hucha de las pensiones», concluyó. El segundo de los temas arrancó sin sorpresas. Feijóo se avalanzó con todo contra Sánchez con la «ley del sí es sí». «Hay más 117 violadores excarcelados por usted, hay más de 1.000 machistas violadores que han rebajados sus penas por usted, así que no dé lecciones con esto», afirmó Feijóo a sabiendas de que estaba ante uno de los puntos que le eran, a priori, más favorables. El presidente del Gobierno y candidato del PSOE no rehuyó la respuesta y contraatacó con Vox. “Un error jurídico se corrige, pero una declaración machista u homófoba a sabiendas es otra cosa”, dijo en referencia a los recientes pactos del PP con el partido de ultraderecha. En esta misma réplica, Sánchez reivindicó a su partido por ser el impulsor de “todas las leyes vinculadas con la igualdad y libertades de las mujeres” y pasó a la ofensiva con una de las frases más graves del popular en la precampaña. “Aquí asesinan machistas a mujeres, y esa es la consecuencia de escucharle a usted decir que fue un divorcio duro del candidato de Vox en Valencia (condenado por malos tratos)”, sentenció. “Han tragado con eliminar concejalías y la consejería de igualdad y eso no es un error. Es una claudicación ante el machismo«, dijo Sánchez en referencia a los »vergonzosos acuerdos que el PP está firmando con Vox. Para terminar, Feijóo quiso cerrar el bloque lanzando una batería de promesas entre las que incluyó contratar más médicos, dar prioridad a la salud mental y regular «con las comisiones de bioética» una ley de muerte digna, sin decir claramente qué hará con la eutanasia pero avanzando, eso sí, una ley para los enfermos de ELA. «Esto de los pactos lo podemos solucionar esta noche», comenzaba Feijóo con ironía. «Desconocía su sentido del humor, hay que ser gracioso», respondió Sánchez ante la desaprobación de su adversario. El descanso tras los dos primeros bloques no sirvió para calmar los ánimos ni para una exposición más ordenada de las ideas. «Empezamos con la cantinela de Vox. Hoy hace 26 años que secuestraron a Miguel Ángel Blanco... con esos terroristas no pactará nunca mi partido, así que de pactos no puede dar ninguna lección», presumió Feijóo al tiempo que comparaba «la arrogancia con la que Sánchez trata al principal partido de la oposición» con «el cariño con el que trata a otros». Y aquí vino el que probablemente fue el mejor momento de Sánchez en el debate. «Sostengo que ustedes gobiernan con Vox. Ustedes sostienen que yo gobierno con Bildu. Le propongo un ejercicio: buquemos nombres en cargos institucionales», retó el presidente. Sánchez comenzó a crecer en el debate repasando los perfiles de algunos de los cargos institucionales de Vox nombrados las últimas semanas. “Gabriel Le Senne (presidente del Parlamento balear) afirmó que las mujeres son más beligerantes porque no tienen pene. Un machista de libro. Juan García-Gallardo (vicepresidente de Castilla y León) dijo que hay que cuestionarse si el CO2 es contaminante. Un negacionista de Libro. Vicente Barrera, en la Comunidad Valenciana, dice que la violencia no tiene género y bautizó a su caballo como Caudillo. Todo un franquista”, enumeró con firmeza y aclarando que nunca ha gobernado «con Otegui ni con ERC», sino que ha «pactado leyes». Por su parte, Núñez Feijóo aseguró que Santiago Abascal no será vicepresidente ni miembro de su gobierno «si no necesito los votos». «Hablaré con el Partido Socialista y con cualquier partido constitucionalista», señaló insistiendo en que nunca va a pactar con «el brazo político de quienes secuestraron a Miguel Ángel Blanco». «Yo no gobierno con ellos», recalcó de nuevo Sánchez. «Que te vote Txapote. Lo dicen ustedes con una sonrisa y se hacen camisetas. Dígame que condena ese grito», recriminó Sánchez a Feijóo. Hasta tres veces intentó sin éxito el presidente que el líder del PP lo condenase, llegando incluso a leerle el tuit de una víctima del terrorismo como Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, concejal del PP asesinado por la banda en 1995. Por último, ya en el cuarto bloque del debate, Feijóo afeó a Sánchez que España lleve cinco años sin renovar el Poder Judicial y la eliminación del delito de sedición. «Ha eliminado después de 200 años el delito de sedición. Una declaración de independencia sin violencia es legal, según él. Voy a volver a poner el delito de sedición», avanzó Feijóo. Y también hubo espacio para el Falcon. El candidato socialista a la reelección no quiso dejar pasar la ocasión para explicar por qué hacen referencia al uso que hizo del avión durante su mandato como una de las principales críticas de la que es objeto por la oposición. «Lo hacen porque no tiene absolutamente nada que criticar al Gobierno de España y a mí. El tema está en dónde y para qué se viaja en Falcon. Aznar realizó numerosos viajes internacionales. Viajó el 15 de marzo de 2003 a las Azores para reunirse con Bush y declarar una guerra ilegal en Irak», respondió. En materia internacional, el presidente del PP retó a Sánchez a que diga qué ha pactado con Marruecos y se ha comprometido si llega a La Moncloa a que no habrá política exterior sin consultarle primero al jefe de la oposición. Feijóo se declaró europeísta y atlantista y respondió a la pregunta de la moderadora sobre cuál va a ser su postura sobre Marruecos, que aún no la conoce porque «ni él ni los españoles» saben «en qué consistió el acuerdo» de Sánchez con el país vecino. «No me ha informado, ni a mí ni al Congreso», ha remarcado Feijóo, ante lo que Sánchez ha asegurado que lo ha hecho en cuatro o cinco ocasiones. El presidente del Gobierno ha cerrado de esta forma su intervención en el debate: «Si alguien le ha dicho que debe votar al PP para acabar con ETA, debe saber que no va a acabar con ETA. ETA acabó en 2011. En cambio, sí puede acabar con las subidas del SMI o la revalorización de las pensiones, puede acabar con una reforma laboral que está creando mucho empleo y de mayor calidad. Puede acabar con políticas de igualdad de género, con políticas que protegen a los colectivos LGTBI. Puede acabar con leyes tan importantes como la ley de eutanasia o de muerte digna. Puede acabar con una política económica que está creando riqueza y empleo. Puede acabar con una España moderna y europea que está siendo admirada internacionalmente». Feijóo, que ha hecho todo el minuto final mirando a otra cámara a pesar de que les han explicado antes de empezar el protocolo a seguir, ha reiterado que «será un presidente de fiar», que «no va a mentir» a los españoles y que si sale elegido, que va a «escuchar los problemas» de los ciudadanos« y a »cumplir« con su programa, con su »deber«, con su »compromiso« y con sus »principios«. Luego ha recordado que ya obtuvo cuatro mayorías absolutas en Galicia, por lo que quiere ser un »político útil« y ahora pide lo mismo para estos nuevos comicios. »Quiero ser el presidente del Gobierno de España. Si ustedes acuden a votar mayoritariamente habrá un cambio de político en España, ha concluido, superando por 12 segundos el tiempo estipulado. ¿Cuánto y cómo influirá el debate en la intención de voto? Esa es la pregunta del millón. Pedro Sánchez, sabedor de su desventaja en las encuestas y de la necesidad de movilizar al electorado de izquierdas, propuso debatir hasta en seis ocasiones, pero Feijóo se cerró en banda aceptando sólo uno. Según la quinta entrega del sondeo diario de 40dB para la Cadena SER y El País, Sánchez y Feijóo llegaban al cita más igualados que nunca. La suma de PP y Vox se situaba en 167 escaños, a nueve de los 176 que marcan la mayoría absoluta, mientras que PSOE y Sumar alcanzaban los 151 diputados. Según este último sondeo previo al cara a cara, el PP obtendría el 30,8% de los votos y 125 diputados, dos menos que en el sondeo difundido ayer. Esos dos escaños los ganaría el PSOE, que ahora lograría el 29,7% de los votos, a apenas un punto del PP, y 115 diputados. Es la menor diferencia entre ambos desde que se convocaron las elecciones.