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Coronavirus Covid-19

Los sonidos de dos meses de estado de alarma que han cambiado nuestra vida

Echamos la vista atrás para repasar todo lo que ha pasado desde el 14 de marzo

Dos meses que cambiaron España y el mundo

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Madrid

Han pasado sólo dos meses, pero parece que han pasado dos vidas. El presidente del Gobierno anunciaba el pasado 14 de marzo la adopción de una medida sin precedentes en España: declarar el estado de alarma para poder confinar a casi 47 millones de habitantes. Se trata de hacer frente a un desafío igualmente sin precedentes: una pandemia provocada por un virus que iba a poner contra las cuerdas a nuestro sistema sanitario. Recordamos parte de lo que hemos vivido en estos dos meses, una gran cantidad de cosas que ya habíamos olvidado.

Los días previos al decreto de alarma

Aquel 14 de marzo que nos parece tan lejano intuíamos la gravedad de lo que se avecinaba pero, desgraciadamente, la realidad terminó por desbordar el ya de por sí oscuro pronóstico. Por aquel entonces, España ya contaba por miles los casos de coronavirus y por decenas los muertos.

El día antes de decretar el estado de alarma, el 13 de marzo, ya teníamos 4.200 casos diagnosticados, 120 fallecidos y 272 personas en la UCI. Estábamos en plena expansión del virus. Las urgencias de los hospitales no daban abasto a recibir pacientes con fiebre, dolor muscular y cuadros respiratorios.

Ese 14 de marzo, el presidente Pedro Sánchez ya avisaba del sufrimiento que nos esperaba y empezamos a familiarizarnos con un término que nos acompañó durante semanas: la famosa curva.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anuncia el estado de alarma.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anuncia el estado de alarma. / CADENA SER

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anuncia el estado de alarma.

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez anuncia el estado de alarma. / CADENA SER

Todos hicimos un cursillo acelerado sobre pandemias, virus, síntomas, picos... Empezamos a familiarizarnos con términos que nos resultaban tan ajenos como EPIs (equipos de protección individual), mascarillas quirúrgicas, FFP2 y FFP3, tasa de reproducción del virus...

En las redes sociales circulaban continuos reproches a que apenas una semana antes, el Gobierno hubiera permitido las manifestaciones del 8-M. De hecho, en su primera comparecencia tras el Estado de Alarma, el líder del PP, Pablo Casado, reprochó al Gobierno que no se impidieran esas movilizaciones.

Dos días antes, el 12 de marzo, el Gobierno había informado de que la ministra de Igualdad, Irene Montero, que había acudido al 8-M, había dado positivo por coronavirus y que tanto ella como el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, estaban en cuarentena. Sin embargo, el vicepresidente se saltó la cuarentena para asistir en persona al consejo de ministros que iba a decretar el estado de alarma, y obligó a Pedro Sánchez a defender en rueda de prensa su presencia.

Fotografía facilitada por la Moncloa que muestra al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), que preside la reunión de Consejo de Ministros, junto al vicepresidente Pablo Iglesias (i) y la vicepresidenta, Carmen Calvo (d), en el Palacio de la Moncloa a en Madrid, este sábado, para aprobar el decreto que declara el estado de alarma.

Fotografía facilitada por la Moncloa que muestra al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), que preside la reunión de Consejo de Ministros, junto al vicepresidente Pablo Iglesias (i) y la vicepresidenta, Carmen Calvo (d), en el Palacio de la Moncloa a en Madrid, este sábado, para aprobar el decreto que declara el estado de alarma. / EFE

Fotografía facilitada por la Moncloa que muestra al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), que preside la reunión de Consejo de Ministros, junto al vicepresidente Pablo Iglesias (i) y la vicepresidenta, Carmen Calvo (d), en el Palacio de la Moncloa a en Madrid, este sábado, para aprobar el decreto que declara el estado de alarma.

Fotografía facilitada por la Moncloa que muestra al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c), que preside la reunión de Consejo de Ministros, junto al vicepresidente Pablo Iglesias (i) y la vicepresidenta, Carmen Calvo (d), en el Palacio de la Moncloa a en Madrid, este sábado, para aprobar el decreto que declara el estado de alarma. / EFE

En ese decreto de estado de alarma, el Gobierno crea un mando único en todo el territorio aunque las comunidades autónomas van a seguir gestionando las competencias sanitarias. Y el presidente pide aparcar colores políticos, ideologías y territorios para centrarse en vencer al virus. Y además, se anuncia que sólo se podrá salir de casa para ir al trabajo, a la farmacia, al supermercado, a cuidar a un familiar dependiente o a la peluquería. Horas después, tras no pocas chanzas, se daría marcha atrás a lo de las peluquerías.

El inicio de los aplausos a los sanitarios

Además, ese mismo sábado 14 de marzo surge un movimiento ciudadano espontáneo de agradecimiento a los sanitarios. Ahora no nos acordamos ya, pero la primera cita con los aplausos aquel sábado fue a las diez de la noche. Luego, a partir del día siguiente, a partir del 15 de marzo, ya sería a las ocho de la tarde.

Ahora casi tampoco lo recordamos pero aquel 15 de marzo también pasará a la historia por ser el día en el que el rey Felipe VI renunció a la herencia de su padre, Juan Carlos I, y le retiró la asignación fijada en los presupuestos de la Casa del Rey (casi 200.000 euros anuales). Todo después de que trascendiera que el rey emérito está siendo investigado judicialmente por el cobro de una supuesta comisión de 100 millones de dólares de Arabia Saudí. 72 horas después de aquel anuncio, el jefe del Estado se dirige a la nación. El rey Felipe VI pronuncia un discurso de 8 minutos, centrado únicamente en el coronavirus, que es seguido por más de 15 millones de españoles, el doble que el de Nochebuena. El discurso del monarca fue respondido por caceroladas en algunos barrios de Madrid y Barcelona.

Medidas económicas 

Mientras, el Gobierno ya había aprobado un paquete de medidas económicas para hacer frente al destrozo de la pandemia, había anunciado la movilización de 200.000 millones de euros y había fomentado los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo para evitar despidos masivos en las empresas.

Entretanto se siguen repitiendo los actos de homenaje al personal sanitario y se celebra cada paciente desintubado como un pequeño triunfo contra el virus. Pero los aplausos se cruzan con las continuas denuncias de los profesionales por la falta de equipos de protección. No tienen mascarillas, ni guantes, ni batas, ni gafas y tienen que improvisar y protegerse como pueden. Es entonces cuando empiezan las disputas políticas.

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, dice que el Gobierno les está bloqueando las compras y que por eso los sanitarios no tienen el material, algo que el Gobierno niega rotundamente. Ayuso anuncia a bombo y platillo la llegada de dos aviones con material comprado por la Comunidad que luego tardarían 10 días en aterrizar. Mientras, Fernando Simón revela que un porcentaje importante de los contagiados es personal sanitario.

En paralelo, el presidente catalán, Quim Torra, concede una entrevista a la BBC británica y lanza sin empacho una mentira sobre el confinamiento en España. Torra dice en la televisión británica que el Gobierno cree que el confinamiento no es necesario (cuando la población ya estaba confinada).

El drama de las residencias de ancianos

Nos han escuchado varias veces decir que la 'zona cero' de la pandemia en España han sido las residencias de ancianos. En algunos de estos centros se detectaron los primeros brotes de coronavirus a principios de marzo. Y a finales de ese mes, la ministra de Defensa, Margarita Robles, denunció que unidades militares, que estaban trabajando en la desinfección de geriátricos, se habían encontrado a ancianos muertos en las camas.  A finales de marzo, el Gobierno también reveló que, según el análisis que habían hecho de los datos, fue a finales de febrero cuando el virus se expandió sin control por todo el territorio español.

También trascendió a finales de marzo que el Gobierno había comprado en China una partida de test defectuosos, que fue devuelta. Luego sucedería lo mismo con algunos envíos de mascarillas, algo que no sólo le iba a pasar al Ministerio de Sanidad. También sufrieron esos timos Gobiernos autonómicos como los de Madrid o Andalucía.

Prohibidos los despidos

Con el final de marzo llegaron dos anuncios económicos de alcance. Por un lado, el Gobierno prohibió temporalmente los despidos en los que se alegara el coronavirus como causa de fuerza mayor. Y por otro, el presidente anunció la parálisis total de la actividad económica, salvo los servicios esenciales, durante quince días, hasta después de Semana Santa. El objetivo era apuntalar el pico de la curva, que ya empezaba a asomar por el horizonte. La oposición y varios presidentes autonómicos se quejaron de que no hubiera consensuado una medida de tanto impacto económico y social como esa. Pablo Casado llegó incluso a reprochar a Pedro Sánchez que le diera información falsa porque apenas cuatro días antes le había negado que fuera a llevar a cabo el cierre económico total.

Mientras empezamos a doblegar la curva, a principios de abril se retoma también el control parlamentario al Gobierno que se había suspendido durante las primeras semanas del estado de alarma por el riesgo de contagio. La presión obligó al Ejecutivo a someterse de nuevo al control del Congreso.

Mientras el PP acusaba al Gobierno de haber tenido silenciada a la oposición, el Gobierno acusaba al PP de haber hecho lo mismo en los parlamentos regionales que controlaba, como el de Madrid. Con la reanudación de los plenos y las sesiones de control empezó a subir otra fiebre, la política, con PP y Vox acusando al Gobierno de mentir sobre las cifras de muertos o de abandonar a los miles de ancianos fallecidos en residencias... (cuando las cifras provienen de las Comunidades y la gestión de las residencias es exclusivamente autonómica)... y el Gobierno presumiendo -sin el aval de la realidad- de haber actuado antes que el resto de Europa frente a la pandemia.

Entretanto, se empieza a hablar de cómo acabar el curso escolar, y la ministra de Educación, Isabel Celaá, dice que la repetición de curso será algo excepcional pero que eso no significa que vaya a haber un aprobado general.

El lío de la vigilancia a los bulos

En aquellos días de mediados de abril, el Gobierno se metió en otro lío a cuenta de la aprobación del ingreso mínimo vital. Hasta con anuncios por parte del vicepresidente Iglesias de una rueda de prensa conjunta con el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que el propio Escrivá desconocía, como pudimos comprobar aquella mañana aquí cuando Àngels Barceló lo entrevistaba en Hoy por Hoy. Al final no hubo rueda de prensa. Estamos a mediados de abril. No fueron aquellos los mejores días para el Gobierno. En una de las comparecencias diarias de los portavoces del comité de crisis, el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, José Manuel Santiago, desliza una frase que levanta una tremenda polvareda sobre la vigilancia que los agentes hacen sobre bulos en las redes sociales. El Gobierno salió al paso a decir que había sido un lapsus del general, que se refería a las instituciones democráticas, no sólo al Gobierno, pero lo cierto es que la SER desveló la existencia de un correo interno de la Guardia Civil enviado a las comandancias que no respaldaba precisamente la idea del lapsus. Más bien al contrario. Ese correo instaba a perseguir las noticias falsas susceptibles de provocar desafección a instituciones del Gobierno. Literal. A raíz de aquel lapsus las ruedas de prensa diarias de todos los portavoces quedaron reducidas a Fernando Simón.

La rectificación sobre la salida de los menores

Y con estos mimbres llegamos al que, probablemente, haya sido el mayor error de comunicación ante la opinión pública del Gobierno. El sábado 18 de abril, Pedro Sánchez anuncia el primer alivio del confinamiento. Los niños podrán salir un rato a la calle, y emplaza al martes 21 para los detalles. Y el martes 21 llega el sainete: en solo seis horas el Gobierno se vio obligado a rectificar su primer anuncio sobre las salidas de los niños durante el confinamiento que hizo la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero. A las 15 horas afirmó que la relajación del confinamiento suponía que los niños menores de 14 años podrían salir acompañados con un adulto a salidas esenciales como la farmacia, el supermercado o el banco. Este alivio parcial no gustó a nadie y a las 9 de la noche el ministro de Sanidad, Salvador Illa, salió en rueda de prensa para anunciar que el Gobierno "escucha". Llegaba la rectificación: Sanidad confirmaba que los niños podrán salir "a pasear" desde el domingo. Y tras eso, la disculpa del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, con los niños

Desde luego no fueron los mejores días para el Gobierno. Como tampoco lo fueron para la Generalitat de Cataluña. Fue por aquel entonces cuando su portavoz, Meritxell Budó, lanzó una de esas frases que sólo retrata a quien la pronuncia: "Con una Cataluña independiente no habría habido tantos muertos ni tantos infectados y se podría haber controlado de otra manera esta pandemia".

Los últimos días de abril fueron propicios para escuchar las cosas más insólitas, como al líder de Vox, Santiago Abascal, criticando que el papa hubiera respaldado el ingreso mínimo vital.

El plan de desescalada

Y con el final de abril llegó el anuncio del plan de desescalada. Los niños ya habían podido salir desde el 26 de abril y los mayores pudieron hacerlo a partir del 2 de mayo. Ahora le llegaba el turno a los territorios con el anunciado plan de desescalada, que más que un plan parecía un jeroglífico, porque constaba de cuatro fases pero la última era la 3 porque había una fase cero.

En pleno proceso de las comunidades por entrar en fase 1, la SER contó la dimisión de -nada menos- que la directora general de Salud Pública de Madrid porque no compartía la intención de Isabel Díaz Ayuso de que la región pasara a fase 1. Luego, como todo el mundo sabe, Madrid no pasó de fase.

Y en esas seguimos a día de hoy. Terminamos este repaso con un último sonido, el de una oyente de la SER. Se llama María, trabaja en una UCI de un hospital madrileño y dejó este mensaje en el contestador de Hora 25 la semana pasada. Aún no hemos ganado. 

María, enfermera de la UCI: "No necesito aplausos, necesito humanidad"

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