Luces y sombras de un año muy comestible: premios internacionales, una ola de protestas y solidaridad por la DANA
El resumen gastronómico de 2024 incluye una crónica del año en el que fuimos los mejores, pero también muchas noticias que preferiríamos no haber contado
Madrid
Si la receta de 2023 no salió del todo bien, podríamos decir que la de 2024 también ha tenido sus más y sus menos porque la tecnología ha contribuido a mantener en marcha un mundo en el que miles de millones de personas comen a diario (a veces, de forma sobresaliente), pero no lo suficiente como para impedir que 733 millones de personas sigan pasando hambre, que 20.000 mueran a diario por falta de acceso a agua o alimentos o que millones de trabajadores del campo, de la industria alimentaria, de la hostelería o del delivery sigan sufriendo condiciones laborales indignas.
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Sin perder eso de vista, podemos asegurar que en 2024 los españoles han comido prácticamente igual que en 2023 porque no ha habido un reemplazo claro para las smash burger o para las freidoras de aire. También hemos seguido debatiendo si la tortilla ha de llevar cebolla y el primer duelo de alta cocina entre un chef y la inteligencia artificial ha dejado claro que aún hay mucho por mejorar en ese campo. Eso sí, los académicos de la RAE, por fin se han puesto al día con palabras como barista o tutifruti.
Otra de los grandes conquistas del año ha sido la decisión de Glovo de regularizar a sus falsos autónomos. Con la igualdad, en cambio, parece que damos un pasito pa'lante y otro pa'tras porque, aunque algunas mujeres empoderadas han conseguido mucho foco (Maria Nicolau, Inés Hernand o Claudia Polo, por ejemplo), eventos como el 50 aniversario de los Premios Nacionales de Gastronomía dejan claro que aún queda mucho por hacer. 2024, pues, ha sido otro año de luces y sombras.
De la inflación a las protestas
Si 2023 fue un año marcado por la sequía y el encarecimiento de muchos productos como consecuencia de la guerra de Ucrania, en 2024 hemos visto a miles de agricultores y ganaderos (de toda Europa) entrando con sus tractores en el centro de las grandes capitales para protestar por lo difícil que les resulta vivir dignamente en las zonas rurales: competencia desleal, excesivo de burocracia, costes elevados, bajos precios de venta...
Muchos expertos y trabajadores del campo han señalado que hay que adaptarse a la escasez y reformar el sistema de forma profunda porque, si no, la emergencia climática volverá a tensar la situación, pero en 2024 ha llovido mucho y eso ha ayudado a contener el precio de los alimentos en general, y del aceite de oliva en particular.
La otra gran cuestión que ha estallado en 2024 es la turismofobia, consecuencia de muchos años de un crecimiento descontrolado que ha acabado expulsando a muchos vecinos de determinadas zonas, por el precio de la vivienda, por la falta de servicios o por las molestias que generan los grandes grupos. Un debate candente, en definitiva, que afecta de lleno a la hostelería y a la calidad del trabajo en el sector, y que también está impulsando una reacción interesante porque muchos artesanos y cocineros están intentando volver a poner en valor lo autóctono.
Lo que no ha cambiado es el índice de obesidad y sobrepeso. Un grave problema de salud que el Gobierno va a intentar frenar con una nueva norma que afecta a los centros escolares y que, de momento, ha generado más titulares por la vía de la gordofobia (mezclada con machismo) contra Lalachús.
El año en el que fuimos los mejores
2024 ha sido un año con muchos reconocimientos internacionales para la cocina española. El restaurante Disfrutar ha llegado al número 1 de la lista 50 Best, Albert adrià ha llegado al top 3 de la lista The Best Chef, y Rodrigo de la Calle ha visto como El Invernadero ha sido elegido como el mejor restaurante de verduras del mundo. El chef y periodista Andrés Torres, además, ha recibido el Basque Culinary World Prize por su labor al frente de la ONG Global Humanitaria.
Pero en España gusta muchísimo dar premios, por lo que, más allá de la capitalidad gastronómica de Oviedo, de las tres estrellas Michelin del asturiano Casa Marcial o los tres soles Repsol de la valenciana Begoña Rodrigo, a lo largo del año se han celebrado un sinfín de concursos que han servido para dar cierta visibilidad a productores y cocineros menos mediáticos: los mejores callos, el mejor AOVE, el mejor café con leche, la mejor hamburguesa, el mejor taco mexicano...
También han ganado premios algunas películas que cuentan historias gastronómicas. En el Festival de Málaga, Binu, historia de dos estrellas; y en el de San Sebastián, el documental Mugaritz. Sin pan ni postre. Pero también nos han hecho disfrutar los nuevos programas de Alberto Chicote, la segunda parte de El Hoyo, series como The Bear, Hierve o Univerxo Dabiz, e incluso pequeños momentazos, como el día que Belén Esteban le llevó judiones con chorizo a David Broncano en La Revuelta.
Lo que nos gustaría no haber contado
Además de recordar que llevamos ya 10 años sin Darío Barrio, en 2024 han fallecido tres cocineros que han sido muy importantes en las últimas décadas: Javier Oyarbide, Michel Guerard y Fermí Puig. También ha muerto uno de los periodistas gastronómicos más influyentes de Madrid, Víctor de la Serna; y el director del famoso documental Super Size Me, Morgan Spurlock.
Los ataques de Israel, que se ha cebado especialmente en Gaza, también han llegado a la actualidad gastronómica. De entrada, generando una hambruna vergonzosa, pero también por las reacciones políticas que han generado esas imágenes. Una de las más virales fue la del cocinero Karlos Arguiñano, que en abril, mientras cocinaba unas alubias blancas con codornices y setas, no se pudo contener: "¿Sabéis de qué me estoy acordando ahora? De Netanyahu. Cocina un poquito, Netanyahu, que te va a cambiar el carácter. Lo digo como lo siento. Te lo dice un abuelo de 13 nietos. Mira, Netanyahu. Mira, mira, mira... Vamos a parar un poquito".
La polémica más inesperada del año, de todas formas, la protagonizó el crítico gastronómico (de origen judío) Steve Plotnicki, fundador de OAD, al decir públicamente que para él resultaría "aceptable" que, por cada israelí asesinado por un terrorista palestino, muriera un millón de personas en Gaza. La reacción en el sector, al menos a través de las redes sociales, fue inmediata. Pero está por ver cómo afecta eso a futuras ediciones de sus famosas listas.
La peor noticia del año en España, de todas formas, también ha dado lugar a una de las mejores porque, tras la DANA del pasado 29 de octubre, la solidaridad ha activado a multitud de voluntarios y, además de limpiar y retirar barro, muchos de ellos se han dedicado a recoger comida o a cocinarla. La ONG World Central Kitchen, con José Andrés a la cabeza, por ejemplo, ha entregado más de 5 millones de comidas, incluyendo 954.000 platos calientes, 395.000 cestas y 312.000 bocadillos en localidades como Paiporta, Albal, Benetússer, Catarroja, Aldaia o Algemesí.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...