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Las mejores canciones españolas de 2021

Más allá de los grandes lanzamientos, 2021 ha sido un año de grandes canciones que nadie esperaba

Las mejores canciones españolas de 2021. / CADENA SER

Las mejores canciones españolas de 2021.

Madrid

Pocas veces, a lo largo de un año y ante el descubrimiento de una nueva canción, reaccionamos diciendo que "esta va a estar en la lista de lo mejor del año". 2021 ha sido, en mucho aspectos, un año de mierda. El de pensar que nos estábamos recomponiendo para, justo entonces, volver a tropezar con el virus. El de las imágenes apocalípticas: Filomena, el ataque al Congreso de EEUU, el volcán de La Palma, el resurgir talibán, los refugiados en Bielorrusia, la pandemia de salud mental... Pero 2021 también ha sido un año repleto de temarracos. Tantos que, al autoimponernos un resumen de 20, muchos se han quedado fuera.

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Confesamos que, a la hora de seleccionar canciones internacionales, había mucho para elegir y el resultado de la votación fue tan ecléctico como poco unánime. Con las canciones españolas, en cambio, ha habido mucho consenso. ¡Cualquiera de las que hemos situado en los seis primeros puestos podría haber sido el número 1!

Pero más allá de los grandes lanzamientos y de los discos de los que llevamos todo el año hablando, también nos han sorprendido unas cuantas bandas nuevas que han tirado la puerta abajo: sorpresas, consagraciones, polémica... Nuestra lista de Spotify con las mejores canciones españolas de 2021 tiene un poco de todo:

20. Una temporada en el infierno (Ángel Stanich)

Este tema tiene dos partes. Una primera donde la rapidez de ideas y lista de personajes que nombra apabulla. Donde es difícil recrearse en el detalle y no sentir liberación porque no llegue el 5G. Y otra segunda parte, instrumental, donde toca asimilar todo lo anterior. Seguro que cuando la compuso no imaginaba lo que pasaría en La Palma pero bajo este volcán lo que hay es descanso y más de uno se metería ahí sin dudar.

19. Bravo Murillo (La Paloma)

Nuestra ración de noise-pop nunca puede faltar en la lista del año. La Paloma es una banda madrileña de veinteañeros que refleja la apatía de los jóvenes como bien han hecho otras bandas contemporáneas como Menta, La Plata, Marcelo Criminal y, como no, Carolina Durante. Una terraza de Bravo Murillo, calle kilométrica de la capital española, explica cómo es el día a día de los veinteañeros de hoy en día donde la esperanza y el interés acaba diluyéndose mientras esperas a que llegue algo. Esto se puede extrapolar a las relaciones de amistad y amorosas, al trabajo, al futuro. Y todo esto desemboca en preguntas, ¿de quién es la culpa? ¿Es por mi? Sin embargo, La Paloma pega carpetazo a los lamentos y muestra cómo todo puede cambiar mucho en un año. Estribillazo al canto. "Y dejar atrás a los que pueden hacerme daño. Todo ha cambiado bastante este último año", dice el grupo que ha debutado con el EP Una idea, pero es triste.

18. Angélica (Leo Mateos)

Llevábamos tiempo echando de menos a Nudozurdo porque algunas de las canciones más bonitas de lo que llevamos de siglo llevan su sello, pero al ver de qué es capaz Leo Mateos en solitario, la añoranza se nos ha pasado de golpe. El proceso creativo habrá cambiado, seguro, pero el resultado es muy parecido y, en este caso, para bien. Crítica social, geolocalización madrileña, orgía de texturas... Angélica comparte ingredientes con Voyeur ameteur, un hit que pudo suponer el despegue comercial de la banda (a lo León Benavente o El Columpio Asesino) y que, sin embargo, supuso el principio de un cambio drástico. Habrá muchos motivos que expliquen por qué, pero en cualquier caso es una lástima que quienes apreciamos la genialidad de Leo Mateos seamos siendo pocos. Un detalle que, en todo caso, no nos impide disfrutarlo. ¡Al contrario! Lo hace más especial.

17. Sé donde van los patos cuando se congela el lago (Rufus T. Firefly)

Pocos grupos cuidan más los detalles que Rufus T. Firefly. Pocos fans pueden decir que han tenido en sus manos una edición tan especial de vinilo de un disco que todavía no había salido en las plataformas de streaming donde muchos escuchamos nuestra música pero que a la vez come ingresos y recorrido a aquellas bandas que se parten el alma por vivir de esto. Sus seguidores pudieron gozar de escuchar El largo mañana antes que nadie, y los que fueron a sus conciertos, también. Puede parecer una perogrullada para aquellos que piensan que a una sala se va a escuchar esas canciones que tienes ganas de cantar a pleno pulmón con tu grupo favorito, pero también se acude a los conciertos para disfrutar de la música como el que va al cine o a un teatro. A sorprenderte. Y esto lo consigue Víctor Cabezuelo, Julia Martín-Maestro y todos los que forman Rufus. En este sexto disco hay cosas que no cambian como los títulos largos pero inolvidables como Sé dónde van los patos cuando se congela el lago, esa canción que te lanza una mano cuando se te acaba el aire. Que te salva de todo. Tiene un toque disco y espacial, algo que la conecta con Magnolia y Loto, otras dos joyas de su discografía. Batería envolvente que te emboba, letras que tienes que estudiar y escudriñar en tu escritorio y una mística digna de un grupo que ya es de culto para la escena nacional. ¿Dónde van los patos en invierno? No queremos hacer ningún spoiler pero "sabes más de lo que crees".

16. Fe ciega (Soleá Morenté)

Soleá Morente ha hecho todo un homenaje a sus padres en su último disco, Aurora y Enrique. Un álbum escrito íntegramente por ella y donde vuelve a jugar con la experimentación que, precisamente, también atraía a su progenitor. En esta canción la melodía nos sumerge en un onírico sueño que a la vez es muy real. Al escucharla, podemos imaginar cada una de las imágenes que evoca. Atrapa cada estrofa.

15. Si te quiebras (Vetusta Morla)

Vetusta Morla siempre es un win-win, y más cuando los de Tres Cantos se han dado cuenta que no les hace falta seguir haciendo una batería de temazos para seguir siendo el grupo más importante de nuestro país. Se podría decir que no han tenido un disco de éxitos al uso nunca, pero la enjundia del grupo hizo que todo lo que tocasen fuese oro. Su música ha ido evolucionando hasta convertirse en una idea compacta, con su principio y final, sus reflexiones y sus momentos oscuros. Algo que ya consiguieron con Mismo sitio, distinto lugar, y su posterior revisión de canciones. Ahora, Pucho, Guille Galván y cía repiten la proeza con Cable a tierra. No hacen canciones, hacen poesía. Si te quiebras, escrita por el guitarrista Galván, cuenta con una distorsión digna del Days like these de LOW y una lectura que habla sobre la importancia de los sentimientos, que no importa conseguir el objetivo si al final estás roto porque "no le importa a la montaña otra hazaña del escalador, si al final te quiebras". Un sonido orquestal y redondo que acaba con un final coral. Su sexto disco no tendrá esa canción que se cuele en su top tres de hits, pero conceptualmente está en lo más alto, incorporando folklore como en Finisterre y Puñalada trapera, o la histriónica La virgen de la humanidad. Y como avisan en Al final de la escapada "que a tu banda favorita aún le queden muchos años y que su mejor canción aún esté por venir". Algo que con Vetusta Morla está garantizado.

14. La magia de tu melena (Rodrigo Cuevas y Ortiga)

¿Hay mejor manera de combinar folklore y vanguardia? Rodrigo Cuevas ya nos demostró que es se le da muy bien pasear —en plan funambulista— sobre estos dos mundos, pero su alianza con Ortiga (50% de Boyanka Kostova) le ha servido para dar un paso más. Si nos llegan a decir que el pasodoble, los sintetizadores, el autotune y las castañuelas iban a encajar tan bien, quizá no nos lo hubiéramos creído, pero La magia de tu melena demuestra que los límites de la creatividad, muchas veces, los marcan solo nuestros propios prejuicios. En esta canción no solo caben el mundo rural, la tradición católica, la irreverencia artística, el activismo LGTBI y la España plurinacional. ¡Es que encima tiene un estribillo brutal!

13. Ya no vales (Alizzz y C. Tangana)

Alizzz ha dejado de ser el genio oculto tras C. Tangana. Ahora es el genio que canta con C. Tangana... y también con Amaia, Rigoberta Bandini, Jota de Los Planetas o los mexicanos Little Jesus. Su primer disco es un nuevo alarde de dotes camaleónicas porque, después de haber sentado cátedra con la electrónica o la música urbana, ahora se adentra en el territorio sonoro de Lori Meyers, Amatria o El Columpio Asesino. Ya no vales es un hit construido con elementos del indie más convencional: bajo, guitarra y batería, que es lo que molaba cuando Alizzz solo era Cristian Quirante y tocaba en una banda de Barcelona de la que ya no hay rastro en Internet. La letra —que gana si vemos también el videoclip protagonizado por María León— retrata la crueldad de un mundo que genera y destruye ídolos sin parar. Un mundo en el que todo acaba pasando de moda y que tiene sus propios estereotipos ("hay una más joven y más guapa que tú", canta con misoginia El Madrileño). Pero todos, tarde o temprano, pasamos por ahí... y tampoco se acaba el mundo. No nos olvidemos de lo que en su día dijo Valentino Rossi: "Gallina vieja da buen caldo".

12. El secret més ben guardat del pop (Nyandú)

En Cataluña se dieron a conocer hace 10 años, después de ganar el concurso Sona 9 (un certamen de nuevas bandas organizado por Enderrock, TV3 y Catalunya Ràdio), pero es verdad: lo de Nyandú sigue siendo un pequeño secreto. Quizá porque la crítica, a veces, vislumbra detalles que el público general no sabe apreciar... o por una simple (y extraña) cuestión de gustos desacompasados. Si The Mamzelles (la banda en la que empezó Paula Ribó, aka Rigoberta Bandini) quedaron segundas en 2011 y Perra lo ha petado una década después, ¿quién nos dice que Nyandú no va arrasar en 2022? El secret més ben guardat del pop se ha colado en el número 12 de esta lista, pero si tenemos en cuenta que es un tema en catalán y sin apenas promoción (es lo único que han publicado en todo el año), el sabor que deja es aún mejor. ¡Como de podio! Cuando la escuchamos por primera sentimos un flechazo y no dejaban de asaltarnos palabras como redondez o perfección. Pero la experiencia, meses después, no ha dejado de mejorar y eso, desde nuestro punto de vista, solo tiene una explicación: que es la canción de pop perfecta.

11. Tó ba a çalih bien mamá (Califato 3/4 y Queralt Lahoz)

Califato 3/4 llevan tiempo recopilando y restaurando las esencias de lo andaluz y estaba claro que en algún punto de esa ingente tarea iban a tener que encontrarse con la reserva exterior (o sea: la periferia de Madrid y Barcelona) de esa riqueza cultural. Una reconexión que, de entrada, demuestra que el tiempo y la distancia son cuestiones muy relativas porque Queralt Lahoz —como Rosalía— es una milenial catalana y, sin embargo, se nos antoja imposible haber dado con una voz mejor. Pero Tó ba a çalih bien mamá va mucho más allá de la filigrana cuántica. También es una proeza que arranca muy Metallica y en la que resuenan ecos orquestales, del flamenco o de Manu Chao. Un tema que engrandece el segundo trabajo de una de las bandas imprescindibles de la escena contemporánea y que, en plena pandemia, nos dice exactamente lo que necesitábamos escuchar.

10. Ingobernable (C. Tangana y Gipsy Kings)

Si hay que decir que Ingobernable es un temazo, se dice, aunque tenga una frase que nos sigue rechinando en lo más hondo cada vez que la escuchamos (“ni una pistola para poder gobernarte”). No queremos ser los ofendiditos oficiales y reconocemos que esta canción se te mete en el cuerpo y acabas palmeando casi sin darte cuenta, y también que C. Tangana y Alizzz han hecho uno de los mejores discos del año.

9. Sesenta memorias perdidas (Love of Lesbian)

2021 ha sido un año intensito para Love of Lesbian donde han sido muy protagonistas, tanto que han salido hasta en todas las televisiones del mundo. Lo primero fue el concierto piloto que tocaron en el Palau Sant Jordi donde se permitió que los asistentes, por primera vez, no cumpliesen la distancia de seguridad (y que por cierto fue un éxito pese a que muchos lo acusaron de temerario). Después llegó el disco V. E. H. N. (Viaje épico hacia la nada). Cuando un grupo te dice que "este es el disco más personal que hemos hecho" no les crees nunca, pero esta vez es verdad. Un trabajo que va desde el dolor más inmenso por la pérdida inesperada de un colega hasta llegar a la eterna aceptación. Un camino en el que que también cuenta con la estridente colaboración con El columpio asesino y la inesperada El sur con Bunbury. En la primera parte del álbum encontramos el duelo y con este Sesenta memorias perdidas. Una canción que habla de terapia, de salud mental y esta frase que te rompe: "Siempre me dicen 'deja la cabeza y hazle caso a tu corazón', Pero ¿qué hacer cuando tu corazón está fatal de la puta cabeza?". Los juegos de palabras y la lírica de Santi Balmes –quien nos contó todo sobre el LP (y mucho más) en una entrevista en Fuego y Chinchetas– es de la más valorada, escrita en paredes y tatuada de nuestro país, y como vemos, no está en horas bajas. Tras el vendaval llega la liberación con Eterna revolución, reviven con Escuela de danza aérea y la vida con Los irrompibles y la preciosista El mundo. Es difícil decir que es el mejor trabajo de Love of Lesbian pero sí el que mejor cuenta una historia.

8. La jota del poliamor (Alavedra)

El descubrimiento del año. Punto y final. Podríamos acabar así la crítica de Alavedra y su debut Uf venga y nos quedaríamos tan anchos. Ser el mejor rookie del año no es cosa menor, dicho de otra manera, es cosa mayor. No estamos hablando de cerámica como hizo Rajoy, hablamos de que nos gustan los catalanes porque hacen cosas. La banda barcelonesa se presenta como máximo exponente del Sonido Carmel pese a que Pantocrator, banda que también ha sido protagonista en nuestras listas anuales, intentó escribir el epitafio de esta escena. Pero no, no ha muerto, está vivito y coleando, tan solo han pasado a dejar de tan solo sonar en la periferia de Barcelona a retumbar por todos lados. Culpa de ello tiene el discazo que han sacado los Alavedra con ese garage-rock con una pizca de mofas al puro estilo Camellos como con Agua con coco, la guitarrera pop T-odio y la reflexiva Persona deconstruida. Sin embargo la palma se la lleva la derrotista La jota de poliamor donde los catalanes hablan de las nuevas formas del ligoteo actual, los gustos actuales, los fracasos amorosos, los celos porque tu ex no te coge el teléfono y como no, el ya habitual dardo a ese grupo del que usted me habla y que muchas de sus letras aparecen en biografías de Tinder. El tema acaba explotando en arrepentimiento: "Todos mis amigos tienen novia menos yo, por qué se me ha ocurrido ahora hacerme del poliamor. Todos se están besando, como en fin de año". 10 de 10.

7. Famoso en tres calles (Carolina Durante)

Mucho lolololo en esta canción. Carolina Durante ya tiene los cuchillos afilados para clavarlos en el filete de la escena nacional y a nosotros automáticamente se nos empiezan a poner los dientes largos esperando a su segundo trabajo que saldrá a finales de enero de 2022 y que se llamará Cuatro chavales. La banda que reventó el número 1 de nuestra lista en 2018 con Cayetano por delante del flamante y laureado disco de Rosalía y que en 2019 se volvió a colar entre lo mejor con Joder, no sé, regresa haciendo bastante ruido con cuatro adelantos muy ricos en pogos, letras desgarradoras con la que los millenials se sienten reflejados y coros para cantar hasta la afonía. El futbolero 10, aprovechando el adiós de Messi del Barça, La planta que muere en la esquina y Moreno de contrabando son los adelantos posteriores a Famoso en tres calles, un trallazo mayúsculo que vuelve a hacer una mueca a esos personajes de la noche que se creen unos rompecuellos y very important person en el barrio. Al final tan solo son unos persons. Primero fueron los niños de papá, ahora los flipados que aún piden la paga a la yaya para costearse los porros. Y como diría el extinto Hazte Lapón: existen, yo los he visto. Diego, Juan, Mario y Martín no pierden fuelle y siguen calzando esos estribillos que habitan pagando contrato de alquiler en nuestro cerebro porque sin darte cuenta ya estas cantando ese final de "se dice que consiguió la máxima puntuación en el molómetro del dragón, suertudo".

6. Fiera de mí (Maria Arnal i Marcel Bagés)

Después del celebradísimo primer disco de Maria Arnal i Marcel Bagés, había muchas expectativas creadas para el segundo. Clamor, que así se llama su segundo trabajo, no ha defraudado en absoluto y teníamos claro que esta canción tenía que estar en el top 10 de lo mejor del año. Nos fascino cómo el dúo ha dado un paso más en la experimentación del sonido y cómo las palabras vuelven a retorcerse desde el susurro al grito. Pelos de punta una vez más.

5. Avant (Zoo)

He aquí una banda en estado de gracia. Zoo lleva años entre lo más destacado de la música en valenciano/catalán, pero su tercer disco (Llepolies) ha resultado ser una auténctica mascletá de electrónica, trompetas y ambiente verbenero. Un trabajo de hondo contenido social que vino precedido por la imparable energía de Avant y que no hemos dejado de escuchar en todo el año. Un canto a la resistencia de quienes apuestan por la lucha y la empatía en tiempos de pujanza reaccionaria. Un temazo necesario para seguir avanzando sin renunciar al subidón y al despiporre.

4. Perra (Rigoberta Bandini)

Descubrimos a Rigoberta Bandini en 2020, pero el 2021 ha sido su año gracias a esta canción y, más tarde, al famoso anuncio de verano de una cerveza. Perra es un grito liberador lleno de ironía que se ha bailado y gritado todo lo que el coronavirus nos ha dejado. Cada frase deja una interpretación que cada una hace suya y, precisamente ahí, está el punto de unión.

3. Asia (Canción para Iñaki Ochoa de Olza) (Kokoshca)

Kokoshca ha publicado este año Kokoshca. El irreverente grupo navarro ha decidido poner a su sexto disco el nombre del grupo, porque sí. Somos conscientes de que este año hemos dado la tabarra de lo lindo con este trabajo, pero tiene todo el sentido del mundo. Que si en nuestro podcast Si solo escuchas una donde sonó El himno de España, también apareció en la respectiva lista del mes que publicamos religiosamente, además de en nuestra sección veraniega en A vivir donde hablamos de montañismo y en la entrevista que hicimos a Amaia Tirapu (vocalista del grupo) en el Twitch de la SER. Y porque no te has cruzado con nosotros por la calle, que seguro que te hubiéramos soltado un speech de por qué este álbum es lo mejor de aquí nuestra comunidad. Regresando a la ciudad, Lo tiro o Te sigo esperando son temarracos que se han quedado fuera de nuestras selecciones pero no porque no lo merezcan sino porque las leyes no escritas en el mundo de las listas anuales nos obligan a poner solo una canción de la banda y por eso nos hemos decantado por Asia (Canción para Iñaki Ochoa de Olza) que rinde tributo a las catedrales de roca y a quienes no están dispuestos a vivir renunciando a esa pasión. Un homenaje a un himalayista místico, punk y fan de Bob Dylan que pone los pelos de punta con ese último verso. "He decidido quedarme por aquí, descansando al fin, porque aquí soy feliz, bajo los cielos de Asia", cantan los navarros sobre el montañista que falleció en la cumbre nepalí del Annapurna. Únete a Kokoscha, señor.

2. Qué putada (Karavana)

Se han quedado en el número 2. Con la miel en los labios... ¡Qué putada! Pero oye, no nos olvidemos de que "esto acaba de empezar". Los (medio) madrileños Karavana nos enamoraron con una carta de amor a los Strokes que, a modo de posdata, incluía también un zasca a C. Tangana. El siguiente paso era aún más complicado porque tenían que firmar un disco de debut a la altura de las expectativas. Pero lo han logrado. ¡Vaya! Lo difícil, en realidad, ha sido elegir qué canción nos gustaba más. ¿Madrid, Resaca Pop? Al final nos hemos quedado con el tema que cierra el disco. Una especie de bonus track del Is This It que también es un canto a la nostalgia y que, en nuestra opinión, bien podría convertirse en el himno de la cuarta cita para los usuarios indies de Tinder.

1. Merichane (Zahara)

Esta canción es toda una catarsis. Zahara se vació durante el confinamiento y dejó salir todo lo que le había hecho daño en forma de disco. El dolor al servicio del arte y el arte al servicio del dolor una vez más. Martí Perarnau se encargó de envolver toda esa toxicidad en una atmósfera inquietante que a veces golpea fuerte y otras, ayuda a pasar frases de extrema dureza. El tándem de ambos músicos ha demostrado con este disco que está perfectamente sincronizado y este tema es una obra maestra que va mucho más allá de la música. Es un golpe sobre la mesa, un paso más para visualizar lo que hasta ahora era invisible y un ejemplo de cómo curar heridas enfrentándose a ellas.

 
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