La verdadera historia de un jamón de 103 años

Madrid

Representantes de Francia y el Reino Unido por parte de la coalición ganadora y representantes del imperio alemán y austro-húngaro por el bando derrotado viajaron en tren hasta un claro de bosque en Compiègne, algunas decenas de kilómetros al norte de París, el 11 de noviembre del año 1918.

De acuerdo a lo pactado en las negociaciones previas, reunidos dentro de un vagón de tren acondicionado como oficina, a las 5 de la mañana y 12 minutos firmaron el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial, ratificado posteriormente en el Tratado de Versalles.

Aquel lunes, mientras las multitudes tomaban las calles de París y el mundo celebraba el final de la Gran Guerra, en Jaén, a unos metros de la Catedral, cruzando por el Arco del Consuelo en la Casa Tasca El Gorrión, el bodeguero José Montes López colgaba una partida de jamones, cuando llegó un amigo acompañado de varias personas de lengua extranjera.

Francisco José Montes Quesada, 61 años, bodeguero de la Casa Gorrión y nieto de José Montes: “A mi abuelo le ocurrió una anécdota que después plasmó en un papel, la verdadera historia de por qué el jamón se indultó realmente. Lo guardó en una botella de abajo que se descubrió en los años 90. Dejó ese testamento para que quien encontrara ese documento supiera la verdadera historia de por qué el jamón estaba indultado”.

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En este reportaje se desvela la historia y se detalla la leyenda que rodea al jamón, ensogado por la pezuña y colgado dentro de una urna de cristal, ribeteada por una cenefa de luces, sobre una esquina de la barra de la Taberna Casa Gorrión, en la ciudad de Jaén.

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